Argentina
Un goleador de categoría
El fútbol del ascenso tiene mil historias, de esas que llenan el alma. ¿Por qué? Porque es mucho sacrificio, más raso, «más natural». Lejos de los estadios majestuosos y contratos multimillonarios, hay personajes que escriben su propio nombre en las enciclopedias futboleras. Quien tomó repercusión estos días, aunque hace algunos años que ya se convirtió en un apellido habitual en las noticias de las categorías bajas, es Jonathan Herrera. El delantero de Ferro, con su tanto a Ramón Santamarina en el «Municipal de Tandil», se transformó en el máximo artillero del Nacional B. Pero esta no es la única curiosidad del delantero, ya que además de ser el goleador de la temporada, se convirtió en el primer futbolista en obtener este título en cada una de las distintas categorías del ascenso argentino.
Su carrera comenzó en Centro Español, una institución que en los últimos años fue más noticia por los desmanejos dirigenciales que por conquistas deportivas. El debut se dio en la temporada 2009/10, en la derrota contra Victoriano Arenas por la 25° fecha, cuando ingresó sobre el final del encuentro por Nahuel Barrionuevo. El Saturnino Moure fue el escenario del estreno y hubo una curiosidad, de esas que le gustan a los amantes del ascenso: en el elenco de Valentín Alsina estaba Víctor More, quien un año después sería uno de los grandes socios de Herrera. En el plano personal, disputó apenas cinco partidos, mientras que en lo colectivo, el Gallego finalizó en mitad de tabla, lejos de los puestos de Reducido.
Para el siguiente campeonato, Jony tomó mayor protagonismo pero con una salvedad, su puesto era como volante por las bandas, algo impensado teniendo en cuenta su actualidad. Claro, el plantel de Walter Ruiz contaba con Patricio Costa Repetto y Walter Negretti como los delanteros TOP, sumado al arribo de More para potenciar una ofensiva que tenía como objetivo pelear en los puestos de arriba. Para desgracia de los hinchas de los de Haedo, se cruzaron con Atlas en la final del octogonal y vieron cómo el Marrón se ganaba un lugar en la Promoción. Así como el Saturnino Moure de CAVA fue el campo que lo vio jugar sus primeros minutos, también fue testigo de su primer gol. Faltaban dos minutos para que termine el duelo, cuando el oriundo de Capital Federal rompió la resistencia de Gastón Rudniezki para darle el triunfo a Español. La 2010/11 la terminó con un gol más, el que le anotó a Lugano en Cañuelas, donde los de Ruiz hacían de local, para igualar las acciones.
Con las idas de Negretti a Cañuelas y Costa Repetto a Ituzaingó, además de la salida de los más experimentados del plantel, Centro perdió un dupla que marcó veinticinco goles el campeonato anterior. Para suplir las pérdidas, arribaron Matías Coselli y Emiliano Mosman, atacantes jóvenes con un futuro interesante en la «D». No obstante, Ramiro Míguez apostó por Gonzalo Bravo y Herrera para ser la dupla de ataque. Esté último no falló, y en su primer año como delantero, anotó dieciocho goles, siendo el segundo goleador de la categoría, sólo por debajo de Diego Leguiza, artillero de un Argentino de Quilmes que rompió el récord de triunfos consecutivos del San Lorenzo de Manuel Pellegrini. Centro Español finalizó cuarto y se ganó un lugar en el Reducido, donde fue vencido por San Martín de Burzaco en un global de 1-0 (Wilson Severino, otro histórico, marcó el tanto de la Tribu Azul).
El siguiente torneo lejos estuvo de ser lo soñado para la institución del Oeste, pero la performance del «9» no mutó . Quince gritos en treinta y tres partidos fueron los números de un futbolista que empezaba a mostrar los dotes de goleador. Sus 33 goles en 66 partidos, ya posicionado como delantero, arrojaban un promedio envidiable para cualquier jugador. Esto llamó la atención de Deportivo Riestra, uno de los poderosos de la divisional. Luego de algunas negociaciones -tiempo después dirigentes del Gallego culparon a Víctor Stinfale (propietario del blanquinegro) de robarle la ficha-, Herrera cambió Haedo por el Bajo Flores.
