Copas selecciones
Somos buenos… ¿Podemos ser mejores?
“Algunas personas quieren que algo ocurra, otras sueñan en que pasara, otras hacen que suceda”
Michael Jordan
El punto no es quedar afuera contra Honduras, ni que nuestro ícono máximo, Diego Maradona diga “que Honduras jugara muy bien al béisbol, pero de fútbol no saben nada”, dando a conocer al mundo una vez más la soberbia que nos caracteriza. Lo importante va por otro lado.
Es fácil caerle a esta selección olímpica que fue a dar la cara en el peor momento organizativo que se recuerde de nuestra asociación, donde hasta último momento no se conocía ni la lista de jugadores que irían a Río, es fácil culpar a Julio Olarticoechea, quien asumió a último momento, sorpresivamente y por ser el único entrenador con contrato vigente, a pesar que la AFA no le paga y el tiene que pedir ayuda económica a su hija. Pero no caigamos en estas cosas “menores”, no cobrar el salario correspondiente al trabajo realizado se hizo moneda corriente en nuestro fútbol, a la mayoría de los clubes de AFA se le adeuda mínimo un mes de salario, a esta altura parece normal no recibir la remuneración cuando corresponde.
En el fútbol se dice que 2+2 no es 4, esta es una de las tantas frases que de tanto repetirse uno la toma como correcta, pero pensándolo bien, cuando jugas bien al fútbol, cuando logras una identidad, sos ordenado institucional y deportivamente, cuando todos los actores principales y secundarios (jugadores, entrenadores, dirigentes) profesionales y juveniles ocupan el lugar correspondiente: ¿Cuánto da 2+2?. Lastimosamente en nuestro fútbol y por muchas razones difíciles de analizar en pocas líneas, se hace demasiado complicado mantener un orden y progresar paulatinamente conforme a los objetivos propuestos, no hay tiempo, eso dicen, pero en realidad no se percibe ninguna intención de brindarlo por parte de los que toman decisiones.
Si tu padre (AFA) no da el ejemplo, si todo es un caos, los hijos (CLUBES) absorben ese caos, tienen la imagen de ese caos y difícilmente puedan obrar de otra manera. Siempre hay excepciones, hijos que actúan diferente y se sobreponen al caos que perciben intentando un orden y siguiendo un lineamiento metódico y consistente (LANÚS).
Pocas cosas son casualidad en el fútbol, y no es la excepción estos juegos donde quedamos afuera en una zona compuesta por Portugal, Argelia y Honduras, rivales inferiores en cuanto a presente futbolístico de los protagonistas, con nuestra selección aportando jugadores provenientes de las principales ligas de Europa (España, Inglaterra, Francia) y la mayoría titulares en sus clubes en la “prestigiosa” liga Argentina. ¿No era un poco difícil que la selección olímpica dadas las condiciones y el momento futbolístico del país llegue a lograr alguna medalla? Claro que se podía, el jugador argentino tiene ese extra, ese amor propio reconocido a nivel mundial, pero en ese contexto parecía difícil y así fue.
La llegada de Thomas Hogg primero y Alexander Watson Hutton después dieron a conocer hace más de un siglo, el deporte que casi todos los argentinos amamos y desde entonces casi todos los argentinos lo “jugamos” ya sea amateur o profesionalmente, por lo que no hay dudas que mas allá de la época, de la organización o desorganización, SIEMPRE, saldrán jugadores buenos de nuestro territorio, no hay ninguna duda de ello.
Luego el fútbol se profesionalizó y organizó de tal manera que eso de “jugar” quedo solo en divisiones inferiores e infantiles, aunque siempre con la intención de ganar, obviamente, jugar y ganar, jugar para ganar, pero jugar, siempre jugar. Nuestro fútbol siguió mutando en todos los sentidos y los jugadores llegan a Primera División hoy en día, lo hacen principalmente porque tienen condiciones y características que los hacen diferentes al resto, pero en lo que refiere a conceptos, a entendimiento de juego, el nivel es muy bajo.
“Sacamos 13 de 18 contra Boca y le sacamos el invicto en 5ta”, “Sacamos los 18, estamos terceros en la general” y varios latiguillos más de este estilo se escuchan en las canchas de inferiores cada fin de semana y quizá sean validos y el equivocado sea quien escribe y quien aprueba esta columna, pero la cuestión es: ¿De qué forma se consiguen esos puntos? ¿Las categorías siguen una idea de juego conforme a la historia del club y al lineamiento de su coordinador o entrenador? ¿Se aprende mientras se gana? ¿Dónde quedo eso de “jugar”? ¿Sino se juega en inferiores, dónde se va a jugar? ¿De qué sirven esos “triunfos” si el futbolista llega conceptualmente “vacío” a Primera División?. Es normal escuchar excusas (en esto si somos campeones mundiales) tales como “no miran fútbol, juegan al playstation, así no van a aprender”.
Cuando el juvenil esta en el club, no está haciendo nada más que entrenar y aprender de su entrenador, entonces si el jugador llega a Primera y no sabe jugar a dos toques, no tiene mecanizados movimientos básicos de técnicas defensivas, no sabe controlar y dar un pase correctamente, no maneja perfiles, etc etc etc ¿Qué culpa tiene el famoso videogame?. En plena crisis económica del país y del fútbol argentino, los equipos con mejor disponibilidad realizan ofertas millonarios (en moneda extranjera) por un lateral derecho, pensándolo fríamente y sin quitarle importancia a los laterales ya que considero que marcan parte de la identidad de un equipo, no es un puesto que uno nace, como un centrodelantero o un arquero, un lateral se puede “hacer”, con ciertas características necesarias para el puesto y varias horas de enseñanza y entrenamiento, un formador, a mi entender, puede “fabricar” un lateral que en su comienzo creyó ser mejor en otra posición, varios casos en el mundo podemos usar de ejemplo y avalan esta intención de crítica constructiva. Sin embargo: ¿Cuántos laterales con proyección a la “elite” vemos en nuestro fútbol?
Sería una irresponsabilidad meter a todos los formadores en un mismo lugar, ya que no vemos trabajar diariamente a técnicos ni coordinadores de divisiones menores, pero si vemos, semana a semana, debutar jóvenes con muchas cualidades pero con enormes carencias técnicas y de fundamentos básicos que marcan una visible diferencia entre los buenos jugadores y los distintos o de elite que durante muchos años disfrutamos en los torneos locales.
Ahora que lo pienso mejor, las situaciones nombradas en los primeros párrafos no son “menores” y creo fehacientemente que son consecuencia de un mal proceder desde la base, desde la construcción tanto organizacional (Asociación Fútbol Argentino) como deportiva (formación de jugadores), por lo que crecer, mejorar, dar un paso hacia la excelencia (¿A alguien le importa?) se hace sumamente difícil y no nos deja reencontrarnos con la jerarquía que mostramos al mundo durante tanto tiempo.
Por Matías Córdoba
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