#Rusia2018xCR
Una pérdida mayúscula
Es indudable que la ausencia de Italia en la Copa del Mundo es un dato relevante y novedoso. Con un solo antecedente previo desde la disputa de eliminatorias mundialistas, la Azzurra, cuatro veces ganadora de la competición más relevante del universo futbolístico, no miraba desde afuera un mundial desde 1958. Y solo el boicot europeo a Uruguay 1930 había provocado la ausencia italiana a una cita mundialista en el período previo a la Segunda Guerra Mundial.
Pero fuera de inmiscuirnos en un análisis profundo sobre los motivos de la eliminación italiana, a manos de Suecia en el repechaje europeo, el nivel futbolístico de este prestigioso seleccionado se mantuvo lejano a su historia en los últimos años. Tanto en la jerarquía individual como en la aplicación táctica estratégica que siempre la caracterizó, Italia estuvo muy por debajo de sus estándares habituales en el último lustro. Y el golpe final termina con una nación que vive el fútbol como pocas mirando el Mundial desde afuera.
También Holanda, un seleccionado de gran aporte histórico y con presencia entre los cuatro mejores en las últimas dos Copas del Mundo, faltará a la cita tras un período nefasto que también lo mantuvo al margen de la última Eurocopa. Francia y esta versión de Suecia que también, a pesar de su modestia técnica, se encargó de Italia, prevalecieron por sobre el seleccionado naranja en el camino hacia la máxima cita.
Sin embargo, a nivel internacional hay un seleccionado sin tantos pergaminos en el pasado, cuya ausencia resulta una verdadera baja de calidad para Rusia 2018. La eliminación de Chile se contradice con los rendimientos de alto nivel que permitieron al seleccionado transandino codearse con la elite del fútbol global durante lo que va de esta década. Una generación superadora de futbolistas que desde las categorías juveniles ha demostrado jerarquía internacional coincidió con procesos de trabajo serios y eficientes que entregaron otra mentalidad a un representativo al que le costaba trascender incluso a nivel continental.
Tal vez la piedra fundamental de ésta era fue otra Copa del Mundo: la Sub-20 de Canadá en 2007. Allí Chile consiguió un meritorio tercer puesto tras caer ante el seleccionado argentino, que ya horneaba figuras como Ángel Di María, Sergio Agüero, Ever Banega, Gabriel Mercado y Sergio Romero. En ese equipo se presentaron en sociedad algunos jugadores que formarían parte de la estructura del representativo absoluto durante la siguiente década: Mauricio Isla, Gary Medel, Carlos Carmona y, principalmente, Arturo Vidal y Alexis Sánchez. José Sulantay había plantado la semilla que Marcelo Bielsa regaría con sus conocimientos y su audacia, para obtener un equipo que se quite de encima su complejo de inferioridad respecto a los gigantes de América y gestione su retorno a una Copa del Mundo. Tras dos fracasos consecutivos, Chile aparecía en la nómina de Sudáfrica 2010.
El tiempo redondeó con títulos la actitud futbolística de un equipo que fue acostumbrándose a competir a alto nivel. Luego de un paso poco exitoso de Claudio Borghi por la conducción técnica, otro argentino, Jorge Sampaoli, fue elegido para regentear el destino de una generación que pretendía autosuperarse. El casildense había demostrado sus cualidades en O’Higgins y obtuvo tres títulos locales y una Copa Sudamericana con Universidad de Chile. Y pronto demostró que su elección era acertada, enderezando el irregular camino que ponía en dudas la participación de Chile en Brasil 2014, para obtener el tercer puesto en la eliminatoria.
Ya en Brasil, tras superar un Grupo B sumamente exigente que lo enfrentó a Holanda, España y Australia, culminó su participación cayendo por penales en octavos de final ante el local, tras haber puesto en grandes aprietos a Neymar y compañía durante los 120 minutos de partido. Toda una prueba de los desafíos para los que estaba preparado este grupo de jugadores, que dos años después ya tenían en sus currículum dos títulos de Copa América, los primeros de la historia del fútbol chileno.
El último capítulo exitoso fue la Copa de las Confederaciones Rusia 2017, ya bajo la conducción de Juan Antonio Pizzi. Allí logró dejar en el camino a la Portugal de Cristiano Ronaldo en semifinales, pero cayó con lo justo y haciendo un gran partido contra el potente equipo B de Alemania –con jugadores como Marc-André ter Stegen, Antonio Rüdiger, Julian Draxler, Joshua Kimmich, Emre Can y Shkodran Mustafi en sus filas- para llevarse la medalla de plata mientras buscaba el pasaje para retornar a Rusia este año.
Pero algunas cuestiones extrafutbolísticas propiciaron una caída importante en el rendimiento del equipo de cara a la recta final de las eliminatorias, y un detalle insólito terminó penando el bajón futbolístico de un grupo al que Pizzi no pudo rescatar de sus propias miserias. Un reclamo administrativo por la inclusión indebida de Nelson Cabrera en el empate ante Bolivia en casa terminó entregándole dos puntos de escritorio a Chile. Aunque también favoreció a Perú, que había caído claramente en La Paz por 2-0, restituyéndole tres unidades que serían decisivas en la cuenta final y le permitirían a un seleccionado que, de no ser por este fallo, hubiera terminado en la tabla séptimo –no solo por detrás de Chile sino también de Paraguay- y eliminado de la Copa del Mundo, acceder al repechaje.
Ahora Chile inició un nuevo proceso de la mano del colombiano Reinaldo Rueda y derrotó como visitante a Suecia, el verdugo de Italia en la repesca europea, con momentos de gran fútbol, dejando claro que su ausencia será una gran pérdida para la próxima Copa del Mundo. Queda ver si esta generación fabulosa de jugadores que ya entra en la veteranía, puede revertir este enorme revés en su último período con la camiseta de su selección. Sería una verdadera pena que este grupo de jugadores que escribieron su nombre en la eternidad del fútbol de su país no tenga la oportunidad de una revancha a la altura de su jerarquía.
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- AUTOR
- Nicolás Di Pasqua
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