Historias
Sólo se trata de vivir
Murallas y murales, quizás sea todo lo que tenga para ofrecer la Ciudad de Londonderry (para los unionistas protestantes partidarios de la corona británica), o Derry (para los católicos partidarios de la unificación de las dos Irlandas), según quién la anuncie, a quién la visite. Esta pequeña urbe de algo más de 90 mil habitantes es, así y todo, la segunda en importancia de Irlanda del Norte después Belfast, la capital.
Las murallas erigidas en el Siglo XVII por los colonos británicos se extienden por cerca de intactos dos kilómetros. Pero los murales que adornan, intimidantes, las medianeras de casas y cualquier espacio de pared que sirva para contar la historia reciente de un país consumido por un conflicto político-religioso que lo llevó a la destrucción, son un auténtico libro de historia a cielo abierto.
Entre tantos, hay uno más famoso que todos, con la frase: “You are entering Free Derry” (Estás entrando a Derry libre). No encierra ninguna cualidad estética en sí mismo, pero es todo un símbolo de lo que pasó y en buena medida sigue pasando en este país y particularmente en esta ciudad a partir del año que fue pintado, 1969, por el activista republicano John Casey el día que recrudecieron los “problemas”, con ese eufemismo es mencionada la guerra entre las dos facciones, en La batalla de Bogside y que significó la explosión de un conflicto que se fue amasando durante siglos.
EL CONTEXTO LO ES TODO
Tras la invasión de los normandos católicos, con autorización del Papa, a una isla de Irlanda habitada por tribus celtas en el Siglo XII, el destino de los mismos se vio atado a las vicisitudes de Inglaterra, lo que convirtió al catolicismo a los pobladores.
Cuando en el Siglo XVI, el Papa de turno se negó a anular el matrimonio de Enrique VIII, este se desligó de la iglesia católica y adoptó el protestantismo a través de la iglesia anglicana y quiso hacer lo propio con todos sus reinos. Pero ya era demasiado tarde para convencer a los irlandeses. A partir de ahí, el conflicto religioso tomó el protagonismo en la relación entre las dos principales islas.
Mucho peor cuando en el Siglo XVII, Jacobo I de Inglaterra comenzó un proceso de colonización del Ulster, una provincia del norte de Irlanda particularmente reticente a los intereses de la corona, confiscando tierras a los nativos e implantando colonos escoceses e ingleses protestantes en su lugar.
Le siguieron cientos de años de dominación de la minoría protestante sobre la mayoría católica donde el maltrato, el hambre los derechos vulnerados y la libertad maniatada fueron rutina, hasta que el hastío hizo que en 1918 el Partido Republicano: Sinn Fein (brazo político del IRA) lograra una importante cantidad de escaños en el congreso británico, pero en lugar de ocuparlos, formó un parlamento, su propio parlamento que reclamaba el dominio en toda la Isla. Claro, en el norte, más precisamente en el Ulster, la población insertada y protestante había votado a los pro-británicos, dando lugar al inicio de la guerra de la independencia, la cual tuvo su fin en el Tratado Anglo Irlandés de 1921 donde se acuerda la partición del Irlanda.
NDCR: Atentos que la historia continúa a día de hoy, a principios de mayo de 2022, el Sinn Fein logró mayoría de escaños en las elecciones al parlamento de Irlanda.
Por un lado, la República de Irlanda, independiente con su capital en Dublín y población preponderantemente católica, e Irlanda del Norte con capital en Belfast, conformada por los condados del Ulster (no todo, ya que algunos condados quedaron del lado republicano) y de mayoría protestante y unionista, aunque con una fuerte presencia de población católica y preferencia por una Irlanda unida y única.
A TODO ESTO, ¿Y LA PELOTA?
En Derry, el Río Foyle separa la ciudad en dos. Del lado este, llamado waterside, viven los protestantes. Allí, los faroles de las calles y los cordones de las veredas, están pintados con los colores de la Unión Jack (azul, blanco y rojo). En el lado oeste y más cercano a la frontera, en el Bogside, los católicos hacen sus vidas. En este sector es donde se produjeron la mayor parte de los conflictos y donde existen la mayoría de los murales, y por alguna razón también es el lugar donde está el club más importante de la ciudad.
El Derry FC fue fundado en 1928 y comenzó a jugar en la Liga de Irlanda del Norte un año después. Su historia en un principio no fue muy diferente a la de cualquier otro club.
