América
Resistir y seguir
«¿Qué más había que hacer para ganarles?» se estará preguntando el plantel japonés que, con mayoría de futbolistas Sub 23, le jugó de igual a igual a Uruguay en el segundo partido del Grupo C. Dos veces se pusieron en ventaja los nipones; dos veces resurgió el conjunto uruguayo, con rapidez, como si nada hubiera ocurrido. Quizá se haya subestimado un poco al rival, aunque los jugadores del equipo sudamericano lo nieguen. Lo cierto es que enfrentaban a un combinado asiático de indudable menor jerarquía, repleto de juveniles que están disputando la Copa América a modo de prueba y que venía de caer por goleada en el debut. Nada preveía lo que sucedió en los 90′: encuentro de ida y vuelta, Japón dominando durante largos pasajes, obligando al error de defensivo y sacando provecho de su velocidad. La Celeste, que no estuvo en su mejor noche, nunca se derrumbó.
Si me pegás, te la devuelvo rápido
Ambos ya habían desperdiciado un par de (buenas) chances para marcar. A los 24′, Diego Laxalt estaba en una pierna desde la jugada anterior y no pudo ni siquiera molestarlo a Koji Miyoshi que, sorprendido por la pasividad del lateral charrúa, quedó frente a Fernando Muslera y metió un certero y potente derechazo al primer palo. Sorpresa en el Arena do Gremio. Y algo de justicia, porque hasta allí había sido un poco mejor lo del invitado, bastante más dinámico que ante Chile.
Sin embargo, solamente siete minutos tardó la Celeste en empatar (pudo haber sido menos por el tiempo que demoró el VAR). En esa primera etapa, Uruguay se había adaptado al partido y no tenía problemas en salir de contra en vez de preocuparse por la posesión. Una pelota aérea buscaba a Edinson Cavani que, en su intento de rematar de volea, recibió un planchazo que Andrés Rojas no vio. La tecnología ayudó al árbitro colombiano y Luis Suárez se encargó del penal. Gol del Pistolero, 1-1 y aquí no ha pasado nada.
El envión anímico casi tiene su premio: un bombazo de Cavani con la zurda desde muy lejos y a pura confianza pegó en el ángulo. El mediocampo no gravitó como sí lo había hecho contra Ecuador, pero Suárez y Cavani se encargaron de casi todas las acciones ofensivas. Japón sobrevivió a los últimos 15′ antes del descanso y renovaría energías para el complemento.
Oportunismo y convicción
Otra vez, en los primeros minutos del segundo tiempo había pasado de todo en ambas áreas: Cavani tiró por arriba una volea y definió muy mal un mano a mano; Shinji Okazaki no pudo darle dirección a su zurdazo, luego de girar como Oliver Atom con lujo incluido. Tras un nuevo ataque colectivo, con varios japoneses en posición de gol, Muslera dio un rechazo corto y Miyoshi volvió a gritar. Entonces, 2-1 para Japón en 13′ y, la verdad, a esa altura ya no era sorpresa porque Japón corría y corría en busca de otro gol.
Igualmente, Uruguay ni se mosqueó por la desventaja, los golpes parecían no dolerle. Y volvieron a pasar nada más que siete minutos para el nuevo empate. Lejos de plancharse, el equipo de Oscar Tabárez atacaba en multitud y, en uno de los tiros de esquina que consiguió, José María Giménez anticipó en el primer palo a los 20′ y cruzó un buen cabezazo. Un 2-2 que era lógico para lo que habíamos visto hasta ese momento.
El buen funcionamiento, la fácil adaptación y una buena lectura de partido hicieron que Uruguay nunca se caiga. Pareciera que el equipo charrúa se potencia en la adversidad. Sabe que le sobra material en todas sus líneas y que, incluso durante una noche en la que estuvo lejos del excelente nivel del debut, puede revertir un partido sin desesperarse. Hasta lo pudo haber ganado en Porto Alegre, pero faltó lucidez para el toque final. Será cuestión de ajustar algunos movimientos defensivos (se notó mucho la ausencia de Matías Vecino en la mitad) para no sufrir por demás y hacer un buen cierre de grupo ante Chile, el choque más atractivo de toda la fase de grupos.
Relacionado
- AUTOR
- Cultura Redonda
Comentarios