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Qatar ’95, la generación que viene
En 1995, la Selección Argentina juvenil alcanzaría su segundo cetro mundial. Lo haría de la mano de José Néstor Pékerman y con los goles de Leonardo Biagini y Francisco Guerrero, todo ello bajo el incesante calor y el agobiante sol de un lejano país de oriente: Qatar. Ese año, en ese país, nacerían los protagonistas de ésta historia.
2 de diciembre del 2010, frescas estaban las escenas de La Roja (vestida de azul) coronándose en Johannesburgo. El mundo fútbol se embelesaba con el punto más álgido de la Escuela de La Masía. El campeonato del mundo conseguido por España sin dudas que era el último eslabón de lo iniciado por Johan Cruyff, perfeccionado por Josep Guardiola y aprovechado de manera sublime por Vicente del Bosque para darle su primera Copa del Mundo a los Españoles. Un guión perfecto para el organismo rector del balompié internacional.
La época de bonanza económica de la FIFA bajo el mandato del sempiterno Joseph Blatter aún no se topaba con el escándalo de corrupción que ya se presentaría después, aún eran los tiempos en los que la mano suiza mecía la cuna del fútbol mundial. Si antes Blatter y su séquito ya habían probado (con éxito) exóticos destinos para albergar el Mundial de fútbol, primero con Japón y Corea del Sur en 2002 y después con Sudáfrica en 2010, ahora llevarían el Campeonato del Mundo hasta el golfo Pérsico. Envuelto en la polémica por la lejanía, el poco arraigo por el balompié y las extremas temperaturas del pequeño país de Oriente próximo, se anunció que la Copa FIFA sería albergada por Qatar en el año 2022. La cuenta regresiva para Qatar arrancaba en 12 años, el trabajo sería titánico, pero había recursos.
Cuando la FIFA anunció a Qatar como sede del Mundial del 2022, Akram Afif y Assim Madibo tenían 4 años y Ahmed Moein, 5. Hoy ellos encabezan la legión qatarí en Europa.
La Academia Aspire
Una liga endeble, una selección rankeada en el lugar 114° y mucha potencial inversión era el panorama de los qatarís en el plano deportivo por el 2010. La candidatura presentada a FIFA había dado sus frutos y el Mundial se avizoraba a la distancia. Seis años antes de obtener la sede, se fundó la Academia Aspire con la intención de desarrollar atletas de alto rendimiento. Con sede en Doha y a través de un Programa de Identificación de Talentos, el objetivo de la Academia era forjar estudiantes-atletas. Sin embargo, tras la consecusión de la sede, el trabajo de la Academia era insuficiente para desarrollar futbolistas de clase internacional.
Por ello y para dar un mayor roce internacional a sus futbolistas, para 2012 surge el «Proyecto HOPE» (Habituating Overseas Professional Experience), que maneja tres programas distintos.:
- El Entrenamiento de Grupo Élite. Durante el transcurso de la temporada, traslada a un grupo de jugadores de determinada edad a las instalaciones de la Academia Aspire en Senegal, con la intención de que puedan experimentar un entrenamiento en otro entorno y condiciones.
- El Entrenamiento de Jugador Élite. En este programa, los dos mejores jugadores de cada generación de la Academia tienen la oportunidad de entrenar durante dos semanas con algún equipo europeo con los que la Academia ha establecido una relación de trabajo: Real Madrid, Villarreal, Red Bull Salzburg, K.A.S. Eupen, LASK Linz, Real Sociedad o la Cultural Leonesa.
- El Programa de Intercambio Profesional. El más ambicioso del Proyecto HOPE, en el que los jugadores más destacados de la Academia tienen un real punto de contacto con el fútbol profesional europeo al formar parte de un club profesional, con la intención de adaptarse al entrenamiento, competencia y cultura futbolística.
Cuando un jugador alcanza la totalidad de los programas del Proyecto HOPE, está listo para competir en el demandante fútbol europeo. Con el fin de hacer todavía más viable ése tránsito entre la Academia Aspire y el Fútbol Profesional, desde Aspire adquirieron dos clubes profesionales europeos: el K.A.S. Eupen de Bélgica, al que ya fueron capaces de poner en Primera División, y la Cultural Leonesa, ascendido recientemente a Segunda División de España.
