Copas europeas
Un triunfo inolvidable
En el ámbito internacional cada triunfo se convierte en irrepetible. La espaciada tradición de los principales torneos de selecciones da lugar al recuerdo ineludible de cada una de las victorias conseguidas. Incluso en aquellas naciones más importantes en el concierto futbolístico internacional, cada mínimo éxito es recordado con lujo de detalles y cada derrota produce un dolor particular, que debe esperar cuatro años por la ansiada revancha.
Dos de los participantes de la inminente Euro 2016, llevan marcada en la memoria la noche del 20 de junio de 2000. Inglaterra y Rumania se enfrentaron en Charleroi, por la tercera y decisiva fecha del Grupo A de la Eurocopa organizada en conjunto por Bélgica y Holanda. Los caminos de uno y otro a la principal competencia europea habían sido bien diferentes, pero la jornada final los colocaba frente a frente por un lugar en cuartos de final.
Los británicos cambiaron de entrenador en el trayecto tras un complicado comienzo en eliminatorias. Luego de caer como visitante ante Suecia, igualar ante Polonia en Wembley y derrotar 3-0 a Luxemburgo con una pálida actuación, y de unas polémicas declaraciones sobre los discapacitados –“son castigados por pecados de vidas pasadas”- que le costaron una dura condena a nivel político y social, Glenn Hoddle dejó el cargo. Kevin Keegan, de reconocido trabajo en Newcastle United y en Fulham, fue el elegido para continuar con el objetivo de llegar a la Euro. Y lo logró gracias a un triunfo de Suecia ante Polonia, en la jornada final del Grupo 5, que le permitió clasificar al repechaje por diferencia de gol. Allí dejó en el camino a Escocia y se metió en la competencia.
Rumania tuvo un rendimiento notable en las instancias preliminares. Conformado por mayoría de los interpretes que habían llevado al seleccionado rumano a interesantes participaciones en las Copas del Mundo entre 1990 y 1998, el representativo dirigido por Emerich Jenei, arquitecto del Steaua Bucarest campeón de Europa en 1986 y guía en el camino a Italia 90, superó la fase eliminatoria sin derrotas y se llevó el primer puesto del Grupo 7, aventajando por un punto al Portugal de Vitor Baía, Luis Figo y Rui Costa. Un agónico y magistral tiro libre de Dorinel Munteanu en la noche de Porto, significó una victoria clave de Rumania por la mínima sobre los lusos, en la segunda fecha del Grupo, que terminó marcando un resultado decisivo para dos equipos que dominaron la zona sin sobresaltos y clasificaron directamente a la competición continental.
El sorteo juntó a Inglaterra, a Rumania y a Portugal en el Grupo A de la Euro, que se completaba con una Alemania que se resistía a un necesario recambio bajo la conducción de Erich Ribbeck. La actualidad implicaba buenas chances para Gheorghe Hagi y compañía, y para el conjunto ibérico. Pero el peso de la historia colocaba a Inglaterra y a Alemania como favoritos a superar un Grupo muy complicado.
La jornada inicial arrojó una igualdad en un gol entre Alemania y Rumania e Inglaterra desperdició dos goles de ventaja y terminó cayendo por 3-2 ante Portugal. En la segunda fecha un gol de Alan Shearer de entregó la victoria a Inglaterra y dejó a Alemania al borde de la eliminación, mientras que Portugal se desquitó de aquella derrota de Porto y superó a Rumania con un gol de Costinha en tiempo agregado, asegurando su pasaje a cuartos de final.
Para la fecha decisiva el segundo lugar del Grupo A, era una incógnita con tres respuestas posibles. Los alemanes dependían de una goleada a Portugal y de un empate entre ingleses y rumanos, o una victoria de estos últimos por la mínima. Los de Keegan se aseguraban el pasaje con una victoria y dependiendo de la suerte alemana podían clasificar con una igualdad y Rumania debía ganar con la mayor contundencia posible ya que competía de igual a igual en la cuenta goleadora con los germanos.
