Bundesliga
ST Pauli, el punk rock del fútbol
Ser rebelde en el mundo del fútbol es fácil. Y no me vengan con que no es así porque hasta los que tiran una gambeta en la plaza del barrio, esa que no tiene más pasto y que como arcos improvisa un árbol y un monumento, son rebeldes. El fútbol se trata de eso muchas veces ya que uno quiere engañar al rival y sino se anima a tirar ese «delirio» probablemente termine por perder la contienda. El tema, mucho más complicado, es ser rebelde en la vida, en las calles, en los pensamientos y, como una cosa lleva a la otra, en el día a día. Todo eso y encima mezclado con fútbol es el ST Pauli, un equipo de la Segunda División de Alemania del que muchos quizás ya oyeron pero que hay que volver a reivindicar.
Para ello, Cultura Redonda charló con Hernán García, un argentino hincha de Platense (el color marrón unió lazos y ya no se pueden desatar), quien sigue todo lo que ocurre con esta institución desde la cuenta de Facebook y Twitter y como no podía ser de otra manera le contagió el «bichito», mal que le pese esta palabra a nuestro entrevistado, a más de uno. «Es una enfermedad linda. Cuando me ofrecieron venir a laburar a Polonia lo primero que pregunté fue en qué ciudad era y después me fije qué distancia había con Hamburgo», lanzó en el inicio de la charla y ya tiró el primer dato para todos aquellos que no sepan nada sobre este conjunto porque el núcleo urbano donde principalmente habitan los ultras de este club es la citada ciudad alemana, bien cerca del puerto.
A pesar de las diferencias horarias la charla se desarrolló normalmente, aunque más de una vez se vio interrunpida por un comentario al estilo: “Ahhhh el gol en contra que se acaba de hacer el ST Pauli. Esta va a Planeta Gol de una”. Y es que justo encontramos a nuestro amigo mirando un partido de pretemporada y obviamente no iba a dejar de mirarlo. Todos los sinónimos que se establecen con los Piratas, apodo que ya sabremos de dónde viene, son similares a «comunismo», «Che Guevara», «antirracismo» y varios más, pero vamos a intentar desmenuzar y, si es posible, agrandar todo esto en las siguientes líneas, que son el resumen de tres horas de conversación apasionada.
«El barrio de ST Pauli hay que contextualizarlo. Es una zona de joda. Hay una avenida que se llama la Reeperbahn. Es un barrio que está pegado al puerto. El barrio es como si fuera el tercer mundo pero sin serlo. Es muy raro. Está la zona roja con bocha de restricciones, no pueden entrar chicos y otras cuestiones. Es un lugar donde hay un supermercado, dos cafés, mil bares y una casa tomada. Un barrio súper hípster. Son casas tomadas por los ocupas, donde cuelgan banderas que dicen antifacistas esto, antifacista lo otro. Es una atmósfera súper bohemia, medio te choca. Lo más loco que me pasó es que un borracho con la remera del ST Pauli quería cambiar la camiseta conmigo y la de él estaba toda manchada de sangre», sintetizó Hernán a modo de guía turístico.
«Soy de Platense. ST Pauli es similar, algo sufrido, pero ya me autoasocio al club. Soy capaz de discutir de fútbol del ST Pauli. No es un equipo que pelee mucho. En el 2010 ascendió, pero volvió enseguida. Terminó la temporada perdiendo 8-1 en la última fecha con el Bayern Munich. Es todo muy diferente porque acá descendieron y no pasó nada. Se amargaron pero no pasó nada. En ST Pauli nunca podría pasar algo así porque lo piensan de otra forma. Hasta si se van a tercera lo piensan distinto», tiró este hincha del Calamar, quien casi sin quererlo comenzó a desarmar un rompecabezas con muchas partes pero con demasiadas creencias.
