Argentina
«Si no pasa por la emoción, el fútbol es una porquería»
«Por supuesto Facundo, cuando vos quieras charlamos», así comenzó esta entrevista que no parecía sencilla de conseguir pero que encontró un receptor amable y predispuesto. Ángel Cappa hace rato vive en España, sin embargo no se aleja de sus raíces y mucho menos de esas que lo posicionan política y futbolísticamente. Tiene muchos detractores y varios que darían cualquier cosa para tomarse un café con él. Una charla condimentada con un poco de todo y que te deja lleno, sin dudas, pero mejor pasemos al plato principal.
CR: ¿Qué es ser de izquierda?
- En primer lugar, es ser anticapitalista. No concibo alguien que sea de izquierda dentro del capitalismo, porque la izquierda significa desear un orden distinto. Una sociedad diferente, que sea justa y que sea auténticamente democrática. Por lo tanto, anticapitalista, porque el capitalismo es un sistema injusto. Es un sistema que se basa en la explotación y que genera desigualdades. Es incompatible con la democracia. Es donde un grupo muy minoritario de súper millonarios se aprovechan del esfuerzo del resto de la humanidad, y me interesa una sociedad mejor, más humana.
CR: ¿Vos te definís como un hombre de izquierda?
- Soy un hombre de izquierda. No podía ser menos. Mi papá era peluquero. Tengo hijos y nietos de clase trabajadora y por lo tanto respondo por los valores de mi clase, de mi barrio.
CR: ¿Por todo esto es que apoyaste a la izquierda en las elecciones?
- Claro. Creo que, por primera vez en mucho tiempo, la izquierda se hace cargo de los problemas concretos de la clase trabajadora, de las clases populares, y tiene valores muy claros, en el sentido de que no están aquí para trabajar por nosotros o para nosotros, sino con nosotros . Y eso es un cambio fundamental de la política. La izquierda siempre fue un grupo elitista separado de la clase trabajadora, y esta vez se ha insertado en ella, en las clases populares, y por lo tanto es muy necesario contar con ellos. Contar en Argentina con un movimiento político realmente de izquierda.
CR: ¿Todo esto puede haber hecho que la izquierda se convierta un poco en la tercera fuerza en las elecciones?
- Sí, yo creo que sí. Estas elecciones han sido un impulso muy importante. Hace muy poco que el Frente de Izquierda Unidad se creó, hace apenas diez años. Esta ha sido una elección con una visión muy alentadora, como para seguir luchando, porque en eso consiste: en la lucha para tratar de ir cambiando lo que significa la sociedad capitalista.
CR: ¿Qué te parece el avance de la nueva derecha, esa que muchos tildan como “derecha revolucionaria” o de armas tomar?
- Eso sucede porque la clase trabajadora no encuentra una izquierda que sea capaz de acompañarla en su lucha y por lo tanto estos grupos, que son fascistas, neofascistas, dan la imagen de ser antisistema cuando en realidad están absolutamente a favor del sistema. A favor de los millonarios, a favor de las élites dominantes, pero digamos que dan otra imagen, una imagen de rebeldía. Y al no encontrar una izquierda en Brasil y en otros lugares, acá en España también, entonces se recuestan en lo que aparentemente son movimientos antisistema y rebeldes, cuando son todo lo contrario.
CR: ¿Y cómo ves a la juventud que se vuelca hacía ese lado?
- Lo que sucede es que los medios de comunicación empeñan en despolitizar y en quitarle el concepto político a la gente. Transformarla en ciudadanos seguidores de líderes. Los dueños de los medios de comunicación pertenecen a esa élite dominante. Eso es muy fuerte y en las redes también están presentes, y la juventud que no tiene todavía una conciencia política clara, por ausencia muchas veces de la militancia de izquierda, se aferra a lo que, insisto, da la sensación de rebeldía.
«Los medios de comunicación empeñan en despolitizar»
CR: ¿Cómo nacieron tus pensamientos de izquierda en tu juventud?
