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Grandes equipos: Croacia 1998
Más allá de recordar los cabezazos de Zinedine Zidane en la final ante Brasil y de Ariel Ortega a Edwin Van der Sar, la Copa del Mundo de Francia ’98 traerá a la memoria la grata revelación de ese campeonato, el sorpresivo seleccionado croata que alcanzó la tercera ubicación y se ganó el apoyo y la simpatía general del público.
Antes de aterrizar en tierras francesas, Croacia sufrió para llegar a su primer Mundial. En las Eliminatorias, terminó segundo en su zona y debió jugar un repechaje ante Ucrania –otro segundo-, que había dejado fuera del camino mundialista a Portugal-. En el partido de ida, jugado en Zagreb, el local dio un paso importante al vencer a los ucranianos por 2-0 con goles de Slaven Bilic (actual entrenador del West Ham) y el zurdo Goran Vlaovic. Este resultado dio tranquilidad, pero aún restaban otros 90 minutos para llegar a la máxima cita.
En la vuelta en Kiev, un joven Andriy Shevchenko marcaba la ventaja recién empezado el partido y dejaba la serie abierta. Pero cerca de la media hora inicial, el Matador Alen Boksic empató, y luego estableció la ventaja. Croacia se resguardó, decidió esperar a Ucrania y la diferencia se mantuvo hasta el final del partido. Así, los croatas alcanzaron la clasificación a lo que sería su debut mundialista, tras la separación de Yugoslavia. El sorteo de la Copa le deparó los siguientes rivales en el Grupo H: Argentina, Jamaica y Japón. Tanto los jamaiquinos como los japoneses eran también debutantes en la competencia.
Miroslav Blazevic, el entrenador, paró el siguiente equipo para la presentación ante el combinado centroamericano: Drazen Ladic; Slaven Bilic, Zvonimir Zoldo, Igor Stimac, Dario Simic; Robert Jarni, Robert Prosinecki, Aljosa Asanovic, Zvonimir Boban; Davor Suker y Mario Stanic. El primer tiempo los dejó igualados, con goles de Stanic y Robert Earle. Durante la segunda mitad, los europeos se impusieron con sus volantes, principalmente mediante el ida y vuelta de Prosinecki y la creatividad de Boban. Así, el propio Prosinecki marcó el 2-1 y, unos minutos más tarde, Suker sentenció el 3-1 final. Con el triunfo consumado, Croacia debía pensar en el próximo rival, Japón, que había caído por la mínima diferencia ante Argentina.
Ante los asiáticos, los croatas no pudieron desplegar un buen fútbol, y se vio un partido disputado y con pocas llegadas. Pero gracias a la categoría de Suker, pudieron conseguir los tres puntos. Se le había negado el gol en la jugada anterior, cuando el travesaño salvó a los nipones de quebrar su valla, pero unos minutos más tarde y tras una gran jugada de Asanovic, Suker apareció en una posición similar a la de su conquista frente a Jamaica y venció a Yoshikatsu Kawaguchi. Así, decretó la histórica clasificación a octavos de final.
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En la última fecha del grupo, con Argentina y Croacia clasificados, sólo faltaba definir cuál de ellos lo hacía como primero o segundo. Argentina dispuso en defensa a Nelson Vivas, Pablo Paz y Mauricio Pineda, reservando algunos titulares (Diego Simeone, Claudio Piojo López, Roberto Sensini) y Croacia no se guardó nada. Pero fue Argentina la que se llevó el triunfo por la mínima diferencia, con gol de ¡Pineda! Croacia clasificó como escolta a la siguiente instancia, donde lo esperaría la otra revelación hasta el momento del campeonato, los platinados de Rumania, que con su crack George Hagi habían ganado su grupo de forma invicta.
Croacia comenzó con todo en el primer duelo de eliminación directa, y a los 5 minutos Suker tuvo una doble chance para quebrar la valla de Bogdan Stelea, pero el arquero rumano le ahogó ambos remates. Los de camiseta rojiblanca a cuadros seguían inclinando la cancha y los dirigidos por Anghel Iordanescu no encontraban la pelota. El que sí la veía era Stelea, que tapó dos pelotas impresionantes. Recién al final del primer tiempo, Rumania se acercó al arco croata. Primero lo tuvo Adrian Ilie, pero Ladic le tapó el mano a mano. Y más tarde, Hagi envió por encima del travesaño un tiro libre. Aunque en tiempo de descuento, Croacia pudo vencer al portero: tras una falta en el área de Gabriel Popescu sobre Asanovic, Suker cambió penal por gol.
Durante la segunda parte, Croacia se adueñó completamente de la pelota y pudo haber ampliado el resultado si no fuera por Stelea. Lo único de peligro que generó Rumania fue un débil remate de Gheorge Craioveanu que detuvo Ladic sin problemas. De esta manera, la sorprendente Croacia seguía su camino en la Copa. Y en cuartos de final, le tocó un rival más que duro, Alemania.
Los germanos, que eran dirigidos por Berti Vogts y venían invictos, tuvieron el dominio en los primeros minutos y también las chances más claras. Pero tras una guapeada de Suker, que provocó la expulsión de Christian Worns, el control del balón pasó a manos balcánicas. Primero, el propio Davor se lo perdió, y en la última jugada del primer tiempo, Jarni sacó un disparo cruzado que infló la red del arco de Andreas Koepke, que nada pudo hacer.