El proyecto Speed, al que se le escapó el ascenso en manos de Ituzaingo, rompió el chancho para lograr un lugar en la Primera «C». Julio Gauna, Ramón Borda, Sebastián Soto y Leonel Fonzalida fueron otros de los nombres pesados de la categoría que desembarcaron. Finalmente sucedió lo que se insinuaba en la previa: los dirigidos por Guillermo Szeszurak se consagraron campeones aventajando por diez puntos a San Martín, su escolta. Los Malevos de Pompeya volvían a la «C» después de doce años y mucho tuvo que ver Herrera con sus 25 goles.
Sólo seis meses, gracias al mamarracho del torneo organizado por la AFA, fueron suficientes para subir otro escalón. Ahora la B Metropolitana era el nuevo escenario, luego de vencer a Dock Sud en la final de Reducido. A pesar de no ser crucial en las finales, Jony repitió lo desplegado en los últimos años: 19 tantos en el Torneo de Transición. Para ser un poco más matemático: el delantero infló las redes en 55 ocasiones en 18 meses, anotando el 34% de los goles de su equipo en dicho período. Igualmente hubo un quiebre en el medio: en las primeras nueve fechas, había marcado un solo tanto, en la goleada a Berazategui por la quinta fecha. En medio de esta sequía, recibió una medalla bendecida por el propio papa y cambió el rumbo cerrando con una racha final de dieciocho goles en los últimos trece encuentros. Estas cifras interesaron a San Lorenzo, con quien se lo vinculó por algunos meses. A pesar de esto, solo quedó en un rumor.
En poco más de un año, el atacante pasó de jugar en la Primera «D» a la tercera categoría con el cartel de uno de los mejores del ascenso. Para aumentar con estas cualidades, otra vez fue trascendental con su aporte. Si bien el conjunto de Villa Soldati terminó por debajo de la mitad de la tabla, sus 28 dianas en su espalda lo enmarcaron como el máximo anotador de la temporada en el fútbol argentino. Sin embargo, obviando el gran número, llamó la atención la poca «colaboración» de sus compañeros en la parte ofensiva, donde Gonzalo Bravo con tres goles apareció como «escolta» en la faceta goleadora.
La primera parte del 2016 tendría otro torneo de transición, donde Riestra naufragó por los últimos puestos. En lo personal, como sucedió desde que se puso la negra, finalizó el semestre como el goleador del equipo con siete tantos. Para la temporada 2016/17, con la incorporación de Nahuel Benítez y la grata aparición de Mauro Ortiz, Herrera retrocedió algunos metros y dejó, por un momento, su hábitat natural. Segundo de Deportivo Morón, los de Jorge Benítez obtuvieron un lugar en la lucha por el segundo ascenso al Nacional B. Durante esa liguilla final, el delantero no gravitó y finalizó el año con seis goles. Pero lo individual quedó en segundo plano ya que el blanquinegro se ganó jugar en la segunda categoría del fútbol local.
Luego de cuatro años en Deportivo Riestra, se convirtió en nuevo jugador de Atlético Venezuela, elenco dirigido por Ignacio González. Un destino nuevo, en una institución que además disputaba la Copa Sudamericana. En su debut en el certamen internacional, marcó el gol en el triunfo sobre Palestino. Un semestre duró la aventura en suelo bolivariano, donde gritó cuatro tantos en solo once cotejos.
Tras su ciclo en el fútbol venezolano, regresó a Riestra para lo que restaba del 2017, lo que era el inicio del campeonato del Nacional B en el calendario argento. Unos buenos seis meses, donde se destacan sus cincos goles, fueron suficientes para que Alejandro Orfila, quien lo sufrió cuando era técnico de Comunicaciones, lo pidiera como prioridad para reforzar el ataque de Ferro Carril Oeste. Su presentación con la verde fue en el empate en cero contra Mitre de Santiago del Estero, mientras que su estreno en las redes como jugador de los de Caballito fue cinco días después, en la parda con All Boys por la fecha postergada. Los partidos fueron pasando y el goleador fue convirtiéndose en uno de los indiscutidos, a tal punto que finalizó el torneo con ocho tantos. Estos, sumados a los que marcó en Riestra, dieron un total de trece goles en el Nacional, que lo depositaban como el máximo goleador. Es decir, y repasando la corta trayectoria del surgido de Centro Español, que esté último logro lo transforma en el primer jugador en terminar como goleador en cada una de las diferentes categorías del ascenso.
Una «caricia en el alma» para un futbolista que empezó bien desde abajo, con canchas que parecen más a un baldío que a un estadio de fútbol, y que hoy cuenta con más de cien goles, con apenas 26 años, y la ilusión de algún día llevar su poderío ofensivo a la Primera División.
- AUTOR
- Claudio González
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