- Pasa que viví las injusticias y las humillaciones de la clase trabajadora en mi familia y en mi barrio, pero no sé por qué se me ocurrió preguntarle a mi abuela, que era mujer española que trabajaba en el campo, y me contó su vida. A mí me pareció algo tremendamente injusto lo que le había pasado en toda su vida, y me lo contaba con resignación. Como si fuera una cosa natural: a los pobres les corresponde ese camino y los ricos, por obra de la divinidad, están en otro status. Después de grande tuve relaciones con gente política del peronismo de base, que era una corriente de izquierda dentro del peronismo. Nosotros pensábamos en acompañar a la clase obrera, pero cuestionamos a Perón, porque entendíamos que nunca le iba a dar el liderazgo a la clase obrera y nunca iba a tratar de combatir el capitalismo, a pesar de que en la marcha peronista hay una estrofa que dice “combatiendo al capital”, pero eso los peronistas se han olvidado. Perón era un político muy hábil para aglutinar mucha gente, pero hay distintos peronismos, el de (Rodolfo) Ortega Peña, de (Raimundo) Ongaro, de John William Cooke y está también el peronismo de la burocracia sindical, de la burocracia política. Perón manejó todo eso de acuerdo a su conveniencia y sin pretender jamás salir del capitalismo. No obstante, de 1945 a 1955, cuando fue derrocado por las fuerzas armadas, le dio un alivio muy importante a la clase trabajadora. Mi papá se pudo comprar una casa, nos pudo mandar a la escuela y a la Universidad. De eso la clase obrera no se olvida nunca. Es lógico, pero después viene el análisis político, que es un tipo con un bombo que decía “viva Perón”. Ahí se terminó el análisis político. El peronismo tuvo sus cosas muy buenas y esa traba para que la clase trabajadora asumiera el liderazgo del cambio. La famosa frase de Perón “de casa al trabajo y del trabajo a casa”, pues lo dice todo. Pertenecí a la izquierda del peronismo, porque pensábamos que sin la clase trabajadora era imposible intentar cualquier cambio, cosa que la izquierda en ese momento no entendía. La izquierda trotskista, el partido comunista, siempre estaba al margen de un cambio, pero el trotskismo creía el foquismo y tiraba panfletos que eran incomprensibles para la clase trabajadora. Lo mismo ocurrió con el anarquismo a principios del Siglo XX. Tenían una voluntad tremenda y entregaban la vida, pero no podían entender a la clase trabajadora autóctona. Afortunadamente, la izquierda ahora está en eso, en lo que espera la clase trabajadora, dentro de sus necesidades. Además, algo muy importante es que no aparece un político de izquierda diciendo “vamos a trabajar para ustedes”. A mí eso me ofende cuando un político dice eso. No quiero que nadie trabaje por mí. Vamos a trabajar juntos, acompáñame. Y si estás dentro del gobierno, obedéceme, porque esa es la función de un gobernante: obedecer. La soberanía no recae en el parlamento, sino en el pueblo. Todo está cambiando y afortunadamente dio su primer paso. El asunto es prolongado. Para largo tiempo.
CR: ¿Qué te genera la desigualdad?
- En mí genera una rebeldía. Es una injusticia muy grande. Es para rebelarse viendo que hay gente que no tiene para comer, que no le alcanza el sueldo y tiene una vida de penurias, de miseria. De no tener un remedio para darle a sus hijos, eso me genera rebeldía. No me resigno, ni me conformo. Cuando tenía 18 años o 20, me decían “ya vas a sentar cabeza”. Tuve ese miedo. Decía “cuándo llegará ese momento, por favor». Estaba muy temeroso de que efectivamente me llegara el momento de sentar cabeza, pero ahora estoy un poco más tranquilo porque ya no tengo tiempo de sentar cabeza (risas).
CR: Un familiar, una vez me dijo: “Esos son pensamientos de gente joven, cuando crezcas se te van a ir”. ¿Es así?
- No hay nada más repugnante que una persona que de joven haya entendido cuál era el plano de injusticia, en donde uno vive, ya acomodado y de más grande tenga otra mentalidad. Para mí eso es repugnante. Eso es peor que ser facho de chiquito y seguir siéndolo de grande. Es peor. Te dicen: “Lo que pasa es que yo ya soy grande. Ya entiendo la realidad”. Eso es una resignación repugnante.
