Entrevistas
Robin Friday, «un genio intrépido»
Los mitos urbanos siempre son fabulosos o tienen tintes asombrosos, algo que se sale de la lógica, sin embargo el realismo siempre anda por ahí: algo de lo que se cuenta de boca en boca es real, no tan cuento. El fútbol argentino más de una vez ha sabido entrometerse en esos escenarios fantásticos, uno de los más lindos casos es el del Trinche Carlovich, de quien no hay registros de sus gambetas pero es una leyenda. ¿Y si les decimos que del otro lado del océano sucede algo similar? Claro, una especie de Trinche pero a la inglesa y en los años ’70, lo cual implica otro tipo de vestidura: drogas, alcohol, una vida extrema y un talento difícil de igualar. Esta es la historia de Robin Friday, uno de esos locos lindos que cualquiera de nosotros hubiera soñado con tener en su equipo.
Como cualquier historia, hace falta una buena investigación para saber la verdad, así que salimos a la búsqueda de repuestas certeras y charlamos con Stuart Kane, autor de «Man Friday», un libro de dos tomos que intenta revelar las verdades de un hombre fuera de serie. «Quería sacar a la luz su historia y ver qué podía averiguar. Además, traté de buscar la verdad de lo que le había sucedido durante su vida. De hecho, llegué al punto en que tuve que decidir qué incluir y qué omitir: había mucha información», nos contó vía mail y gracias a su novia tucumana, quien se tomó el trabajo de traducir todas las respuestas del inglés al español. Todavía hay gente buena en este mundo.
Pero… ¿Quién fue Friday? Aquí empezamos a desmenuzarlo. Nacido y criado en Acton, un barrio humilde de Londres, a Robin lo persiguieron sus orígenes pero no dejó de destacarse con la redonda. Tal es así que su padre lo llevó a una prueba en el Chelsea y obviamente quedó, sin embargo lo suyo no era el profesionalismo. Abandonó el colegio a los 15 años y las drogas entraron en su vida, lo cual lo llevó a cometer pequeños delitos. Una vida siempre a alta velocidad no suele terminar bien y, tras algunos robos, fue arrestado y llevado a una correccional juvenil, donde se cuenta que fue elegido entre el 11 ideal de los reclusos. «Fue al reformatorio juvenil de Feltham Borstal, el peor de los reformatorios juveniles en ese momento. Fue a la unidad para reclusos con problemas de abuso de sustancias. Esto es algo que lo marcó de por vida, y en su adultez también fue condenado a prisión», sumó Kane. ¿Metió el freno de mano tras esto? De ninguna manera, pisó el acelerador.
Con 17 años se casó con una mujer negra, dato no menor para aquellos tiempos. «Creo que el hecho de casarse con una joven negra, en esa época, cuando había grupos fascistas en Inglaterra que querían que los inmigrantes ‘fueran enviados a casa’, se consideró polémico. Pero Robin no lo vio así: era solo un chico enamorado. El político británico Enoch Powell hizo su famoso discurso conocido como los ‘Ríos de sangre’ en abril de 1968, en donde criticó fuertemente la inmigración de la mancomunidad del Reino Unido, que se menciona en mi primer libro. Fue un discurso que exacerbó el odio racial y la segregación. Robin tuvo muchas peleas y enfrentamientos debido a su relación con Maxine, una mujer que amaba profundamente. Fue un pionero, sin proponérselo. Creo que veía a las personas como tal, independientemente de su color, ideología o estrato social. Consideró que todos los políticos eran idiotas», sentenció Stuart.
«Fue un pionero, sin proponérselo»
Al casamiento no asistieron muchos de sus amigos y su padre se rehusó a acudir, pero él siguió firme con sus convicciones y al poco tiempo su novia estaba embarazada. No quedó otra que salir a buscarse la vida y se volcó al rubro de asfaltadores de tejados, esto no hizo que abandonara el alcohol, las drogas y… la pelota. Primero jugó para Walthamstow y más tarde para el Hayes. Lo que le pagaban por jugar no alcanzaba para nada, así que jamás dejó su otro trabajo y en esa época, nos narró Stuart, sucedió uno de los hechos más trágicos de la vida de Friday: «Llevó una vida realmente extraordinaria, pero creo que recuperarse de la lesión que sufrió cuando se cayó de un techo fue increíble: después de resbalarse de los andamios, fue empalado en una estaca. Muy increíble. La estaca perforó su nalga y pasó por su intestino, de milagro no atravesó el corazón y los pulmones. Él mismo se zafó de la estaca. Fue operado durante seis horas. Tuvo una ostomía, lo que implicó que lleve temporalmente un estoma (una bolsa). Tres meses después del accidente, volvió a jugar al fútbol, lo que es un milagro».
