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Recuerdos que mienten un poco
«No conozco atleta que haya ganado más de lo que perdió. Lo más normal es perder y no ganar», tiró hace un tiempo Emanuel Ginóbili, genio del básquet argentino y multicampeón con San Antonio Spurs. Nada más cercano a la realidad, aunque más de uno no quiera comprender esta acertada definición. Probablemente, algunos se subirán al tren de esta frase, pero tiempo después caerán en el día a día de los medios de comunicación deportiva y pedirán la cabeza de un entrenador ante las primeras derrotas, o frente a una senda negativa de varios partidos. Esto no distingue deportes, sin embargo en los que escasea el público, la presión, probablemente, sea más propia que de agentes externos. El fútbol quizás sea un ejemplo literal de este resultadismo. Cualquier hincha de cualquier club cree que su equipo tiene que ganar y que tiene que pelear torneos, y ni hablar si tu fanatismo es por el Real Madrid. Allí no existen atenuantes.
Abundan las razones del mal andar del Merengue, sobretodo para los que siempre le han caído. Es un gigante del mundo futbolístico y todos hablan de él. Entonces, siempre que sucede algo, ese tema pone en jaque hasta a los que jamás miran un partido. Todo esto se ve elevado cuando pierde dos clásicos frente al Barcelona y se despide de La Liga y de la Copa del Rey. Mazazo tras mazazo, los golpes no miden entre defensores o delanteros, todos entran en un costal y son golpeados. No se salva nadie y, muchos, hasta piden recesión de contratos. Y cuando uno está en el suelo, es fácil que lo pateen.
Cuatro Champions League en las últimas cinco temporadas. Cuatro, ni una, ni dos, cuatro. Una ecuación casi perfecta y esto solo un necio podría negarlo. Mantener el nivel de competitividad por un plazo largo de tiempo se vuelve casi una utopía, porque el tiempo pasa para todos y porque, en el caso del Madrid, es una misión híper compleja hacerle sentir la necesidad de ser competitivos a los jugadores. Le pasó a Pep Guardiola en el su histórico Barca y abandonó el barco justo en el momento que pedía un volantazo.
El Real atraviesa un momento con incertidumbres y tambaleos constantes. Esta situación primero devoró a Julen Lopetegui, quien se quedó sin el pan y sin la torta, y ahora aprieta contra la cuerdas al que parecía un bombero yse ratificó en el puesto: Santiago Solari. ¿Qué se le puede pedir al Indiecito? Seguramente se le pedirá un «golpe de efecto», pero no todos encuentran un Casemiro, como le sucedió a Zinedine Zidane, que te reconstruya la avería. Quizás, Florentino Pérez, el que todo lo puede, el que todo lo compra, tome la decisión y saque al ex River, pero la temporada ya está casi perdida, solo le queda la UCL, y alguna vez sería sano pensar que no siempre se gana.
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- AUTOR
- Facundo Mirata
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