CR ¿Es penoso resignarse?
- Claro que sí, porque la lucha es dignidad. Estamos peleando por algo que nos pertenece. Nos roban la posibilidad de ser felices. Nos roban la posibilidad de tener una vida digna. Entonces ¿qué nos queda? Nos queda decir no, no quiero eso. Nos queda decir “hago lo que puedo para que esto cambie”. Hay una anécdota que nos contaban cuando militábamos en los ’60 y los ’70. Un viejito estaba con una pala y un balde, sacando una gran montaña que tenía enfrente de su casa. Un tipo se le acerca y le pregunta qué está haciendo. “Sacando la montaña”. “Pero con una pala y un balde no va sacar la montaña”. “No, yo no, pero los hijos de mis hijos posiblemente lo consigan». Qué le queda a ese viejito: la dignidad. Eso es hermoso, y la alegría de poder luchar con los demás o por mis compañeros para que esto sea justo.
«La lucha es dignidad»
CR: ¿Cómo fue tu época de exilio? ¿Es real que te salvó el fútbol?
- Sí, sí, me salvó dos veces el fútbol. La primera cuando ya estaba la dictadura, en marzo del ’76. Nosotros estábamos haciendo panfletos. Me los llevaba en el auto para al otro día repartirlos. Me pararon en un control, había uno o dos autos delante mío, y yo tenía el auto lleno de panfletos. No tenía escapatoria. Un militar me pide documentos, me mira y me dice: “Ah vos sos Cappa, el que juega fútbol”, “sí, ¿hay algún problema?”, “no, no, es de rutina, dejalo pasar”. Y no me revisó. Después, cuando vine a España. Me vine con $200 en el bolsillo y estuve durante diez años tratando de salir adelante. Hacía changas, cualquier cosa para poder subsistir, y después hice el curso entrenador, me relacioné con el fútbol, empecé a entrenar, y otra vez el fútbol me dio la posibilidad de una salvación económica. Poder vivir desahogadamente y ayudar a mis hijos. De modo que el fútbol me salvó dos veces.
CR: Mucha gente no conoce esa etapa de tu vida, donde prácticamente te la rebuscaste. ¿Cómo fue?
- Llegue acá en septiembre, hace 45 años, no lo puedo creer. Es increíble. Llegué y empecé a hacer cualquier cosa para poder vivir o para alquilar una casa. Escribía resumiendo libros, acá le dicen “trabajo de negro”, porque vos escribís para alguien que no sabes quién es. Vas a una biblioteca, resumís el capítulo y luego se lo entregas. Vendí faroles, lámparas. Fue terrible porque soy incapaz de vender nada, pero bueno después trabajé llevando la contabilidad en una tienda de muebles, algo muy rutinario. Hice de todo. Me casé con una mujer española de Madrid, que trabajaba en una compañía aérea. Por eso pude dedicarme hacer el curso de entrenador. Y a partir de ahí, por medio de amigos y de César Menotti, conseguí el primer trabajo en Banfield, que estaba en la Primera B Metropolitana. Así pude tener una vida un poco más desahogada y dedicarme con más tranquilidad a lo que a mí me gustaba, además de ser mi pasión, el fútbol.
CR: Mucha gente te atribuye la bandera “Videla asesino”, que se vio en un amistoso de Holanda contra Argentina en Suiza en 1979. ¿Te hubiera gustado firmarla?
- Sí, claro. Si hubiera llegado antes también hubiera participado, porque además en Suiza no había ningún problema, no se corría ningún peligro. Fui aprovechando que teníamos pasaje gratis por mi mujer, lo que no teníamos era plata para ir a un hotel. Entonces fui a la casa de unos compañeros que estaban exiliados también, ellos estaban haciendo esa bandera. Los acompañé porque iba a ver el partido, por eso me relacionan con esa bandera. Siempre pensé en eso, porque a los muchachos no los vi más: si alguna vez habrán escuchado que me relacionan, deben decir que soy sinvergüenza (risas).
