Bundesliga
Todo pasado fue mejor
El fútbol esta lleno de historias para escribir. Desde hazañas memorables hasta desenlaces oscuros, que llevan años para verse opacados. Incluso, hay protagonistas que conviven con ambas facetas, como el caso del Kaiserslautern, institución alemana que convivió con el éxito y en la actualidad deambula en la tercera división alemana.
Sus comienzos son algo tormentosos, con fundación el 2 de Junio de 1900. Toma su nombre actual, luego de varias fusiones, en 1932. Esta desorganización institucional era un reflejo a nivel nacional, ya que el fútbol alemán estaba dividido en regiones y recién en 1933, con la llegada del Tercer Reich al poder, se unificó. Claro, con el arribo del nazismo muchas competencias deportivas se convirtieron en símbolos políticos, por esto se dieron muchas fusiones entre equipos y otros llegaron a desaparecer.
La primera participación importante fue en 1942, cuando llegó hasta los cuartos de final tras golear por 7-1 al SV Waldhof Mannheim en la ronda preliminar. Schalke 04, uno de los equipos más importantes de la época y que terminaría quedándose con el título, fue el encargado de poner fin al sueño de los de Renania – Palatinado con un devastador 9-3. Tres años más tarde, el certamen local vuelve a sufrir modificaciones a causa de la Segunda Guerra Mundial. Con el triunfo de los Aliados, además de la ocupación de la U.R.S.S., Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, se tomaron medidas para la «desnazificación», como la de disolver equipos germanos refundados tiempo después. Dentro de todos estos cambios, se dio la particularidad de que cada zona de ocupación tuvo su propia liga. Kaiserslautern fue protagonista donde predominaban los franceses. Primero se quedó con la edición de 1947, al vencer a VfL Konstanz con un 16-5 global, mientras que al año siguiente derrotó al SV Fortuna Rastatt por un total de 9-1. Esta conquista le dio un lugar en la final nacional, donde cayó ante el poderoso Nüremberg.
Como si fuera poco, los sueños de mantener un campeonato nacional, donde participaran miembros de Alemania Federal y Alemania Democrática, fueron desechados a causa de las ideologías acentuadas por la Guerra Fría. Poco le importó a «los diablos rojos», que en 1951 se quedaron con la liga local al doblegar al SC Preußen Münster por 2-1. Ottmar Walter, con un doblete -Fiffi Gerritzen había puesto en ventaja a las Águilas-, fue el artífice principal para la conquista del primer título. El Olímpico de Berlín fue el escenario donde los hermanos Walter comenzaron a escribir su historia de amor con el FCK. Dos temporadas después, repetirían al vencer en la final al Stuttgart, campeón reinante. Fritz Walter, Erwin Scheffler y Karl Wagner, con un doblete, sentenciaron el 4-1 final y el segundo trofeo en la vitrina. Hannoverscher SV (hoy Hannover 96) y Rot-Weiss Essen fueron los verdugos en 1954 y 1955, respectivamente, que relegaron al Kaiserslautern al subcampeonato. Dos títulos y dos segundos puestos en cinco años, dilucidaban el crecimiento de un combinado que se convertía en animador del torneo doméstico y que, además, tenía a sus máximas figuras en el seleccionado alemán. Ese combinado germano sorprendió a propios y ajenos al vencer a Hungría en la final del Mundial de Suiza ’54, donde Ottmar y Fritz Walter tuvieron un papel crucial.
Los años siguientes lejos estuvieron de ser los insinuados durante la década del ’50. Se destacan las derrotas en las finales de la Copa de Alemania ante Werder Bremen (1960/61), Schalke 04 (1971/72) y Hamburgo (1975/76). Recién en la temporada 78/79, reapareció en las primeras planas, en materia de torneo local, al terminar por detrás del Hamburgo y Stuttgart. Tercera posición que repetiría al siguiente certamen. En el medio, los «diablos rojos» fueron noticia por la contratación de Lutz Eigendorf, considerado uno de los mejores defensores del país. Podría haber sido considerado un fichaje importante y no más que eso, sin embargo, cómo llegó a Renania – Palatinado fue lo que encendió la llama. El «Beckenbauer del Este» desertó del Dynamo de Berlín, institución vinculada con el Ministerio de la Seguridad de la Nación, y pasó a ser enemigo público de Erich Mielke, director de la Stasi. La vida deportiva y privada del zaguero central nunca volvió a ser la misma.
