#Rusia2018xCR
Romper el maleficio
Después de 36 años, Alemania enfrenta su segundo partido en un Mundial a todo o nada. Como contamos la última vez, la única ocasión (hasta la derrota reciente ante México) que había perdido su partido inicial en la Copa del Mundo había sido en 1982, cuando Argelia lo sorprendió y ganó por 2-1 con goles del histórico Rabah Madjer y Lakhdar Belloumi. Hoy, 9 ediciones después, está en la misma situación.
En aquel Mundial disputado en España, la Mannschaft aplastó a Chile en la segunda fecha por 4-1. Eso le permitió posteriormente empatar con Austria para ambos conseguir la clasificación en un partido con muchas sospechas. Pero no haremos foco en este partido en particular, sino en el anterior encuentro.
Y es que, en 1982, Alemania superó su caída en la primer fecha con aquella goleada frente a los sudamericanos. Sin embargo, desde 1994, Alemania acarrea con un karma a la hora de jugar su segundo encuentro en un Mundial: De siete encuentros disputados cosechó cuatro empates, una derrota y apenas una victoria. Todo esto en 36 años.
En principio, llama la atención. Sobretodo si tenemos en cuenta que Alemania siempre suele acabar primero en su grupo. Eso no quita que el tropiezo en su segundo encuentro en la competencia viene siendo algo endémico. Pero no pretendemos quedarnos solo en el número, sino analizar esto un poco más a fondo.
Si tenemos que hacer un resumen general, de los siete encuentros, en la mayoría se acabó enfrentando ante equipos que hipotéticamente acabarían en el segundo puesto y así lo hicieron. Pasó en 1994 con España, en 1998 con Yugoslavia y en 2002 con Irlanda, aunque en menor medida.
La única derrota que sufrió Alemania fue en 2010, frente a Serbia. En Sudáfrica, los dirigidos por Joachim Löw no pudieron arrancar de mejor forma: un contundente 4-0 contra Australia, donde no solo mostró un gran fútbol sino un gran estado de todas sus figuras. Sin embargo, frente a los balcánicos fue todo al revés. La expulsión de Miroslav Klose descolocó a un equipo que, aún en su refundación futbolística, su delantero estrella era fundamental a la hora de acabar las jugadas. Un único tanto de Milan Jovanovic acabó por dejar a los germanos con las manos vacías. Lo más curioso es que, en ese Mundial, Serbia quedaría en el último puesto con 3 puntos. Si, esos mismos que consiguió ante la Mannschaft.
Lo que más consiguió el equipo teutón fueron empates, aunque de distinta índole. En 1994, frente a España, ambas empataron en un partido de nivelación de potencias en el que nadie se atrevió a arriesgar más de lo necesario. En 1998 contra Yugoslavia, la historia fue distinta. Después de ir perdiendo 2-0 y a falta de 20 minutos para el final, Alemania remontó con goles de Sinisa Mihajlovic en contra y el eterno Oliver Bierhoff. Contra Irlanda en 2002 fue la misma historia, pero al revés. Un solitario gol de Klose les daba tranquilidad pero, en la última pelota del partido, Robbie Keane lo empató. En 2014, Ghana fue el adversario. Un gol de Mario Gotze a los 50 minutos parecía dar rienda suelta a la goleada, pero Andre Ayew y Asamoah Gyan se encargaron de abofetear a los alemanes en menos de 10 minutos y dar vuelta el resultado. Como en tantas otras ocasiones, Klose fue el salvador de la jornada, decretando el empate final.
En último lugar nos falta analizar su única victoria, aquella con la que anhela repetir frente a Suecia para seguir en la lucha por el bicampeonato en Rusia. Curiosamente fue en 2006, año en que organizó el Mundial y en que su filosofía futbolística cambió radicalmente hasta estos días. Fue frente a Polonia. En un partido parejo y sin mayores ocasiones, Jürgen Klinsmann decidió meter a la cancha a David Odonkor, un ágil y habilidoso extremo por derecha. Él sería quien tiraría el centro para que Oliver Neuville la empuje y decrete la victoria definitiva.
Hay que ser claros. Frente a Suecia, Alemania tiene todas las de ganar. No solo por nombre, sino por tener una idea de juego consolidada y, sobretodo, mejores intérpretes que su rival. Además, este Mundial nos ha dado, desde las estadísticas, tanto rachas negativas que se cortaron (Uruguay no ganaba su primer partido en una Copa del Mundo desde 1970) como rachas positivas (Desde 1994 en adelante, Argentina había ganado todos sus partidos iniciales). Ésta será otra prueba más. Al fin y al cabo, este karma solo lo puede romper su protagonista: Nada más ni nada menos que la propia Alemania.
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- AUTOR
- Bruno Scavelli
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