Mientras Inglaterra había perdido en el debut a Tony Adams, pilar en la zona central de la defensa, y David Seaman, indiscutido arquero titular, tuvo que ser reemplazado a último momento por Nigel Martyn, guardameta de Leeds United, por una lesión en el calentamiento previo al duelo. Los balcánicos llegaron a Charleroi sin su principal figura. Hagi acumuló dos amonestaciones en los partidos previos y debió purgar la suspensión en el encuentro decisivo del grupo.
Ambos llegaban al convite con un antecedente reciente y clave. En la Copa del Mundo de Francia 1998, Rumania había derrotado 2-1 al combinado de los Tres Leones, con un agónico gol de Dan Petrescu y le había arrebatado el primer puesto del Grupo G. Esto le costó a Inglaterra enfrentar a la Argentina en octavos de final, donde cayó por penales tras un emotivo empate en dos tantos y se despidió del torneo. Rumania no corrió mejor suerte y perdió por la mínima ante Croacia, la sensación del torneo. Pero noche de Toulouse podría dar indicios importantes de lo que ocurriría.
Con las cartas sobre la mesa, Rumania tomó el protagonismo e Inglaterra planteó el partido desde una posición expectante. Tras un dominio claro en el primer cuarto de hora, el equipo de Jenei se puso en ventaja de manera casi fortuita. Cristian Chivu, un joven y promisorio lateral izquierdo de Ajax recibió un balón en el sector izquierdo del área y ejecutó un centro pasado que se cerró hacia el arco y superó la estirada de Martyn para ingresar al arco, previo rebote en el poste.
Desde Rotterdam llegaban noticias alentadoras. Conceicao abría el hat-trick propio con el que Portugal derrotaría 3-0 a Alemania, dejando el segundo lugar a cuenta y cargo de lo que sucediera en la noche del Stade du Pays. Rumania era mucho más en lo colectivo pero las individualidades inglesas tomaron el toro por las astas. Chivu le cometió penal a Paul Ince y Shearer, a los 41 minutos, igualo desde los doce pasos y Michael Owen aprovechó una gran habilitación de Paul Scholes para desairar a Bogdan Stelea y definir con el arco a su disposición cuando se terminaba la primera mitad. Inglaterra 2-1. La historia parecía pesar más que los merecimientos.
Lejos de desesperarse Rumania utilizó la misma receta en el complemento, y se hizo cargo del partido a partir de una gran actuación de Munteanu. El propio mediocampista de Wolfsburg empató el partido a los 48 minutos tras capitalizar un flojísimo despeje de Marty ante un controlable centro de Petrescu desde la derecha. Con la igualdad en la mano el partido entro en un pozo con aroma a conveniencia inglesa. Y mientras Keegan derrochaba pragmatismo, Jenei le agregaba profundidad a su ataque con el ingreso de Ionel Ganea, un potente delantero del Stuttgart alemán al que había hecho debutar en el seleccionado poco más de un año antes.
Los rumanos empujaron insistentemente sin éxito y la clasificación parecía escaparse con el correr de los minutos. Pero a dos minutos del final Viorel Moldovan desbordó a Phil Neville y el defensor de Manchester United lo derribó imprudentemente para cometer un penal que dejaba a Inglaterra al borde de la eliminación. La responsabilidad recayó en Ganea, que había demostrado personalidad en su lucha individual con Sol Campbell y Martin Keown. El delantero corrió hacia el balón y remató con decisión a la izquierda de Martyn que se arrojó hacia el otro sector mientras veía ingresar el esférico con el sello de la cosa juzgada.
Rumania clasificó a cuartos de final donde fue derrotada con claridad por Italia. Inglaterra regresó a casa con los fantasmas de otro cachetazo doloroso. Probablemente peor el que le propinó Argentina en Francia 98. Aquella noche de Charleroi será recordada. No solo por la derrota inglesa. Sino también por la victoria de Rumania. Una victoria que hasta ahora es única. Porque el seleccionado tricolor no consiguió otra en las cuatro ediciones de Eurocopa que disputó. Pero aquel solitario éxito sigue resonando en la historia del principal torneo europeo de selecciones.
- AUTOR
- Nicolás Di Pasqua
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