Argentina
Una estadia no tan celestial en Avellaneda
Corría 1995 y la vida institucional de Racing era muy distinta a la actualidad. Constantes cambios de entrenadores, jugadores que pasaban sin pena ni gloria, deudas que inundaban al club y pésimas campañas, que no hacían más que aumentar la nefasta cifra sin conseguir un título local. Tres derrotas en fila pusieron fin a la estadía de Luis Cubilla, quien tras caer con Rosario Central dio un paso al costado. Ni la figura de un multicampeón como el uruguayo sirvió para encausar un barco a la deriva. Ante este panorama, sumado a los números que lo daban como perdedor en las futuras elecciones, Juan De Stéfano buscó generar un torbellino y le ofreció el cargo a Diego Armando Maradona. Sí, y no era nada irrisorio pensarlo por su primera aventura en Deportivo Mandiyú.
El mejor jugador de todos los tiempos se encontraba cumpliendo la sanción por doping en Estados Unidos ’94 y ya empezaba a dar sus primeros pasos del otro lado de la línea de cal. Si bien su debut en el elenco correntino no fue el mejor, donde solo ganó un partido sobre 12 disputados y no pudo evitar el descenso, el mandamás académico pensaba más allá del Diego como entrenador. Una vez finalizado el castigo, Pelusa se calzaría los cortos y reforzaría el plantel racinguista. Una promesa que sumaba a Claudio Paul Caniggia como ladero. Un plan perfecto, siempre y cuando los resultados acompañen, algo que no terminó sucediendo.
Con Carlos Fren como ayudante de campo, el ídolo tomó la fuerte decisión de apartar del plantel a Jorge Reinoso y al paraguayo Stanislao Struway, dos futbolistas con una basta experiencia como para poner la espalda en el mal momento que atravesaba el club. Mientras los refuerzos no llegaban, como el anhelo inexplicable por Krassimir Balakov (considerado el mejor jugador búlgaro después de Hristo Stoichov) o la determinación de Héctor Almandoz de continuar en Vélez, La Academia viajó a Mar del Plata con una plantilla que mezclaba experiencia, con Gustavo Costas y el Turco García a la cabeza, y juveniles con un futuro promisorio, como Ignacio González, Claudio Piojo López o Roberto Galarza.
El 14 de enero de 1995, ante Independiente, fue el estreno del nacido en Villa Fiorito. El partido ideal para ganarse el amor de los hinchas. No obstante, lo más destacado fue la camisa floreada del Diego y la foto con Jorge Burruchaga, que volvía al Rojo. Un 0-0 que aburrió a todos aquellos que se acercaron al José María Minella. El torneo de verano no fue nada positivo para los de Avellaneda: una parda, derrota por 3-1 frente a River y un 2-0 en contra con Independiente. Panorama desalentador.
Luego de una pretemporada en la ciudad balnearia y un certamen amistoso con saldo negativo, el Clausura ’95 era el objetivo inmediato. El Ricardo Etcheverri de Caballito fue el escenario para la presentación en el ámbito local. Ferro se calzó traje de verdugo y se quedó con el duelo por 1-0. Marcos Samso grabó su nombre a fuego en la historia del fútbol argentino al marcar el tanto que sopapeó a Maradona en su presentación oficial como director técnico de Racing. La diferencia pudo ser mayor, pero Ignacio González le contuvo un penal a Víctor Molina. Una imagen recordada de aquel día en Caballito fue la Diego haciendo fuck you con las dos manos a los hinchas locales. En la segunda fecha, en el Cilindro, Claudio López selló el 1-0 final y le dio la primera victoria a Maradona en el banquillo racinguista, ante Platense. Sin embargo, las tensiones comenzaron a surgir. En la previa del clásico frente a Independiente, y con el apoyo del cuerpo técnico, los jugadores abandonaron la concentración en protesta por la falta de pago. Después de unos días de negociación, se llegó a un acuerdo y los jugadores revocaron la idea de no presentarse en el derbi. Dicho partido no fue más que otro empate sin goles y se recuerda por la situación de Maradona con el juez de línea Páez, a quien mojó por ignorarlo. Cuatro puntos sobre nueve y sensaciones ambiguas.
Pero lo deportivo no lo era todo y las cosas se fueron desvirtuando. La figura del Diego empezaba a perder respeto por sus constantes licencias. Incluso, en algunos partidos ni siquiera estaba presente en el banco de suplentes, donde Fren tomaba el rol de DT y cara visible. Los empates ante Huracán, Talleres y Belgrano se dieron sin Maradona como cabeza de grupo, lo cual generó el enojo de la hinchada. Tras una racha de partidos sin ganar, Boca era el próximo escollo, en la Bombonera y con una racha de veinte años sin conseguir los tres puntos en condición de visitante. Y otra vez Carlos Fren como entrenador por la ausencia del ex Argentinos Juniors. Para sorpresa de muchos, la Academia fue toro en rodeo ajeno y ganó gracias a un zapatazo de Galarza. Tarde inolvidable para el Kiki.
Más allá del triunfo frente al líder del Clausura en el Alberto J. Armando, la derrota ante River y el empate con Vélez devolvieron a la realidad a un elenco que no lograba encausar una regularidad que lo ayude a pensar a futuro. Futuro que tuvo fin en la igualdad con Gimnasia de Jujuy en el Cilindro. Pero esa tarde del 5 de Mayo de 1995 dejó el empate ante el Lobo jujeño en segundo plano, ya que se realizaron las elecciones y no alcanzó con la premisa de «Maradona y Caniggia con De Stéfano presidente» para que el máximo dirigente consiguiera otro mandato. Osvaldo Otero ganó y volvió a la presidencia, llevando al Diego a cumplir con la promesa de que él se iba si no ganaba el oficialismo (cualquier similitud con lo acontecido meses atrás es mera coincidencia). «La gente de Racing me sorprendió. No eligió a De Stéfano y no me eligió a mí», fue la despedida de Maradona al mando del grupo de jugadores que bajo su conducción obtuvo dos triunfos y seis empates, y sufrió tres derrotas.
Hoy, el Diego muestra otras aptitudes como entrenador, con ciclos positivos en el Al Wasl, Al Fujairah (ambos de los Emiratos Árabes Unidos) y los Dorados de Sinaloa de México, además de ser el entrenador con mejor porcentaje de puntos de los últimos años en la Selección Argentina. Sin embargo, aquellos primeros pasos en Deportivo Mandiyú y Racing fueron el capricho de un nene que busca llamar la atención cuando está en penitencia. Y aunque los resultados lejos estuvieron de estar a la altura, nunca hay que olvidar que «el Diego es el Diego» y todo lo que toca se convierte en oro.
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- AUTOR
- Claudio González
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