CR: ¿Qué te dejó la pandemia?
- Descorrió una cortina para que veamos lo que es el capitalismo. En una pandemia, donde todo el mundo tiene una enfermedad que te mata, algunos laboratorios se aprovechan de eso, de sus patentes. Los gobiernos votan continuar con esas patentes, en vez de darle libertad a todos los países para que fabriquen la vacuna, y esto se hubiera terminado mucho antes. Sin embargo, se respetó el capitalismo y esto te muestra lo que es, que le importa un comino la salud de la gente. Lo que le interesa es el dinero, a costa de lo que fuere. Exhibe la verdadera cara del capitalismo, porque es increíble que, ante una situación mundial, los países no puedan fabricar vacunas. No solamente eso, el tema de los barbijos. Los que especularon con los barbijos. Un céntimo cuestan los barbijos, acá los vendían a tres o cuatro euros y los buenos lo vendían a nueve. Hay gente que se hizo multimillonaria con la desgracia, porque esto es el capitalismo. La salud es un negocio para ellos.
CR: Podemos emparentar esta charla con el fútbol: ¿Entró el sistema capitalista en el fútbol?
- Totalmente. Ya está. Han dividido, como en todo, Sudamérica y África son simplemente abastecedores de jugadores a los centros de poder económico: Europa, México, Estados Unidos. Para eso están los campeonatos de Sudamérica y de África. Acá los clubes están privatizados, la mayoría de ellos. Hay dos o tres, en España, que no lo están, pero funcionan igual que si estuvieran privatizados. Entonces se hacen dueños multimillonarios de los clubes, desplazando a los socios y a los simpatizantes. O sea, robándoles a los clubes. Además, transmiten al juego los valores y la lógica capitalista. La lógica de las empresas: solo vale ganar, solo importa ganar. Lo demás no importa y el juego tenía un significado propio. El juego era un modo de expresión, de comunicación de las clases populares. No solamente era diversión, sino que daba un sentido de pertenencia, de identidad. Todo eso no importa, lo único que importa es ganar, porque el que gana vende. Claro que sí, el capitalismo se metió absolutamente en el fútbol.
«Lo único que importa es ganar, porque el que gana vende»
CR: ¿Qué te genera esta actualidad, esta realidad en la que hay pocos equipos que concentran a todas las figuras?
- Decía (Jean-Paul) Sartre que “el fútbol es una metáfora de la vida, es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad”, donde el 1% de los millonarios tiene más que el resto de la humanidad. Esto es lo mismo, jeques árabes, fortunas dudosas que nadie investiga. Tienen dinero para hacer lo que pasa en el Paris Saint Germain, que está Qatar detrás de todo esto. Y fíjate los jugadores que han comprado, incluyendo al mejor del mundo. Hace poco en un artículo, un poco en broma, dije que, si sumamos lo que costaron todos los jugadores que compró el PSG, se puede pagar la deuda externa de Argentina, Brasil y Colombia juntos. Sin embargo, todavía no lo vi jugar bien. Ganar gana porque son jugadores que aún jugando mal te ganan partidos.
CR: ¿El fútbol es un bien común?
- Claro que sí. El fútbol, una vez que los ingleses lo difundieron por todo el mundo, enraizó en los barrios populares, en los barrios periféricos de todas las ciudades del mundo. Entonces fue algo nuestro. La gente de las periferias tiene algo marcado: el ser para otros. En cambio, con el fútbol éramos nosotros. “Este soy yo, mirá lo que hago”. Era nuestro. Que primero las clases dominantes lo veían como una cosa de las periferias. Después, cuando descubrieron que había un negocio descomunal, ya lo empezaron a ver de otra manera, se fueron metiendo de a poco, y ahora se apoderaron de eso que era del pueblo. Y por eso ahora ya no hay un sentido de pertenencia, el jugador que juega en el PSG o en los grandes equipos ya no sabe para quién juega. ¿Para el barrio, para el club, para su gente? Ya no sabe. Lo han tergiversado totalmente y se lo han quitado a la gente. Imaginate un tipo que es hincha de cualquier equipo, de España, por ejemplo, y que no haya ningún jugador español. O el Real Madrid, que no haya un solo jugador nacido en Madrid. Antes, jugar en un equipo representaba otra cosa. Ahora ni siquiera los colores de la camiseta respetan, la cambian siempre para venderla. Porque el capitalismo no respeta nada. Lo único que respeta es el triunfo, y no le importa cómo se consigue. “Hay que ganar como sea”. A nosotros nos tildan de vende humo, pero esa frase nadie la explica. ¿Qué significa? No importa, porque hay que hacerlo, ganar es lo único que respetan.