En 1965 logró ganar el campeonato de su país clasificando para jugar las copas europeas, aunque siempre fue un equipo bajo el dominio de los más poderosos de la capital, principalmente el Linfield y el Glentoran. También obtuvo tres copas jugando siempre en su estadio de The Brandywell, y más allá de las tensiones del caso por ser un club cercano a un sector de la sociedad asociado a lo republicano y católico, nunca había tenido hechos violentos propios de la sectorización más allá de los propios del fútbol. De hecho, el club nunca se pronunció perteneciente a uno de los lados e incluso en sus filas militaron jugadores protestantes.
Aunque ya en la copa de campeones de Europa de ese año, el club tuvo la primera alarma de que algo estaba por pasar. Después de eliminar al FK Lyn de Noruega en la primera ronda, primera vez en la historia que un club norirlandés superaba esa fase, en la segunda ronda donde le tocó enfrentar al Anderlecht de Bélgica, no pudo jugar el partido de vuelta de local porque la Asociación de Irlanda del Norte aduciendo que su estadio y la zona en la que estaba enclavado, no cumplía con las condiciones de seguridad adecuadas no se lo permitió, dejando al Derry afuera de la competición.
Pero su suerte, como la de todo el país, empezó a cambiar en 1968. Cuando, un poco influenciadas por los movimientos sociales que estaban aconteciendo en el mundo ese año, se empezaron ver los primeros disturbios callejeros en protesta por la discriminación que sufría la minoría católica principalmente a la hora de conseguir vivienda y empelo, y se creo la Organización por los Derechos Civiles de Irlanda del Norte con el objetivo de exigir la desaparición de todos los agravios para con la comunidad que representaban.
La escalada de violencia tuvo su punto culmine en agosto del siguiente año, donde las fuerzas de seguridad reprimieron con dureza, y particular ensañamiento, una manifestación nacionalista e intentó entrar en vano en el barrio amurallado en un combate que ocupó dos días y se extendió a todo Irlanda del Norte, llegando al corazón de Belfast. En total, los disturbios generalizados por todo el país duraron cinco días y a partir de ahí todo el odio contendido durante siglos estalló, llevándose puesto todo en su camino incluido al Derry FC.
El estadio de Brandywell se encuentra en una colina en el corazón del Bogside, a pocos cientos de metros del río, entre un caserío y el cementerio. Para llegar a él, las hinchadas visitantes solían bajarse en la estación de trenes de la ciudad, justo en la orilla contraria del Foyle, cruzar el puente Craigavon y caminar algunas calles. En total son dos kilómetros de tranquilidad pueblerina. Pero en la tarde fría y lluviosa del 25 enero de 1969, esa paz se vio interrumpida cuando un convoy llegado de Belfast trajo a la ciudad cerca de un centenar de hinchas del Linfield, que debía jugar la última fecha de la liga ya consagrado campeón. Fue entonces que el grupo encaró el camino al estadio con cantos provocadores, insultos a los católicos, gestos desafiantes a los vecinos y consignas anti nacionalistas y pro unionistas. Banderas del Reino unido bien en alto y todo regado con mucha cerveza.
La respuesta no tardó en llegar y el camino se convirtió en una escaramuza tras otra. En las calles, y desde los balcones y ventanas los visitantes eran recibidos con proyectiles, botellas y algo más, y a duras penas entraron al estadio. En la tribuna los problemas continuaron. Primero cuando los del Linfield ya con el partido comenzado, quemaron una camiseta del Celtic (católicos nacionalistas escoceses). Se produjeron corridas en las gradas que la policía logró calmar hasta el minuto 37 del primer tiempo cuando el Derry hizo el primer gol.
A partir de allí todo fue un caos sin solución de continuidad. Los hinchas locales fueron a buscar a los visitantes. Estos no se quedaron atrás y volaban botellas y piedras de un lado al otro. De las tribunas, la trifulca pasó al césped con la invasión del campo de ambas parcialidades. El saldo fue de cinco hinchas hospitalizados, dos policías heridos y la gente del Linfield abandonó el campo a las corridas arriba de unos micros que los llevaron a toda prisa a la estación de tren para devolverlos a la capital. Recién en 2005 los hinchas del Linfield iban a poder volver a aparecer por esas tierras.
