Historias
Recuerdos que mienten un poco
Cuando era pibe dejaba volar la imaginación. Era algo absolutamente normal. Había héroes, villanos y muchas cosas que no comprendía. Por aquel entonces, me incentiva la belleza. Me llamaba la atención. Miraba algo y pensaba en cosas irracionales pero racionales para mí. En algún punto de mi niñez/adolescencia me comenzó a gustar el fútbol. Empecé a consumir dosis peligrosas de ese deporte y agarré una etapa dónde se comenzaron a transmitir muchos partidos de fútbol internacional. El nacional era más complicado porque había que pagarlo y obviamente no teníamos un mango. El otro era «gratis» porque todos estamos colgados del cable y un fin de semana prendí la TV, vi unos locos de rojo y blanco y me quedé mirando.
No hay chances de que me acuerde qué partido era. Sí me acuerdo más o menos el año, 2003. Esos muchachos, luego aprendí, eran el Arsenal de Inglaterra. Me acuerdo que lo que vi me gustó. Por ende, intenté volver a verlos al otro fin de semana y así se repitió el ritual por un tiempo. No sabía de sus historias, no sabía la historia del club, no conocía al DT… En fin, a mí me había gustado cómo jugaban y la palabra es esa: «jugaban». Porque para mí ellos no estaban «disputando un partido», sino que se divertían y en esos días a mí jugar al fútbol me volvía loco (hoy me sigue pasando, el día que no pueda jugar más seguramente entre en depresión). Casi sin darme cuenta, me fui aprendiendo sus apellidos, en qué posición jugaban, como se llamaba el estadio y, obvio, el nombre del técnico.
Eran tiempos donde la internet casi no existía. No había forma de chequear ciertas cosas en forma rápida y vaya a saber qué se me habrá cruzado por la mente cuando el relator nombró a un tal Fredrik Ljungberg. ¿Cómo se escribía eso? ¿Porque la U tenía dos puntitos arriba? Eran raros algunos de esos muchachos y encima cada vez que hacían un gol los locos gritaban: «Yes». Vamos ser sinceros, mi escuela primaria, no así la secundaria, no fue de las mejores y había cosas o cuestiones que aprendía al voleo, pero básicamente era todo un mundo nuevo para mí. Un mundo fascinante y con un gran nivel de belleza.
Aquel equipo terminó por ser campeón invicto. Les pegaba unos peludos bárbaros a todos sus rivales. A veces iban tan rápido de defensa a ataque que no llegabas a cebarte un mate que ya habían hecho dos goles. Cuestión: estaba enamorado. De chico te enamoras por primera vez de esa chica que te gusta y si tenés suerte ella se engancha con vos. A mí me pasó eso, pero con un equipo de fútbol. Ojo, no era que no buscaba novia, de hecho, la tenía, pero ese cariño era distinto. A mí no me entraba en la cabeza cómo podían jugar tan bonito.
Los años pasaron, llegó internet, nos peleamos con mi noviecita, empecé a consumir otros equipos u otras ligas (PSN hizo su aporte), aunque el vínculo ya estaba creado. A mí me gustaba el Arsenal y punto. Hace poco tuve la suerte de viajar a Londres y obviamente no iba a perder mi chance de conocer la cancha de MI EQUIPO en Inglaterra. Tras hacer un par de combinaciones de subtes, salimos, con mi novia actual, a una calle típica inglesa, y dos pasos más adelante había una pintada de una foto, para mí legendaria, donde Henry y Bergkamp se están abrazando. Saqué la foto pertinente y al darme vuelta ya había una estructura descomunal. Al llegar a la esquina apareció frente a mí lo que hoy es el Emirates Stadium y se me hizo imposible que no se me quebrara la voz o se me pusieran vidriosos los ojos.
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Dimos una vuelta por fuera y allí había estatuas de varios de esos muchachos que me marcaron de chico. La teoría indica que los niños quieren ir a Disney, cosa que a mí no me sucedió jamás, que las figuras debían ser algo más similar a lo que te muestra esa empresa. Pero a mí me gustaban Los Súper Campeones y yo soñaba con conocer ese pedacito del mundo, donde hace un tiempo un par de locos tiraban paredes. La realidad es que en aquella época jugaban en Highbury, que está a dos cuadras y hoy es un complejo de viviendas, pero para el caso era lo mismo. Allí estaba. Cumpliendo un sueño. Mi sueño.
¿Saben de qué me acordé? De mi niñez, de esos momentos que pasé diciéndole a mi vieja que quería ver un partido de fútbol inglés, de esos días que me despertaba para verlos a «ellos», de mi abuela, de mis amigos, de las tardes que gasté las suelas de mis botines/zapatillas. Se me cruzaron tantas cosas que ahora que me pongo a escribir me vuelvo a emocionar. Hoy, ya con algunos años más encima, sigue habiendo héroes, villanos, cosas que no comprendo y me sigue incentivando la belleza. Hace un tiempo dije que ahora me cuesta conmoverme. Creo que es así pero también entendí que la belleza ya no solo anda dando vueltas en una pelota de fútbol, sino que también abunda en las cosas más simples que tenemos en la vida….
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- AUTOR
- Facundo Mirata
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