CR: Enlazando un poco a lo que hablaba de la venta de camisetas, cómo se explica que un pibe de África o de América hinche por un club que no va a ver en vivo nunca, por ejemplo.
- Eso es por los medios de comunicación, que están en todos lados. Lo lógico sería que ese pibe de África tenga la camiseta de su equipo y no de Cristiano Ronaldo, o de un jugador del PSG. Yo cuando era pibe usaba la camiseta de Villa Mitre (Bahía Blanca), era la que más quería, porque era la camiseta de mi barrio, eso era mío. Sí que miraba o escuchba partidos de otros equipos, naturalmente. Pero ahora la televisión y la publicidad hacen que el pibe, en lugar de ver a su equipo, mire por televisión al Manchester United. Porque le dicen por la televisión que el United es una cosa maravillosa, extraordinaria, extraterrestre, y el pibe quiere la camiseta de Cristiano Ronaldo en vez de la del muchacho que está jugando en el equipo de su barrio. Por eso sostengo que nos quitaron el fútbol, nos quitaron un bien común.
CR: ¿Cree que sería bueno que la gente del ambiente del futbol empiece a hablar de esto para que el público se ponga a pensarlo?
- Por supuesto que sí, pero los jugadores de fútbol tienen infinidad de presiones. Los jugadores de Sudamérica, de África, lo que quieren es salvarse económicamente. Y no quieren meterse en problemas, porque entonces los van dejando de lado. Salvo que sea un crack extraordinario. Pero todavía hay jugadores que hablan, por ejemplo (Toni) Kroos ha dicho que ir a jugar el Mundial a Qatar es una barbaridad. Donde 6.500 obreros que trabajaban en las obras, han muerto por las terribles condiciones de trabajo. Todavía hay gente, muy poca. Pero siempre la gente que quiere cambiar el orden opresivo, es una minoría. En Argentina se habla de 30.000 desaparecidos, una minoría. Las mayorías, no tienen tiempo, trabajan 12/14 horas, llegan a su casa, prenden la tele y miran al último idiota que aparece diciendo cualquier cosa. Para lo único que le alcanza el tiempo es para sobrevivir.
«Siempre la gente que quiere cambiar el orden opresivo, es una minoría»
CR: Todavía hay gente que piensa que la política y el deporte no tienen nada que ver. ¿Qué le dirías a esa gente?
- Es tan simple como ver que, por ejemplo, acá en España, si sale campeón el Real Madrid, va a festejar al ayuntamiento, a la comunidad de Madrid, se abrazan con los políticos. Si te fijas bien, cuando se levanta una voz de izquierda, dicen que no se meta en política. Pero si hablas a favor del sistema, a favor del régimen capitalista, estas bien mirado.
CR: ¿Te trajo problemas en la vida el expresar tu manera de pensar?
- Sí, por empezar estoy acá en España por eso. En el fútbol tuve enfrentamientos con tipos de derecha o que salen a decir cosas cuando aparece una entrevista mía. Pero eso, digamos, me enorgullece. Cuando habla algún periodista o algún político, yo le digo a mis hijos “mirá quien está en contra mía”, y para mí eso es un mérito. Digamos que hay enemigos que me dan más valor. Para la final de la Copa América me preguntaron que esperaba de ese partido y dije que esperaba que Argentina jugara bien y que ganara el partido mereciéndolo. No sabés la cantidad de mensajes que me llegaban “yo quiero ganar en el último segundo con un gol con la mano”, y yo pienso, esto es terrible. Si ganamos en el último minuto, jugando mal, fenómeno. Pero si me preguntan qué espero o qué quiero, yo quiero que gane jugando bien. A veces veo a tipos, periodistas, que están en contra mío y me hace feliz, y no es una ironía.