El Campeonato Asiático Sub 19
En 2014, la Selección qatarí Sub 19 alcanzaría un hito en la historia de su país. Lograrían el Campeonato Asiático de la categoría y alcanzarían un cupo en el Mundial Sub 20. Todo ello utilizando por entero jugadores de la Aspire Academy. En ese campeonato eran cuatro los nombres propios que destacaron entre la pléyade de juveniles de la Academia: el líder de la defensa Serigne Abdou, de ascendencia senegalesa; Ahmed Al Saadi, goleador de aquel certamen; el capitán Ahmad Moein, en apariencia frágil pero el jugador por el que pasaba todo el juego ofensivo del combinado nacional, y finalmente, Akram Afif, muy influyente en la zona de definición, se quedó a un tanto de Al Saadi y eso que siempre saltó desde la banca.
Tras el suceso que significó el campeonato asiático, a los qatarís no les fue nada bien en el Mundial de Nueva Zelanda en 2015. Terminaron últimos en un grupo que los emparejó con la Portugal de André Silva y Gelson Martins, la Colombia de Davinson Sánchez y Rafael Santos Borré y Senegal. Apenas pudieron marcar un tanto por conducto de Akram Afif.
Duro golpe de realidad, pero la generación del ’95 había accedido a un lugar que antes era impensando para su país. Había que bajar la cabeza y seguir trabajando desde el plano individual para soñar con la trascendencia nacional.
La actualidad de la Generación del ’95
Luego del Mundial y con la inevitable graduación de la Academia, aquellos futbolistas de generación vieron trifurcarse sus caminos. Algunos siguieron sus carreras en el fútbol local, otros fueron y volvieron del fútbol europeo y, los menos, siguen tratando de ganarse un sitio en la alta competencia.
De los cuatro que destacaron desde el clasificatorio y que se mantuvieron como piezas fundamentales del representativo nacional durante el Mundial, todos tuvieron destinos distintos que van desde el éxito deportivo que significa debutar en un equipo de una las mejores ligas europeas hasta lo trágico.
Sin duda alguna, el hombre más trascendente de la generación es Akram Afif, que tras sus pasos por Villarreal (a quien pertenece su carta) se fue cedido al Sporting de Gijón y actualmente milita en el K.A.S. Eupen de la Primera División belga y que en la presente temporada es titular y lleva un gol y tres asistencias. Tras él asoma un poco más tímidamente Ahmad Moein, recién llegado al Cultural Leonesa de segunda española. El otrora goleador Ahmed Al Saadi juega en la actualidad con el Al-Rayyan de su país y ahora se desempeña más como mediocampista, tras su paso por el Eupen, donde no fue capaz de hacerse de un sitio. El cariz trágico lo da Serigne Abdou, que en primer término abandonó la práctica del fútbol tras la detección de un cáncer que terminó llevándolo a la muerte prematuramente el 21 de septiembre de 2016, cuando sólo contaba con 21 años.
En total, fueron 27 jugadores que tomaron parte en el proceso clasificatorio-Mundial. 18 participaron tanto en el clasificatorio como en la cita máxima. Cinco jugaron únicamente el clasificatorio y cuatro más dijeron presente sólo en la Copa. De ese universo de 27 jugadores, en la actualidad únicamente siete militan en algún club europeo, aunque sólo tres forman parte de un primer equipo y otros cuatro navegan por las reservas. 19 militan en su país y cuatro se quedaron sin equipo. Tras Afif y Moein como los más destacados, el mediocentro Assim Madibo (Eupen) es el otro futbolista destacado de la generación.
De los 12 años en los que inició la cuenta regresiva de Qatar, para armar una selección competitiva en su Mundial, le quedan poco más de cuatro. La generación sobre la que pretende cimentar dicho equipo navega entra las ligas medianas de Europa en el mejor de los casos, cierto es que llegaron a donde nunca lo habían hecho, pero para trascender aún les falta. Afif y Madibo llegarán con 26 años y Moein con 27 al Mundial en su país, pintan para ser las figuras de ese entonces ¿Quién más se les sumará?
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- AUTOR
- Abda Barroso
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