Copas selecciones
Reino Unido: El génesis del fútbol
Los gajos de la redonda, independientemente de su fisonomía y confección, dejaron su huella por todo el globo, conforme empezó a girar desde su puntapié inicial. Pero el fóbal, tal y como lo concebimos en la actualidad, tuvo su epicentro en las islas europeas, antes de la mutación que conocemos y la conformación de las potencias en esta materia que reinan hoy en día. El resultado de esta crónica es producto de una vasta cronología que ni siquiera aquellos fanáticos de antaño habrán podido vivenciar. Hurgar en la red sobre el periplo de este fenómeno resultará algo engorroso, más si se toma como punto de partida la década del ’60, pero de los años 1800. Las fuentes relatarán que el primer partido de este deporte estuvo a cargo del enfrentamiento entre el Sheffield United y el Hallam en Inglaterra, como no podía ser de otra forma.
Pero, ¿de qué nos sirve traer a la memoria colectiva este antecedente de antaño dentro de la vorágine y modismos actuales? Es que por esos lares, precisamente, es donde todo inició, y tomamos a modo de colación un torneo que sembró la semilla del atractivo popular. Hablar de la British Home Championshiop es evocar el primer certamen oficial disputado entre las selecciones mayores de países y, en forma simple de vislumbrar, los cuatro bastiones que integraban el Reino Unido ocuparon ese momento, por lo que tendrán un lugar protagónico en nuestro hall of fame.
Escocia, Irlanda, la ya mencionada Inglaterra y Gales simbolizan el cuarteto de pilares que cimentaron una disciplina todavía en pañales para el resto de las naciones, más bien continentes. En pos de buscar una competitividad que trascienda límites geográficos, y luego de lo que fue el primer choque entre escoceses e ingleses en 1872, decidieron conformar para la temporada 1883-1884 el cuadrangular que coronaría al campeón británico, en épocas en donde la separación e ideología independentista no poseían la magnitud ni difusión como sucede corrientemente.
Una época de incertidumbres y manejos disímiles en cuanto a lo reglamentario envolvía los pensamientos y aspiraciones que los futbolistas tenían en sus mentes. Cada territorio, a medida que se fuera desempeñando el rol de anfitrión, disponía de sus propios lineamientos cuando el esférico partía desde el círculo central, desdibujando y haciendo engorrosa una competencia que, claramente, necesitaba de un criterio universal para un correcto desarrollo. Fue así que, el seis de diciembre de 1882, la delegación cuadripartita mantuvo un cónclave en Manchester que dio origen a la creación de la International Football Association Board, la cual representó un primer punto de inflexión a tener en cuenta, ya que acarreó la unidireccionalidad de leyes.
Año 1883. El Reino, ante la atenta mirada del monarca Guillermo IV, se vestía de gala para albergar lo que en estos tiempos se conocería como un hito. El mismo poseía una metodología de juego simple, incluía el sistemático modo de “todos contra todos”, disputándose un total de tres cotejos por cada combinado, y quien cosechase la mayor cantidad de puntos sería galardonado y obtendría el título, lugar que llegó a ser compartido, ya que la diferencia de gol no existía en ese entonces y al primer puesto podían llegar dos conjuntos de hombres con camisetas de distinto color.
Claro, algunas de las reglas no eran tal y como las conocemos. Por ejemplo, la victoria sumaba un total de dos unidades al cúmulo de puntos para el vencedor, el empate uno y la derrota cero. Para hacer todo lo más armonioso y parejo posible, en caso de que alguno de los participantes dispute un único partido en condición de local, tendría derecho a acceder a dos en la competición posterior y viceversa.
El enfrentamiento inicial tuvo lugar el 26 de enero de 1884 entre Irlanda y Escocia en Belfast, culminado en victoria con score de 5-0 para los visitantes. Inusualmente, los irlandeses participaron en los tres primeros encuentros en un período de cuatro semanas, motivo de desgaste físico y mental. Los hombres provenientes de los lares del buen wiski demostraron de qué estaban hechos al vencer por 1-0 a los originarios de las tierras del té, que pese a haber anotado 12 tantos debieron conformarse con el segundo lugar.
Ingresando a la parte de la estadística, materia que realmente compete en esta instancia, es merecer destacar que no fue hasta 1906-1907 que ni Escocia ni Inglaterra salieron airosos. Gales derrumbó una hegemonía impuesta por 23 años, en donde los escoceses cosecharon once coronas en soledad, diez fueron para los ingleses y en dos ocasiones aunaron el liderazgo.
Los galeses empezaban a colarse entre las dos potencias mundiales por ese entonces, relegando a Irlanda, unificada por aquellos tiempos, a un cuarto o tercer puesto, convidándose esporádicamente en lo más alto del podio, cuando los cuatro quedaban igualados. Cabe mencionar como hecho interesante, la implementación de un trofeo en 1935, en conmemoración al jubileo de plata del Rey Jorge V, alzado entre Escocia e Inglaterra.
La década del ’50 traería algunos cambios en cuanto a la estructuración. Irlanda, ya dividida, pasaba a ser representada de manera única por los nórdicos y el condimento extra de representar un grupo clasificatorio a los Mundiales de 1950 y 1954 les dio un toque extra, acompañado por el carácter eliminatorio a la Eurocopa de 1968, que se repitió por dos temporadas más. Además, el certamen se vio ligeramente potenciado tras la conquista Mundial de Inglaterra en 1966.
Sin embargo, y pese al protagonismo obtenido en los últimos años, las décadas posteriores significarían la extinción de un fuego surgido hace casi ya 100 años. Los conflictos en Irlanda del Norte en 1980, producto del enfrentamiento entre unitarios y republicanos, el comienzo de la “Guerra Larga” y el saldo de más de 3.500 muertos, hicieron que la competición no se dispute para esa temporada y, apenas, quedaran tres años más de vigencia. Las tres ediciones finales quedarían para el olvido, salvo por un caso en particular. El doblete de Inglaterra entre 1981 y 1983 hacía presuponer que el último podio quedaría para ellos. Pero no. Para asombro de propios y extraños, los players de la tierra del trébol se condecoraron como los ganadores coleros de la competición, finalizando el palmarés con: 54 títulos para Inglaterra, 41 para Escocia, 12 para Gales y ocho para Irlanda, reuniendo títulos individuales y compartidos.
Ánimos para gestar algo nuevo sobraban. El desgano por parte de Inglaterra y Escocia también fue determinante para la extinción, debido a la monotonía y ciclotimia poseída, buscando enfrentarse con rivales de mayor poder. Así fue como en 1985 idearon la Copa Rous, en honor a Sir Stanley Rous, antiguo árbitro, secretario de la Football Association y ex presidente de la FIFA. Las primeras dos ediciones tuvieron a escoceses e ingleses como únicos participantes. Un logro para cada quien llevó a la idea de invitar un conjunto sudamericano para medir fuerzas. Brasil, campeón en primera instancia. Colombia, de segundo lugar en 1988 y Chile, último en 1989, fueron los agasajados de honor que vivenciaron tres de las cinco ediciones disputadas de un torneo que tuvo el mismo final que su antecesor.
En resumidas cuentas, las páginas de oro de la enciclopedia llamada “Fútbol” las comenzaron escribiendo en Reino Unido, con una copa inmersa en el olvido, sazonada con diversos elementos propios y ajenos al juego que llevaron a su extinción en el siglo pasado, justo cuando la moralidad, la ética y etiqueta inglesa parecieran no caber en los estadios modernos.
- AUTOR
- Julián Barral
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