«A veces veo a tipos, periodistas, que están en contra mío y me hace feliz, y no es una ironía»
CR: Hablemos de Messi. ¿Qué te pasa cuando un tipo como Messi termina llorando cuando gana la Copa América?
- Pienso en todas las críticas que recibió injustamente. Porque le decían que eran unos fracasados a unos muchachos que llegaron a tres finales. Eso es un éxito tremendo. Dos de América y una del Mundo. Después, las finales, como dijo Cruyff, se ganan o se pierden en detalles. Yo creo que lo hacen por rating. Es muy fácil insultar atrás de un micrófono, yo no sé si mano a mano los insultarían. Se olvidan que Di Stefano ni siquiera jugó un Mundial. Que Cruyff no ganó un Mundial, y tantos grandes jugadores que no ganaron un Mundial. La exigencia con Messi es algo increíble, con un tipo que ha hecho maravillas. Recuerdo haber visto un Barcelona 4 -Arsenal 0 en el Camp Nou, Messi hizo los cuatro goles, yo ese día terminé llorando de emoción. Él sintió un alivio terrible, por fin me pude liberar de toda esta basura que me han tirado encima durante tanto tiempo.
CR: Explíqueme ¿Qué lo llevó a llorar en ese partido contra Arsenal?
- Bueno, eso es algo que te pasa en el cine, hay escenas, actuaciones, que te hacen saltar las lágrimas. Y sos consciente de que estás viendo algo que es una obra de arte, que no tiene que ver con tu realidad, pero sin embargo te genera una emoción. Y a mí el fútbol me genera esa emoción. Es que, si no pasa por la emoción, el futbol es una porquería para mí. Hay tipos que se conforman con otra cosa porque les llena el bolsillo. Cada uno es cada cual. Cuando estoy viendo un partido acá, enseguida llamo a mis amigos de Argentina para compartir esa emoción que me genera el fútbol. Y hay partidos que los estoy viendo, pero son aburridos y cambio de canal, me pongo una película. Si no me emociona no sirve.
CR: ¿Te pasa seguido eso?
- Actualmente sí, bastante seguido. Y hay equipos que no voy a nombrar para no generar lío, que directamente no los veo. Hay un tipo de fútbol que yo no miro. Hay un equipo de Mourinho, yo no lo miro. No digo si es malo o si es bueno, a mí no me interesa eso. Por más que sea campeón del mundo todos los años. Como hay películas o series que sé de qué van, como El Señor de los Anillos o Juego de Tronos. No digo que sean malas o buenas, no me interesa. Lo mismo me pasa con el juego de Mourinho.
CR ¿Qué te pareció el trabajo de Scaloni en la Selección?
- Muy bien, hicieron y están haciendo un trabajo formidable. Yo también tenía dudas, porque no tenían experiencia. Ojo, tenía dudas y nada más, no porque no tenga experiencia tiene que ser malo. Yo conozco entrenadores con 20 años de experiencia que son un desastre. Y muchachos jóvenes que son muy buenos entrenadores. Y ellos le demostraron a todo el mundo que son un cuerpo técnico inteligente que ha hecho las cosas de tal manera que nos sentimos todos muy orgullosos.
«Conozco entrenadores con 20 años de experiencia que son un desastre»
CR: ¿Crees que es difícil trabajar en el futbol argentino con todas las falencias que hay?
- Difícil no, es imposible. Prácticamente imposible. Te llegan los jugadores con 20 horas de viaje, con 40 mil partidos encima, llegan cuatro o tres días antes de un partido. Vos no podés hacer nada. Es mucho más teórico que lo que pueden trabajar en la cancha. Es muy poco tiempo el que tienen para trabajar y un equipo de futbol, al igual que una compañía de teatro, es producto del ensayo. Lo que están haciendo bien en la Selección Argentina es mantener una base de equipo titular. Por más que no puedan entrenar juntos, que jueguen casi siempre los mismos ya va generando una complicidad.
