#Rusia2018xCR
Una nueva periferia
En la Copa del Mundo (prácticamente) no hay entrenadores top. Podremos patalear, refunfuñar, ensayar loas contra el fútbol moderno, pero en términos competitivos el Mundial dejó de ser la cita más atractiva desde lo estrictamente deportivo que puede ofrecer el balompié. El devenir del deporte hiperprofesional acuñó una lógica de mercado equiparable a la del avance capitalista; así la concentración de capitales se acrecentó en cada vez menos actores y de la mano de ello, el talento está en un círculo estrecho. Lo propio vale para los entrenadores.
La Ley Bosman de 1995 no solo flexibilizó al mercado laboral de los futbolistas, también fue el catalizador de las distancias entre Europa y el resto del mundo. Luego sí han surgido los nuevos mercados (como el Golfo, la MLS o China) pero con mucho camino por recorrer para alcanzar a los centros tradicionales del juego. La Copa Intercontinental fue haciéndose menos competitiva y el Mundial de Clubes se convirtió en un trámite en las últimas ediciones, incluso acortándose la brecha entre Sudamérica y el resto pero ampliándose con respecto a Europa.
Así, llegamos a un panorama en el cual sería muy difícil colocar a más de dos o tres de los seleccionadores de esta Copa del Mundo dentro de un listado ficticio de los 20 mejores técnicos del orbe. Los nombres más codiciados están en la Premier League, los grandes de España, el PSG, la Juventus o el Bayern Munich. ¿Hay entrenadores en Rusia 2018 a la altura de Josep Guardiola, Jurgen Klopp, Diego Simeone, Massimiliano Allegri, José Mourinho, Maurizio Sarri o Mauricio Pochettino (por citar a algunos)?
Joachim Löw, probablemente el director técnico de más galones en la Copa, construyó su prestigio en el banco alemán y pasó de ser asistente de Jürgen Klinsmann a institución de la Mannschaft y ya lleva 12 años en el cargo. ¿Podríamos asegurar que sería tan exitoso como entrenador de domingo a domingo como lo es como seleccionador? La del germano, a su vez, es la excepción a la regla.
Repasemos a los entrenadores europeos. En España, Julen Lopetegui ni llegó a debutar en el Mundial: el Real Madrid pudo más y lo llevó a poner por delante a la Casa Blanca que a la Roja, incluso tras haber renovado el vínculo poco tiempo antes. Su antecesor, Vicente del Bosque, fue multicampeón con la Selección pero llegó al cargo varios años después de dirigir a los Merengues y con un paso por el Besiktas turco que lo sacó del eje de grandes equipos.
En Italia, Antonio Conte sólo duró dos años en el cargo. Tras una muy buena Eurocopa en 2016, el Chelsea lo tentó y lo eyectó del banquillo azzurro. La salida del allenatore trajo la asunción de Gian Piero Ventura, quien venía de entrenar al Torino. El resultado: Italia fuera de Rusia 2018. Caso similar al de Holanda; Louis Van Gaal sólo le duró dos años a la selección tulipán. Tras Brasil 2014, un jugoso contrato con el Manchester United lo esperaba. La salida de un entrenador de élite tuvo el mismo colofón para los naranjas que para los italianos pero por duplicado: no clasificaron a la Euro 2016 ni al Mundial 2018.
Francia tiene a Didier Deschamps desde 2012. Más allá de su inicio prometedor en Mónaco en 2004 (final de Champions League incluida), su carrera dista de tener grandes picos. De hecho, siempre se le reclamó mayor volumen de juego al equipo. Si saliera hoy de Les Bleus, nadie auguraría con certeza que lo esperaría un equipo top. Gareth Southgate es una incógnita a futuro, pero el inicio de Inglaterra, con enormes problemas para presionar y salir de las presiones rivales ante Túnez, tampoco permite avisorar algo en sentido inverso. Roberto Martínez llega a Bélgica luego de un resbalón en el Everton inglés, su máximo desafío hasta allí en el certamen más acaudalado del Mundo.
¿Y en América? Tité jamás llegó a Europa. Jorge Sampaoli, tras su explosión en Chile, vivió una temporada exitosa en Sevilla pero se fue movilizado por el sueño del título con Argentina, seleccionado al cual Simeone o Pochettino rechazaron al creer que aún su tiempo estaba en Europa. El anterior DT albiceleste que llegó de Europa fue Gerardo Martino tras un año de sinsabores en el Barcelona. Tras su salida, se fue a la MLS; Edgardo Bauza, predecesor de Sampaoli, tuvo un tour árabe y hoy está en Rosario Central. Óscar Tabárez está en su tercer Mundial consecutivo (cuarto en total) con la Celeste 22 años después de su frustrado paso por el Milan de Berlusconi. Caso análogo al de Héctor Cúper, hoy en Egipto, a 15 años de su salida del Inter de Moratti. Carlos Queiroz, portugués que entrena a Irán y que también estuvo en Brasil 2014, fue ayudante de Alex Ferguson en el Manchester United y en la 2003/2004 tuvo un tumultuoso paso como entrenador del Real Madrid. Volviendo a tierras americanas, Juan Carlos Osorio estuvo en Manchester City como asistente y gestó al Atlético Nacional que luego sería campeón de América, antes de llegar a México. José Pekerman tuvo un largo recorrido como seleccionador, entre Argentina y Colombia, y pasos fugaces en clubes.
La revolución informática nos permite ver miles de partidos y jugadores semana tras semana. El público masivo quizás desconozca a Denís Cheryshev, y Mohamed Salah haya sido un apellido familiar sólo este año. Pero el futbolero pasional lleva ya tiempo siguiendo al grueso de los actores de la Copa del Mundo dentro del campo de juego. Entre ese factor, y la disminución de la jerarquía de los responsables de las selecciones, el espectáculo es menos asombroso. Al menos en los equipos de punta. En el 2014, Argelia y Costa Rica fueron las revelaciones, por outsiders y atrevidas. Una al jugarle sin tabúes a Alemania. La otra por aquel 5-3-2 con achique de espacios hacia adelante y fútbol asociativo que instauró Jorge Luis Pinto.
¿Cuáles serán los rupturistas en Rusia? La Senegal de Aliou Cissé sorprendió por presentar un estilo serio y tacticista, lejos de la impronta alegre y atractiva de otras selecciones subsaharianas. Impuso su efectividad adelante y casi no le otorgó espacios a Polonia. Osorio con México dio el gran batacazo de la primera ronda con un planteo sumamente inteligente y también aspira a ese lugar de revelación. Lo que es claro es que la ruptura de paradigmas tácticos o las innovaciones ya no aparecen en estos torneos. La Meca futbolística que otrora fueron las Copas del Mundo hoy lo es la Champions League.
Y sin embargo, nos gusta tanto el Mundial. Porque aún tiene un condimento extra, porque siguen estando los mejores jugadores -protagonistas máximos- prodigándose al extremo y exponiendo ese famoso espíritu amateur, y porque tiene un punto de tradición y épica que el poder económico de las potencias europeas no puede comprar.
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- AUTOR
- Diego Huerta
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