Casi sin tiempo de recuperación, Robin retornó a jugar y al poco tiempo tuvo una gran serie frente al Reading, un team muy superior al Hayes, por la FA Cup. En el banco rival estaba Charlie Hurley y pidió que lo contraten, aunque le quedó en claro que iba a tener una bomba de tiempo, la cual intentó desactivar del modo que mejor sabía: como una especie de padre. Al momento de su debut, Hurley lo sentó y le dijo que jugaría el sábado. «Jefe, le diré una cosa: no beberé, no me pelearé y no iré con ninguna mujer entre ahora y el juego», le tiró Robin y el DT no se quedó callado: «Puedes mentirme una vez, pero no tres». Así fue su relación. Cuando sus compañeros se quejaron por la falta de compromiso de Friday o porque faltaba a los entrenamientos, el entrenador fue claro: «Lo dejaré afuera, pero eso significa que van a perder algunos partidos, y así perderán sus bonificaciones por ganar». Nunca salió del 11 inicial. Sin embargo, el problema no era cómo entrenaba sino su estilo de vida, porque su forma de jugar le impedía no entrenar al 100% y eso le trajo más de un encontronazo con sus compañeros, dado que por su «agresividad» muchos terminaban lesionados. Era un fútbol donde se permitían muchos golpes y Robin también los daba. Probablemente en estos tiempos hubiera sido expulsado en muchos partidos.
«Hubo momentos en su vida en los que Robin lo pasó genial, fue un personaje muy divertido y extravagante, pero también podía ser muy tranquilo y calmo. Tuvo una personalidad muy compleja. Hay algunos que lo describen como una persona de carácter feroz e intenso. Eso fue parte de su vida y las drogas en particular terminaron con su carrera. Y lamentablemente con su vida. Se volvió adicto a un opioide de prescripción llamado Diconal, cuando todavía jugaba profesionalmente al fútbol. Esto fue el inicio del fin. Robin era un hombre de los extremos, para él todo era o negro o blanco, ya sea en el amor, el fútbol, las drogas o el alcohol», reflexionó Stuart, quien también meditó sobre porqué jugó tan poco tiempo, unos seis años de profesionalismo. «Jimmy Andrews, el entonces director técnico de Cardiff City, dijo: ‘Robin tenía mucha habilidad y un increíble cerebro futbolístico’. Lo que Jimmy Andrews también dijo sobre él fue que Robin no empezó a jugar profesionalmente a los 15 o 16 como la mayoría de los jugadores. Robin no se convirtió en profesional hasta sus 21 años y para entonces ya tenía ‘cierto estilo de vida, eso es difícil cambiarlo’. De hecho, fue su estilo de vida el que terminó con su carrera de futbolista, además, se desilusionó con el juego también».
Fue prácticamente imposible domarlo, él hacía lo quería cuando quería. En su primera pretemporada nadie podía encontrarlo, nadie sabía donde estaba. Lo descubrieron en una comunidad hippie. Su estado era lamentable. Imaginen: drogas, alcohol y sin tocar una sola pelota. Sin embargo, siguió siendo el mejor de su equipo. El rumor sobre un cabelludo imparable se empezó a correr y hasta los aficionados rivales comenzaron a visitar la cancha del Reading solo para verlo a él. Lo amaban. Era rebelde y un genio con la pelota. Un coctel ideal para el éxito, pero también para los «escándalos», los cuales le dan más vida al mito.
Jugar borracho, bailar desnudo en medio de un pub, besar a un policía en un festejo de gol o cagarle (sí, sí, leyeron bien) la bañera a un rival: «Hubo ocasiones en las que tomó ‘un trago’ antes de jugar un partido, pero otros jugadores también lo hacían en ese momento. Mickey Thomas, jugador del Manchester United y Gales, solía sentirse muy nervioso antes de un juego y bebía unos tragos para relajarse. Hay evidencia fotográfica de Robin besando a un policía después de anotar un gol del triunfo contra Rochdale en abril de 1975. Puedo confirmar que, como dice en mi segundo libro, Robin no defecó en los zapatos de Mark Lawrenson o en su bolso después del partido de Cardiff City contra Brighton en octubre de 1977. Lawrenson confirmó esto en el periódico Daily Mirror en junio de 2021. Robin pateó a Mark en la cara antes de abandonar la cancha, por lo que no necesitó tomar venganza. Lo que Robin sí hizo fue recoger toda la ropa de sus compañeros de equipo y arrojarla a la bañera del vestuario. Los jugadores de Cardiff tuvieron que pedir prestados los equipos de gimnasia del Brighton para regresar en autobús, ya que toda su ropa estaba empapada. Mientras tanto, Robin se escapó para tomar un tren de regreso a Londres y luego desapareció. Sí defecó en la bañera del vestuario del Mansfield Town, esto fue después de ser atacado en un partido a manos de sus defensores en 1976, cuando jugaba para el Reading FC. El titular del periódico Reading Evening Post el día siguiente, se refirió hábilmente a este incidente: ‘¡El Reading se volvió en un apestoso!’ Sin mencionarlo directamente».