Incluso después de La batalla del Bogside y con el conflicto entre ambos bandos ya declarado y en carrera. La liga de Irlanda del Norte siguió su curso de manera normal. Pero los partidos en Derry siempre tenían un dejo de tensión en el ambiente y no siempre terminaban bien. Ya entrados los 70, los grupos paramilitares estaban en auge en todo el país y no es de extrañar que alguno de ellos fuera el que robó el autobús que trajo a la ciudad para un partido de copa al equipo de Ballymena United y que apareció a unas calles del estadio, quemado y convertido en un triste esqueleto metálico en septiembre de 1971.
Para los fanáticos del Derry tampoco era sencillo viajar a la capital y eran hostigados en cada estadio. A muchos los emboscaban y la policía simplemente se los quedaba mirando socarronamente mientras eran sometidos a auténticas golpizas. Igualmente, la violencia no era propia de The Brandywell ni en particular del Derry FC. Era generalizada en todo Irlanda del Norte. Los hechos de violencia se repetían por todo el territorio en el campo futbolístico.
Pero por alguna razón, y seguramente por la de ser católicos y nacionalistas, la Asociación Irlandesa de fútbol (FAI por sus siglas en inglés), influenciada por los principales clubes, se ensañó con el Derry y por el suceso del micro incinerado, hecho menor si contamos que en esa época se quemaban micros casi a diario en todo el Ulster y que hubieron casos mas graves en otras localidades, le prohibió volver a jugar en Brandywell sus partidos de local y lo obligó a hacerlo en la ciudad de Coleraine, pleno corazón protestante del país distante a 70 kilómetros de casa. Lugar en la que ya habían sido locales cuando tanto el Linfield como el Glentoran se habían negado a volver luego de los disturbios del invierno del 69.
Esa temporada terminó siendo muy difícil para los fanáticos del Derry, ya que muchos no viajarían a ver a su equipo o por miedo a represalias o por ideología y militancia, y el equipo lo sufriría también en el campo, con pobres resultados en canchas tristes con tribunas raleadas. En ese entonces era peligroso moverse por rutas atestadas de grupos paramilitares y terroristas que interceptaban cualquier auto o micro que circulaba por las precarias carreteras. Muchas veces, el micro del equipo llegaba a su ciudad repleto de impactos de piedras y sin ventanas. La situación comenzó a ser insostenible.
Para colmo los eventos de violencia política recrudecerían en la zona y el 30 de enero de 1972 durante una nueva protesta de la Asociación por los Derechos Civiles de los Nacionalistas en el Bogside, los soldados británicos del regimiento de paracaidistas responderían con plomo a los desarmados manifestantes provocando 14 muertes, la mayoría jóvenes; incluso adolescentes en lo que fue el famoso Domingo Sangriento (“Sunday bloody Sunday”).
En ese mismo año, los dirigentes del Portadown FC decidieron tratar de darle una mano al Derry y presentaron una moción en la IFA para que los clubes puedan votar para la vuelta de éstos a jugar sus partidos en casa. La votación fue pareja, pero terminó perdiendo por un voto. Este hecho colmó la paciencia de los dirigentes del Derry que decidieron abandonar la Liga.
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Si había sido difícil el año que Derry tuvo que jugar en Coleraine, mucho mas dura sería la vida a partir de ese momento. A la guerra, que ya era total y abierta, que había convertido a Londonderry en un pueblo casi fantasma que peleaban entre vecinos día y noche, ahora se sumaba que ni siquiera tenían a su equipo para tratar de escaparse un rato de esa realidad.
Por su parte, el club se mantuvo en pie a duras penas gracias a algunos aportes voluntarios. Jugaban en campeonatos juveniles amateurs precariamente organizados solo por el hecho de mantener la afiliación a la Liga Irlandesa. Las puertas de The Brandywell solo se abrían para recibir carreras de galgos con las que juntaban algunas libras y su futuro era incierto. Muchos de sus jugadores profesionales, dejaron el club para irse a jugar a otros clubes del país e incluso a la República de Irlanda como Dundalk o Athlone Town, entre ellos su arquero y figura Eddie Mahon.
