América
Un campeón, varios asteriscos
El Sudamericano de 1963 no fue un certamen cualquiera en la historia de la competencia. Más allá del título de Bolivia, el único en la vitrina de galardones internacionales, la ausencia de potenciales continentales y la decisión de mandar planteles de menor jerarquía por la decisión de jugar en La Paz, son algunos de los condimentos que colocan dicha competencia entre las más particulares.
Está claro que el fútbol boliviano está lejos de ser uno de los más destacados del continente. Incluso, analizando la actualidad, se puede afirmar que es de la menor jerarquía, no solo a nivel clubes sino también en cuanto a selecciones. La altura dejó de ser un factor “x” para derrotar a sus respectivos rivales. Justamente este competente fue el aliado ideal para conquistar el único título a nivel internacional, además de ser el causante del descontento de sus adversarios.
El Sudamericano de 1963, la competencia madre de la Copa América, que tenía una diagramación y una periodicidad particular; tuvo a Bolivia como sede. Algo que se le había truncado en 1930, cuando fue elegida pero finalmente se suspendió (volvió a disputarse en 1935 en Perú). Tal fue la ilusión del pueblo boliviano, que se construyó el Hernando Siles exclusivamente para dicho certamen. Tanto el Siles de La Paz, como el Félix Capriles de Cochabamba, fueron remodelados y adecuados como sedes de la competición. La elección de estos estadios generó un gran revuelo entre los combinados sudamericanos. Los más 3000 metros sobre el nivel del mar generaron el enojo de las delegaciones del continente. Esto llevó a renuncias y convocatorias de plantel de menor jerarquía del esperado.
Uruguay, campeón de la edición 1959 en Ecuador y segundo seleccionado más ganadora del torneo, tomó la decisión de no participar en desacuerdo con las ventajas que presentaba jugar en la altura para los locales. Mientras que Brasil (bicampeón mundial) y Argentina, presentaron selecciones “B”. Silvio Marzolini, Pelé, Garrincha, José Sanfilippo, Federico Sacchi, Rubén Sosa, Pepe o Amarildo, fueron algunas de las grandes ausencias que se dieron por las determinaciones de las organizaciones futbolísticas argentinas y brasileñas. Además de estas particularidades, también se puede sumar la ausencia de Chile. El elenco trasandino, que venía de terminar tercero en el Mundial que albergó en 1962, no fue invitado por el conflicto entre ambos por el curso del Río Lauca y el acceso al mar. Cuestiones sociopolíticas que terminaron con esta resolución.
Poco le importó esto al elenco comandado por el brasileño Danilo Alvim, quien, si bien no llegó con el apoyo total por los resultados cosechados en los duelos amistosos contra Paraguay por “La Paz del Chaco”, pudo mantenerse en el cargo. El debut ante Ecuador invitaba a comenzar con el pie derecho. Los tricolores, en la previa, era una de las selecciones más débiles del continente y se sobrentendía que los locales, con el atenuante de jugar en La Paz, eran claros favoritos. No obstante, el mismo fue electrizante y no fue del todo alentador para los bolivianos, que arrancaron ganando 2-0, llegaron a estar 2-4 abajo y tuvieron que conformarse con un 4-4 final. Por su parte, tanto Brasil como Argentina hicieron la tarea y vencieron a Perú y Colombia, respectivamente. Justamente, el combinado “cafetero” fue el rival de los dueños de casa, quienes luego de quedar libre en la segunda fecha, se quedaron con los tres puntos gracias al doblete de Máximo Alcócer. El por entonces delantero de Aurora fue figura crucial para dar vuelta un marcador que empezó adverso con el tanto de Alfonso Botero, a los cuatro minutos de iniciado el duelo. Cuatro puntos y un obstáculo complicado en la cuarta fecha.
La Verde recibió a Perú, líder junto a Paraguay y Brasil con seis unidades, y con una victoria sobresaliente ante Argentina. Sin embargo, Luis Wilfredo Camacho Achá, “Tutula” Alcócer y Ausberto García Céspedes se encargaron de dejar afónicos a quienes se acercaron al Hernando Siles. 3-2 y un triunfo que colocaba en la segunda posición, por debajo de la sorpresiva Paraguay, el escollo boliviano en la quinta fecha. Fortunanto Castillo y el «Oso« García sentenciaron el duelo en favor para los dirigidos por Alvim. Un 2-0 con autoridad, que le permitió convertirse en el nuevo puntero y sacar pecho en el enfrentamiento con Argentina, que llegaba como escolta gracias a la victoria ante Brasil por 3-0, con goles de Mario Rodríguez, Raúl Armando Savoy y Ernesto Humberto Juárez. Si bien la albiceleste llegaba en ritmo, también es una realidad que tuvo que disputar, contando el enfrentamiento ante Bolivia, dos partidos en el Hernando Siles en lapso de cuatro días, algo inusual y desfavorecido para quienes no están acostumbrados a realizar a actividad deportivas en dichas condiciones.
Los locales aprovecharon esta polémica y se mantuvieron en la cima gracias a un 3-2 histórico. Castillo, Ramiro Blacut y Camacho, “Mariulo” Rodríguez marcó para los rioplatenses, sentenciaron el encuentro y la alegría de llegar a la última fecha con el pensamiento “dependemos de nosotros”. Pero el contrincante era nada más ni nada menos que Brasil, que, si bien no contaba con chances numérica de lograr el título y una plantilla diezmada, no dejaba de ser Brasil. Los comandados por Aymoré Moreira se pusieron en ventaja gracias al gol de Flavio Minuano, pero Victor Agustín Ugarte igualó las acciones rápidamente. Sin embargo, Almir volvió a enmudecer el Félix Capriles de Cochabamba. La reacción verde no tardó en llegar. Camacho, García y Alcócer pusieron un 4- 2 parcial y una tranquilidad momentánea. Sí, momentánea porque la verdeamarelha llegó a la igualdad gracias a los goles de Marco Antonio y Flavio. Pero cuando el partido estaba llegando a su fin, Tutula Alcocér fue derribado en el área por Procópio Cardoso y el colombiano Ovidio Orrego no dudó en marcar el punto de penal. El «Maestro» Ugarte no falló y el Capriles estalló de alegría. La satisfacción superó cualquier adjetivo y se vio reflejado en la invasión del estadio por parte de los espectadores.
El título de los bolivianos dejó varias cuestiones pintorescas, como Carlos Alberto Raffo, el futbolista argentino surgido de Platense que se nacionalizó ecuatoriano y terminó como máximo artillero del certamen con diez tantos. O Máximo Alcócer, quien fue el goleador boliviano con cinco dianas y vio terminada su carrera por la doble fractura de tibia y peroné que le causó Procópio. Sí, el oriundo de Cochabamba tuvo su última acción como jugador profesional en la jugada que determino el único galardón a nivel profesional para el seleccionado boliviano de fútbol. Una conquista que ni siquiera pudo alcanzar la generación dorada del “Diablo” Echeverry, Julio Baldivieso, “Platini” Sánchez, Marco Antonio Sandy y Gustavo Quinteros, entre otros, que, si bien logró clasificar a un Mundial tras 44 años, tuvo que conformarse con el subcampeonato de la Copa América que cobijó en 1993, donde cayó en la final ante Brasil.
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- AUTOR
- Claudio González
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