Estos pensamientos se observan en algunas cuestiones que quizás varios ya escucharon, aunque como suele decirse «el público se renueva», sin embargo aquí vamos a armar poco a poco este acertijo. «El ST Pauli era un club normalito, pero hoy es de culto. Esto pasó en la década del ’80. Previo a la caída del muro en Alemania cuando la economía y el país estaban muy mal. Muchas casas estaban vacías porque la gente no las podía pagar y los jóvenes no tenían oportunidades de trabajo. Algunos comenzaron a tomar las casas y hacer centros sociales. Hacían actividades y protestas. Los alrededores de la cancha del ST Pauli estaban llenos de casas tomadas y los que vivían ahí se empezaron a copar para ver al equipo. Se fue armando un grupo de gente que empezó a seguirlo y de esa forma le fueron dando otro tono al equipo», sintetizó García, ahora con un perfil de historiador.
De esta forma se puede resumir, claramente hicimos un resumen, cómo es que sus raíces comenzaron a identificarse con los ideales de la izquierda, algo que los fue llevando a tener ideas revolucionarias y a la vez nunca vistas en el mundo del fútbol. Allí se acepta libremente la sexualidad y no se toleran las ideas homofóbicas. Probablemente este punto se destaque al decir que uno de sus ex presidentes, más precisamente Corny Littmann, es abiertamente gay. Su elección sexual no le impidió llevar a cabo su trabajo como mandatario de la institución y no abandonó su principal fuente de ingreso: la actividad teatral, donde se desempeña como empresario pero a su vez actúa sobre el escenario vestido de mujer. Ahora es el momento justo para que los cerrados de mente cierren esta página y vayan a leer otras cuestiones.
El antifacismo es otro de sus principales ideales, pero también salen a bancar a los regufiados del mundo y mucho más a los que viven en Alemania. Siguiendo por este camino, claramente están en contra del antisemitismo y todo esto, entre otros puntos, hace que se rebelen frente a cuestiones que quieren imponerles las autoridades. «Todos los clubes alemanes tienen que tener una mini comisaría adentro de la cancha. Cuando ST Pauli estaba haciendo su cancha nueva, la policía pidió los planos para ver dónde podía poner la comisaría. Se armó mucho quilombo por eso. Los hinchas protestaron y en definitiva tuvieron que hacer la construcción fuera del estadio», resaltó el argentino.
«Hace un tiempo al barrio de ST Pauli lo colocaron como una “zona de excepción”, esto quiere decir que la policía te puede parar en cualquier momento y pedirte documento porque sí. Esto pasó porque en teoría un grupo de punkis había atacado la comisaría a botellazos, cosa que después se descubrió que no era verdad. Cuando declararon esa ley, lo normal sería que la gente se asuste y no salga, pero allá en media hora había 10.000 tipos en la calle protestando y no ultras, sino que estaba Doña Rosa, onda una persona común. La gente estaba enojada porque decía que era injusto y anticonstitucional», contó Hernán y sumó: «A mí me pasó de ver a un policía grabando a los hinchas y un grupo se le fue encima diciendo que eso que estaba haciendo estaba mal. No es que no respetan a la policía, sino que les hablan súper bien informados. El policía tuvo que bajar la cámara y dejó de filmar. Te asombra».
Como era de esperar, el dinero pasó a ser un tema menor, así se lo hicieron sentir con el paso del tiempo los hinchas alemanes a García, quien lanzó una vivencia que refleja el pensamiento de los ultras: «La dirigencia compró al delantero Ante Budimir. Lo pagaron un millón de euros, algo que para el hincha común es una locura. Para los hinchas ese gasto está mal visto, encima le fue como el culo. Hizo un solo gol. Lo prestaron al Crotone de Italia, ahora el Crotone ascendió a Primera y el tipo fue el goleador. Mala suerte pero tenes esas cosas que la gente te controla. Había discusiones porque preferían irse a Tercera División antes que pagar ese monto por un jugador».