Ya transcurriendo el complemento, los alemanes fueron en busca del empate mientras Croacia apostó al contragolpe. Oliver Bierhoff lo tuvo en sus pies, pero Ladic con una atajada increíble se lo negó. A doce minutos del cierre, el palo derecho le dijo «no» al empate de los teutones. Y los goles que se erran en un arco… Dos minutos más tarde, y con los germanos tirados en ataque, Vlaovic selló el 2-0. A 5′ del final, cuándo no, Suker decretó la goleada y el extraordinario pase a semifinales.
En esa instancia lo esperaba el local, Francia, que venía cumpliendo un gran torneo y había eliminado a Italia por penales. El primer tiempo fue entretenido y tuvo como protagonistas a Zidane y Ladic. El guardameta le ahogó el grito en tres oportunidades, una de ellas con una volada para la foto. Antes del minuto del complemento, Croacia se puso arriba con la definición de su centro delantero estrella que, tras una gran asistencia de Asanovic, apareció por la espalda de Bixente Lizarazu y convirtió ante la salida de Fabien Barthez.
Pero Francia reaccionó y el festejo duró poco. Segundos más tarde, Lilian Thuram, que había quedado habilitando en la jugada del gol adversario, fue a presionar a los defensores y robó la pelota. Youri Djorkaeff se la devolvió, el moreno marcó el empate (aún con calentura, no lo gritó) y así se redimió de su error anterior. Uno a uno y las cosas como al principio, pero Croacia sintió el golpe. Primero lo tuvo Thierry Henry, pero prefirió patear al arco en lugar de buscar a Zidane. A los 25 minutos, Thuram volvió a sumarse al ataque y remató desde fuera del área. Quizás lo haya sorprendido a Ladic, igualmente el disparó se coló junto al palo y desató la locura francesa.
Cinco minutos más tarde, a Laurent Blanc se le salió la cadena y le dio un manotazo a Slaven Bilic. Roja y a las duchas. Restaban 15 minutos todavía y los croatas, que seguían soñando despiertos, no se dieron por vencidos y fueron buscar el ansiado empate. Aunque lo hicieron con más ganas que fútbol. La primera jugada de riesgo fue de Vlaovic, y su remate su fue por arriba del horizontal. A los 43′, lo tuvo Suker, pero Marcel Desailly cerró con un cruce salvador. En el cuarto minuto de descuento, Barthez se vistió de héroe al enviar al córner un remate que se había desviado en el camino y buscaba ángulo.
De ese modo, Francia accedió a la final y le cortó el sueño a Croacia, que debía jugar el partido por el tercer puesto. Para resaltar es que esa fue «la» noche de Thuram: los tantos anotados se convirtieron en los únicos que marcó el lateral en toda su carrera con la casaca de los galos, la cual defendió en 142 oportunidades.
En el partido por acabar ingresando al podio, lo esperaba Holanda, que había sido derrotada por Brasil en los penales (4-2) tras igualar en uno. Para algunos este partido es un encuentro que está demás, otros preferirían no jugarlo. Lo cierto es que los dirigidos por Blazevic querían cerrar de la mejor manera el excelente Mundial que venían desarrollando. Además de alcanzar la tercera colocación, la frutilla del postre para el conjunto croata era que Suker podía coronarse como goleador del campeonato. Hasta ese momento, el primer puesto venía compartido: Suker, el italiano Christian Vieri y el argentino Gabriel Batistuta tenían 5 goles, aunque estos últimos ya no tenían posibilidades de seguir sumando. Quien sí podía pelearle, pero venía más atrás, era el brasileño Ronaldo, que llevaba 4 anotaciones.
Holanda también quería quedarse con la victoria para terminar en el escalafón y no se guardó nada. El entrenador Guus Hiddink mandó a la cancha, entre otros, a Van der Sar, los hermanos De Boer, Philip Cocu, Edgar Davids, Clarence Seedorf, Dennis Bergkamp y Patrick Kluviert. El juego comenzó de ida y vuelta y Croacia no desaprovechó la primera ocasión. Jarni se proyectó y le dio el pase a Prosinecki, que con una media vuelta letal marcó el 1-0. A los 21 minutos, Holanda logró igualar tras un zurdazo de Boudewijn Zenden desde fuera del área.
Y las alegrías no terminaron en el primer tiempo. A los 35, después de una gran jugada colectiva, Suker infló la red y estiró la ventaja. De esta manera, el delantero alcanzaba su sexto gol en el certamen en siete encuentros, y todos en partidos distintos (al único que no le marcó fue a Argentina).
El final de la primera mitad y el comienzo de la segunda fueron parecidos, con Seedorf perdiéndose el empate. Sobre el final del encuentro, Ladic le ahogó el gol a la Naranja (primero a Overmars y después a Seedorf) e hizo realidad el sueño croata. Tercer puesto en su primer Mundial y con Suker como único pichichi. El mentor de este equipo fue el entrenador Blazevic y se destacan, entre otras, la seguridad del arquero Ladic, la firmeza de Simic y Bilic en la última línea, el ida y vuelta que aportó Jarni sobre la banda izquierda, la creatividad y el traslado de pelota que tenían Boban, Asanovic y Prosinecki y la enorme capacidad goleadora de Suker, que se complementó tanto con Stanic como con Vlaovic, sus compañeros de ataque.
Si habría que definir por qué llegó Croacia al podio, la razón se halla en que fue un equipo en constante crecimiento y que se fue afianzando y aceitando con el correr de los partidos. A pesar de tener individualidades y jugadores consagrados, ese equipo tuvo compañerismo, hambre de gloria y le jugó de igual a igual a cualquier selección. ¡Gracias, Croacia!
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- Cultura Redonda
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