Retomando el plano futbolístico, una década pasó para sentir las mieles del triunfo nuevamente. Si bien en la Bundesliga del 89/90 tuvo un papel discreto, donde finalizó en mitad de tabla, la conquista de la Copa de Alemania fue un gran motivo para tomar impulso. La victoria ante el Werder Bremen, elenco semifinalista de la Copa UEFA en la temporada, significó la primera conquista en casi 40 años. Las luces volvían a iluminar a un club que vivía en las sombras de los poderosos, a pesar de tener una historia muy importante. La 90/91 tuvo las dos caras de la moneda. El primer semestre lo empezó con derrota ante el Bayern Münich, en la final de la Supercopa alemana, y fue eliminado en los dieciseisavos de final de la Recopa Europea, ante la Sampdoria. La segunda parte tuvo el final feliz: ganador de la liga local, aventajando por tres puntos al «Gigante de Baviera», y de la Supercopa al superar a Werder Bremen. Ser el campeón alemán le abrió las puertas para jugar la Copa de Europa, aunque la aventura duró poco ya que se cruzó con el Barcelona, posterior campeón, en los octavos de final. En la primera mitad de los ’90, disfrutó de ser uno de los animadores de la Bundesliga -además del título, obtuvo un subcampeonato en 93/94, un punto por debajo del Bayern Münich-, y un asiduo participante en competencias internacionales, con los cuartos de final de la Recopa europea del 93/94 como mejor participación.
No obstante, la temporada 1995/95 fue la antítesis para el Kaiserslautern. Mientras se alzaba con su segunda Copa de Alemania al derrotar al Karlsruher por 1-0, gracias al gol de Martin Wagner y a pesar de jugar con uno menos por veinte minutos por la expulsión de Andreas Brehme, en la Bundesliga tocaba fondo al descender junto al Eintracht Frankfurt y Uerdingen 05.
La caída a la 2.Bundesliga significó su primera vez en el ascenso. Encima, el abanico de participaciones no era nada positivo los primeros meses. El Borussia Dortmund le propinó otro cachetazo al vencerlo por penales en la final de la Supercopa y el Estrella Roja de Yugoslavia hizo lo propio, en los dieciseisavos de final por la Recopa de Europa. Más allá de estos traspiés, la aventura en la segunda división duró solo un año. La impronta de Otto Rehhagel desde el banco de suplentes y la calidad de un plantel que contaba con figuras como Michael Schjønberg, Miroslav Kadlec, Pavel Kuka, Andreas Brehme, todos futbolistas en sus respectivas selecciones, y Olaf Marschall, fueron las claves para lograr rápidamente el ascenso.
Su regreso a la máxima categoría fue digno de una película de Hollywood. La seguridad de Andreas Reinke, una defensa que se conocía de memoria, el talento de Ciriaco Sforza y los goles de Olaf Marschall fueron algunas de las virtudes de «El Milagro de Rehhagel». Sí, el Kaiserslautern ascendió e inmediatamente logró su cuarto título liguero, logrando un hito nunca antes visto en Alemania. Un año después de vivir la etapa más penosa de su historia, los laureles regresaban al norte de las sierras del Rin. Lastimosamente, fueron los últimos. Cuartos de final de Champions League en 1999, semifinales de Copa UEFA en la edición 2000/01 y finalista de la Copa Alemania en el 2003 fueron los últimos acontecimientos importantes para una institución que regresó a la 2.Bundesliga para la temporada 2007/08. Dos años tardó en volver a la máxima categoría, lo cual logró junto al FC St Pauli. Sin embargo, en la 2011/12 solo logró 23 unidades y finalizó como colista, lo cual lo sentenció nuevamente a descender. Un año después pudo regresar, pero cayó en la promoción ante Hoffenheim, que gracias al empate global mantuvo su lugar en la Bundesliga.
Pero lo peor estaba por venir. Luego de varias campeonatos naufragando en la intrascendencia, donde el anhelo de regresar a «su lugar» era casi una utopía, la 2017/18 desembocó en el peor final: 35 puntos y pasaje para bajar a la 3.Liga. Campañas terroríficas, jugadores que no dieron la talla y malas decisiones dirigenciales, determinaron un final inesperado para una institución que supo codearse con los equipos más importantes del continente y que en su estantería exhibe cuatro trofeos de liga, dos de Copa Alemania y una Supercopa, nada más ni nada menos.
Si bien la actualidad denota que Kaiserslautern siguen sin encontrar el rumbo, ya que se encuentra octavo -12 puntos por debajo del Hallescher, que hoy disputaría la promoción-, es una realidad que compite con equipos en similares condiciones como 1860 Münich, Hansa Rostock y Karlsruher, combinados de mucha historia como para permanecer en la 3.Liga.
Los años dorados parecen estar lejos. Nunca mejor dicho que «todo pasado fue mejor» para los fanáticos del Kaiserslautern.
- AUTOR
- Claudio González
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