CR: Hay mucha gente que dejó de mirar a los jugadores con ese fastidio que se arrastraba…
- Eso es algo muy bueno, formar una comunión entre el público y el equipo. Eso es algo que no es fácil de lograr y lo han logrado.
CR: ¿Miras fútbol argentino?
- No, pero porque acá no lo dan. Veo todos los resúmenes, aunque sobre un resumen no se puede opinar.
CR: ¿Seguís sosteniendo que el fútbol argentino se transformó en tramposo y corrupto?
- Yo no fui el que originalmente dijo eso. Esa frase la dijo (Gerardo) Martino, y yo lo miré y dije “tiene razón”. Nunca se investigó nada de todas las sospechas que ha generado el fútbol argentino. El slogan de campaña de uno de los primeros presidentes de la AFA fue “terminaré con los sobornos en el fútbol argentino”, no terminó con nada y duró un año (1934). En una época tuvieron que contratar árbitros ingleses (década del ’50), porque era tal la compra de partidos. Nunca se investigó nada. Por supuesto que es un fútbol corrupto y tramposo.
CR: Vamos para otro lado, defíname ¿Qué es ser vende humo?
- Vender humo es decir algo que no tenga consistencia, que no tenga realidad, que detrás de ello no haya nada. Ya te digo “ganar como sea”, eso es ser vende humo. A mí me dicen vende humo, pero si yo digo que quiero jugar bien ¿Por qué vendo humo? Yo quiero jugar bien y lo intento, a veces me sale y a veces no.
CR: ¿Crees que el futbolero argentino te asocia con esa frase? ¿Te molesta?
- No, no me molesta. Una vez que vos opinas, estás perdido. Si salís a la calle y decís “que buen tiempo hace” en un día de sol, va a haber gente que le gusta la lluvia y dirá: “¿Que dice este idiota, que hay buen tiempo?”. Si vos no opinas, no vas a tener enemigos, pero tampoco vas a tener amigos. A mí me llama la atención el empeño que ponen en tildarme de vende humo, y yo soy uno más, soy un entrenador más. Pero lo que digo los pone en evidencia. Es esa gente de derecha, que dicen que hay que ganar como sea, que lo único que vale es ganar.
«A mí me llama la atención el empeño que ponen en tildarme de vende humo»
CR: ¿Crees que lo de la gente puede venir un poco por las comparativas que no son de lo más común, de comparar, por ejemplo, un equipo de fútbol con una compañía de ballet?
- Puede ser, nunca me puse a pensarlo así. Lo que sí te puedo decir es que este mensaje, en estos momentos, va a contramano. Esto ocurre desde los años ’60, después de que a Argentina le fue mal en el Mundial ’58, empezó a haber otra corriente futbolística. Hasta ese momento no había discusión, había que jugar bien y jugar mejor que el adversario. Siempre cuento la anécdota de que jugando la Baby Fútbol, un día ganamos 17-4, y el entrenador nos dijo que habíamos sido un desastre, que habíamos ganado porque los rivales eran malos. Fijate el concepto que había de fútbol. Ahora si ganas 1-0 salís a festejar, aunque el rival haya pegado cuatro tiros en los palos. Entonces, si vos defendés aquello, les molesta. Una vez le pregunté a Cruyff porqué no hay más entrenadores que adhieran a esta manera de pensar, me dijo “porque hay que saber”. Para lo otro no, luchar y correr lo hace el kiosquero de la esquina.
CR: Volviendo un poco a lo que hablábamos al principio, juega mucho eso de querer todo ya, ahora, rápido y fácil…
- Por supuesto, un tipo pierde cuatro, cinco partidos, listo, fuera, no sirve para nada. (Alex) Ferguson estuvo en el Manchester United cinco años sin ganar nada. Ahora lo hubieran echado a la mitad del primer año. Y después de esos cinco años, ganó todo.