Está claro que este club es una sanísima mezcla de política y deporte. En los partidos sobran las banderas del Che Guevara, las pancartas o banderas antisistema, aunque este estilo de vida es difícil de llevar: «Hay gente que te dice que ‘es un equipo de izquierda pero que la camiseta sale 70 euros’. Algunos te dicen que es merchandising de izquierda a medias. Ahora los hinchas están enojados con la nueva camiseta porque es Under Armor y está muy asociada a Estados Unidos. Lo que le jode al hincha común es que la venden a esa plata porque quieren hacer dinero, pero a ellos les preocupa que esa no sea la imagen de su club. No quieren ese marketing de izquierda. Les jode que haya gente que vaya por la calle con la camiseta y que no tenga idea del club», describió el argento oriundo de Vicente López.
«Muchos piensan que el sistema de a poco los va chupando. Lo que significa tu remera no es igual cuando la usa una persona que no tiene los mismos pensamientos que el verdadero hincha. Estos tipos van en contra del racismo, el sexismo y a veces esto les choca a muchas personas. Hay 15 mil o 20 mil que piensan igual, eso no es fácil. Sentís una sensación de pertenencia muy grande», explicó Hernán, quien sumó otro dato que enamora: «El estadio del ST Pauli se llama Millerntor-Stadion y es el nombre que le puso la gente. No se llama Coca-Cola. Nunca lo vendieron como los otros equipos, Bayern Munich o Borussia Dortmund. Los hinchas creen que vender esos derechos no está bien. La publicidad que se ve en el estadio es limitada, si bien hay sponsors hay control sobre ellos porque no tienen que tener ninguna vinculación con algún partido de derecha o que tenga que ver con el nazismo. Nunca vas a ver…a Hugo Boss. Eso es una tragedia para ellos y nunca va pasar».
No son pocos los equipos que se identifican con algo más que su escudo y en el caso del ST Pauli es la imagen de una calavera, que de movida puede ser asociada con algún tema de piratas, un apodo que tomaron tiempo después, pero la historia es muy diferente a lo que la imaginación puede dar y García se encargó de aclararlo y de sacarnos una sonrisa: «La historia es algo graciosa, porque muchas veces al lado de la cancha ponen una especie de parque de diversiones. Una de esas veces había un juego que era de un barco pirata, un día pasó un hincha y se robó esa bandera. La llevó a la cancha y la empezó a llevar todos los partidos. De a poco se convirtió en un símbolo y hoy por hoy hay remeras con la calavera. Es más el tipo sigue viviendo pero está desencantado porque no le gustó cómo se difundió la calavera».
Podemos seguir agregando datos como que cada vez que el equipo sale a la cancha de local suena la canción de AC DC «Hells bells» o que fue parte de la primera edición de la copa FIFI Wild Cup, un torneo que reunía a países que no estaban afiliados a la FIFA como Gibraltar, recientemente sumado, Groenlandia, Tíbet, Zanzíbar y la República Turca del Norte de Chipre, pero el amor por todo esto quizás se resuma en una de las experiencias de Hernán: «Tengo un amigo al que se le pegó mucho el tema del ST Pauli y abrió un local en Argentina de venta de instrumentos musicales y le puso de nombre ST Pauli Music. Más de una vez cayó un alemán al lugar y no lo pueden creer. Cómo un vago a 12.000 kilómetros de Hamburgo hace algo así. La gente mira eso y dice ‘éste está loco'».
Ideales de rebeldes, vivencias de rebeldes. Romper con la estructura y con el sistema son algunas de las cuestiones que refleja el ST Pauli, que hoy en día es un club de culto y que poco a poco se ha ganado seguidores a lo largo de mundo, aunque lo más importante no es que se enamoraron de esta institución por un resultado o por una publicidad, sino que todo lo contrario, seguramente llegaron por una representación ideologica y encontraron el lugar justo donde unir varias pasiones con el fútbol.
- AUTOR
- Facundo Mirata
Comentarios