«El policía parecía tan frío y aburrido que decidí alegrarlo un poco», dijo Robin después de darle el beso al agente; la imagen es muy gráfica. Lamentablemente, no hay imágenes, mucho menos videos, de sus jugadas, aunque quizás la mayor tristeza es no tener registros de su gol al Tranmere Rovers. Ese día hasta Clive Thomas, árbitro internacional que dirigió dos Mundiales, se rindió ante el talento de Robin. Las descripciones de aquel tanto cambian según quién lo narre, pero el colegiado hizo algo fuera de contexto totalmente: lo aplaudió por su gran anotación. Tras el encuentro no dudó cuando le preguntaron: «Si no hubiera entrado en la esquina superior de la red, habría roto el poste de la portería. Incluso contra jugadores como Pelé y Cruyff, ese es el mejor gol que he visto».
¿Su estilo era como el de esos cracks? La opinión de Stuart: «Escuché varias veces la comparación de Robin Friday con Pelé o Maradona. En términos de estilo de vida, se pareció más a Maradona, pero sin la riqueza que tuvo Diego. En términos futbolísticos, probablemente se pareció más a George Best, por su nacionalidad y por haber jugado en estadios similares. Robin era un futbolista extremadamente talentoso, pero su único inconveniente era su velocidad, que era más lenta, debido a sus piernas arqueadas y las puntas de los pies hacia adentro. Quizás esto hizo que pueda poner un giro increíble en la pelota y anotar goles impresionantes. Algunos ex jugadores profesionales me dijeron que su habilidad era excelente: era muy especial. Me dijeron que la pelota parecía estar pegada a él y podía hacer lo que quisiera con ella. También fue un jugador agresivo, y recibió muchos ataques en el campo de juego, pero con sus codos afilados, no tenía miedo de luchar y aterrorizar a los defensores. Pero en mi opinión, lo más fascinante de Friday fue su visión del juego y capacidad para predecir los movimientos de los oponentes. Ese talento único que solo los mejores jugadores tienen, el de estar dos o tres movimientos por delante de la oposición».
«Lo más fascinante de Robin Friday fue su visión del juego»
En su tercer año en el equipo, consiguió el ascenso a tercera, pero sus problemas no desaparecieron. Es más, aumentaron. Se volvió a casar, cosa que no lo detuvo y continuó con sus malos hábitos. La situación se volvió insostenible y tuvieron que venderlo. Allí aparece el Cardiff City, que por ese entonces estaba en la segunda categoría, donde en muy poco tiempo se convirtió en ídolo, pero ¿en dónde lo quisieron más, en Reading o en Cardiff?: «Oh, esa es una pregunta difícil, y ambos grupos lo aman. Sin embargo, sus actuaciones más consistentes estaban en Reading, de eso no hay duda. Fue votado héroe de culto en ambos clubes a principios de la década del 2000 en una encuesta nacional, es el único jugador que recibió ese honor entre los 92 clubes de la liga profesional«, reflexionó Stuart. ¿Cuánto jugó en la institución galesa? 21 partidos. Nada, sin embargo lo eligieron como uno de los mejores jugadores de la historia del club. Su arribo a Gales fue como cualquiera hubiera esperado, al estilo de un rockero. Llegó en tren y, ni bien puso un pie en el andén le pidieron el boleto. No lo tenía. Sin escalas a la comisaria. Arrestado en sus primeras horas en la ciudad. Debutó en un Boxing Day de Navidad ante Fulham, donde tiraba sus últimas paredes Bobby Moore y uno que ya nombramos: George Best. No son pocos los que dicen que en nochevieja se lo vio en varios pubs festejando. Al otro día había que jugar y allí estuvo. Best no dijo presente, sin embargo Moore no la pasó demasiado bien. Friday se despachó con dos goles en su primer partido. Así se metió a la hinchada en el bolsillo, aunque al poco tiempo los problemas resurgieron. Todo muy similar a lo que había sucedido en su anterior experiencia dentro de un equipo, aunque aquí sucedió uno de los hechos más icónicos de su carrera.