CR: ¿Cuánta gente te habla del famoso Vélez-Huracán?
- Hace tres meses, me hicieron una nota desde Alemania y me preguntaron por ese partido. Fue un robo tan escandaloso, tan terrible fue eso. En Montevideo me invitaron a un congreso en el que estaban los últimos entrenadores campeones, y cuando me presentaron dijeron “Ángel Cappa, que le robaron el último partido, pero para nosotros es el campeón”. Los taxistas acá en España me dicen “Ángel, cómo te han robado”. Hasta Alfredo Di Stefano me dijo “te afanaron”. Y yo creo que es injusto con Vélez. Vélez fue un digno campeón. Pero claro, lo que hizo el árbitro en el último partido, los perjudica también a ellos, porque no merecían ganar de esa manera. Esa final generó un sentido de injusticia en mucha gente. Otra gente se alegró, pero eso siempre ocurre. No se puede lograr la unanimidad y está bien que no se logre, porque la democracia significa eso también, que haya discrepancia.
«Hasta Alfredo Di Stefano me dijo ‘te afanaron’”
CR: ¿Es cierto que todos los días pensas en ese partido?
- Si, es cierto, todos los días en algún momento pienso qué tendría que haber pasado, tendría que haber salido el arquero antes, tendría que no sé qué… Siempre pienso algo, pero también pienso que ya pasó y que no hay nada que hacer. También pienso que me quedó un afecto muy perdurable con la gente de Huracán y eso es muy reconfortante.
CR: ¿Le da vergüenza esos últimos minutos insultando?
- Es que te das cuenta que te están robando, yo vi a alguien del banco que no fue (Ricardo) Gareca ni el “Turu” (José) Flores, tirar las pelotas afuera de la cancha. El partido estuvo parado cuatro minutos después del gol de Vélez, y después ocho minutos porque la pelota salió afuera y no había más pelotas. Yo los vi, les fui a decir, «bueno muchachos, vamos a jugar al fútbol», ahí me cargaron, entonces perdí la chaveta (NdR: se volvió loco) y me da vergüenza y bronca, porque no tengo porqué perder la chaveta. Cuando lo miro por televisión, cambio de canal.
CR: ¿Te hubiese gustado tener el VAR en ese momento?
- No, y menos en Argentina, porque también hubiese estado sobornado el tipo del VAR. El VAR forma parte de una invasión de la tecnología en el fútbol que todo lo mide y lo cuantifica, y el fútbol no es cuantificable. Te pueden medir la cantidad de pases acertados o errados, pero no te pueden medir la calidad del pase, que es lo esencial. Es como que te quieran medir el amor, y te miden la cantidad de orgasmos que has tenido en el último mes. No se puede cuantificar el amor, en el fútbol pasa lo mismo. Han cobrado fuera de juego por un centímetro del hombro, eso es ridículo. Se está aplicando un criterio tecnológico, pero no hay un criterio futbolístico. Estoy totalmente en contra del VAR. Lo único que es válido es saber si la pelota cruzó la línea o no.
«Un crack es el que hace lo que hay que hacer y un genio es el que inventa lo que no está escrito»
CR ¿Qué te causó la muerte de Maradona?
- Un dolor muy grande, porque Maradona nos ha hecho felices durante mucho tiempo. Era un genio futbolístico, un crack y un genio. Un crack es el que hace lo que hay que hacer y un genio es el que inventa lo que no está escrito. Y además era un tipo que nunca traicionó a su gente o su clase y por eso lo odiaba también la derecha. A la hora de la verdad siempre ha estado con su gente. Se han aprovechado de él hasta último momento.
CR: Leí que ha dicho que para una cena, elegiría al Che Guevara…
- Su figura me genera un respeto enorme, un agradecimiento tremendo. Es un tipo que dio la vida en favor de los oprimidos. Me produce un respeto extraordinario y un agradecimiento eterno. Para un asado hubiera llamado a San Martín, Bolivar, Artigas y al Che, que son gente que han dado la vida por una causa justa. Para que la sociedad sea más justa, para que el mundo sea más justo.
- AUTOR
- Facundo Mirata
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