Trece años así, tratando de sobrevivir. Casi sin apoyo, sesgado y denostado por casi todos los demás clubes de Irlanda del Norte. Ya avanzada la década del ‘80, el club empezó a organizar algunos amistosos con otros del sur de la frontera. En ellos, el equipo de Derry era recibido como héroes y claro, el club era la representación de la lucha propia en territorio ajeno. La bandera de la unidad de irlanda justo donde una minoría reinante soslayaba ya no solo sus derechos de conseguir un trabajo y una viviendo digna sino también a jugar al fútbol. Y estos partidos amistosos fueron congregando cada vez más gente.
Hasta que un día de 1984 algunos ex jugadores históricos se juntaron como el propio Mahon, Tony O`Doherty (hoy director deportivo del club), Terry Harkin, terrible goleador nacido en Derry pero con su carrera hecha en otros clubes de Irlanda del Norte e Inglaterra, y Eamonn Mc Laughlin. Iniciaron una lucha por intentar volver a renacer a un club que desangraba por un conflicto que no era propio, ya que en sus filas había jugadores de todo tipo de ideología y fe.
Si en la República del Irlanda eran bien recibidos y en su país no los querían. ¿Por qué no solicitar a la Football Asociation of Ireland y a la UEFA su afiliación para poder seguir existiendo como un club profesional? Luego de varias idas y vueltas, por fin, en 1985 son aceptados casi 14 años después de prácticamente desaparecer del mapa futbolístico.
El domingo 8 de septiembre de ese año y ante más de ocho mil espectadores, el Derry FC pudo por fin volver a sonreír dentro de una cancha de fútbol, en un partido de Copa de Liga frente al Home Farm de la República de Irlanda en el Brandywell nuevamente. Sus tribunas estaban colmadas no solo de los hinchas históricos, los mismos de siempre, sino que además estaban los que nunca habían podido ir en los años oscuros, los nuevos hinchas, también los que no les importaba el fútbol demasiado. No solo fue un partido. Fue un evento político. Una declaración de principios.
Durante la primera época, acudir al estadio era una fiesta. Ir de visitante ya era un poco más complicado. No solo para los fanáticos. Para los jugadores también. Es que cada vez que el equipo jugaba extra muros. Debían pasar la frontera con todo lo que eso significaba. Pasaporte en mano, llenar papeles, viajar en micros precarios y en rutas incómodas. Pero el club lo había logrado. Solo dos años tardó para ascender a la Primera División en la temporada de 1986-1987.
En 1989 no solo ganó el torneo sino que además obtuvo la Copa de Irlanda y la Copa de la Liga, un triplete histórico; entró a jugar la Copa de Campeones de Europa perdiendo en primera ronda contra el Benfica en un partido que estuvo a punto de suspenderse cuando un llamado anónimo alertó que había una bomba a punto de explotar en el cementerio contiguo estadio, pero un tal Martin Mc. Guinness, fanático del club, pero también ex miembro del IRA se ocupó de desactivarla.
Hasta el día de hoy, el Derry FC lleva dos campeonatos ganados en su nueva Asociación. Nada menos que 11 copas de la Liga conseguidas, cuatro de ellas de forma consecutiva entre 2005 y 2008 siendo el máximo ganador de esta competición; y cinco copas de Irlanda. Un auténtico animador de sus torneos.
En la actualidad, con una sociedad pacificada, aunque no amigada, los muros siguen dividiendo las vidas de los norirlandeses en la mayoría de sus ciudades. Si bien los choques violentos se aplacaron, luego de la firma del Acuerdo del Viernes Santo en 1998 firmado por el gobierno irlandés y el británico, se vive en una tensa convivencia.
El Derry FC enfrenta por estos días un nuevo desafío con tintes políticos que pone en ciernes su futuro y cubre el cielo de The Brandywell con un manto de dudas. El Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión europea, que fue apoyada por la mayoría inglesa, pero tuvo una derrota rotunda tanto en Escocia como en Irlanda del Norte, enciende las alarmas en el club. Nadie sabe si volverán los controles de la aduana, los pasaportes y trámites extensos pero el problema va mucho más allá. Hay asuntos legales, e incluso algunos jugadores viven del otro lado de la frontera por lo que cruzan todos los días para ir a entrenar. ¿Bajo qué leyes terminará jugando el club? ¿Por la de su ubicación geográfica en un país fuera de la Unión Europea o por las de la Liga que representa en un estado asociado a los tratados continentales? Por ahora, todo se mantiene en una incógnita.
- AUTOR
- Horacio Ojeda
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