Cardiff jugó contra Luton Town, allí atajó Milija Aleksic, quien tuvo un duro choque con Friday. El árbitro cobró falta, Robin le ofreció su mano para levantarse, el arquero se la negó y acto seguido lo insultó. Fue como tirarle nafta al fuego. En la siguiente jugada, Robin tomó la pelota, avanzó y sacó un disparo que venció al guardameta. El festejo fue con los dos dedos en V, señal de «fuck off» (vete a la mierda) y con una mirada fija en el portero. Esto le valió dos partidos de sanción y con el tiempo la emblemática imagen hasta se convirtió en la tapa de un disco. ¿Cómo? La banda Super Furry Animals, originaria de Cardiff, tomó aquella foto y la puso de portada de «The man don’t give a fuck» (El hombre al que le importaba un carajo), que dentro tiene una canción con el mismo nombre en la cual repite «You know they don’t give a fuck about anybody else» (Sabes que no les importa un carajo nadie más), unas 50 veces o más según la versión que uno escuche, lo cual es una especie de récord. El tema que más veces dice la palabra «fuck». Todo muy Robin Friday. Es decir eufórico y efímero, algo que quizás hizo que más de uno se olvidara de su figura. ¿Por qué el mundo del fútbol se olvidó de él durante tanto tiempo?: «Pienso que es por la poca cantidad de filmaciones y material fotográfico de él, tampoco había nada realmente escrito sobre su vida. No fue hasta que los Super Furry Animals lanzaron su disco “The man don’t give a f$%^&” lo que provocó un nuevo interés en él. La imagen de Robin haciendo la señal de la V al arquero de Luton Town es ahora mundialmente famosa. Aleksic, sin embargo, pudo levantar la Copa FA en 1981 con Tottenham Hotspur: esta fue una de las ambiciones de Robin», contó Kane.
Más adelante sucedió el episodio donde pateó en la cara a Mark Lawrenson y ese fue el final de su carrera en el conjunto galés y en el fútbol. Solo tenía 25 años. 3000 fanáticos de los «Pájaros Azules» firmaron una petición para que vuelva al equipo, que fue entregada al DT Maurice Evans, quien intentó convencerlo para que regrese. «Robin, si solo te establecieras durante tres o cuatro años, podrías jugar para Inglaterra», lanzó el técnico y el resto de la charla es para poner en un cuadro. «¿Cuántos años tienes?», respondió Friday». «41, ¿por qué?», le dijo Evans. «Yo tengo la mitad y sin embargo he vivido el doble que tú»… así era él. Su vida era un caos y se notaba. Se volvió a casar y a divorciar por tercera vez. Terminó en prisión por fingir ser un policía y robar drogas a quienes se las «incautaba». Se volcó a la heroína y su aspecto decayó increíblemente. Solo habían pasado diez años desde que abandonó el fútbol, pero el final se veía venir. «Robin murió sólo a la edad de 38 años en diciembre de 1990. Su muerte fue caratulada ‘veredicto abierto’. Se sospecha que Robin no tomó la metadona recetada y que probablemente consumió heroína pura, lo que su cuerpo no toleraba. Una tragedia», recordó Stuart, a quien se le hace inevitable no relacionarlo con el Trinche.
«Creo que ambos jugadores son similares, ya que hay muchos rumores y leyendas sobre ellos. Es muy difícil verificar algunas de estas historias. Tomás ‘El Trinche’ Carlovich tuvo una carrera mucho más larga, pero al igual que Robin, solo quería jugar “el juego bonito” por amor al fútbol y para entretener a los fanáticos. Creo que Carlovich solo jugó unos partidos de Primera, y Robin solo jugó hasta la Segunda en Inglaterra. Por otro lado, Carlovich tuvo una vida mucho más larga que Robin, pero lamentablemente también tuvo un final trágico. Como ya dije, la limitación de material fílmico de ambos hombres suma al mito, pero lo que los une es el testimonio por parte de sus compañeros de equipo y los fanáticos que los vieron jugar. Eso los mantiene como grandes jugadores. A ambos les gustó el ‘double nutmeg’, pero odiaron la presión en los niveles más altos del juego. Ambos tenían una habilidad técnica única y jugaban el juego a su manera, pero no les gustaron los sacrificios que tenían que realizar los profesionales. Ambos amaban la pesca y no les gustaba estar demasiado lejos de donde crecieron. Por supuesto, ambos también trabajaron en la construcción. Los une su espíritu y la forma única en que jugaban al fútbol. También creo que hubo arrepentimiento por su parte, por lo que lograron en sus carreras, lo que ambos sabían que podían haber jugado a un nivel superior y cosechar más logros de los que hicieron», comparó Kane. Un mito, una leyenda… Robin Friday fue un hombre vivió al limite o como diría algún rockero: «Vive rápido, muere joven».
- AUTOR
- Facundo Mirata
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