Historias
Una vida desafiando la lógica
Afganistán. Rara forma de empezar una nota, pero es lo primero que queda después de investigar sobre Nadia Nadim, la protagonista. Pienso en Afganistán y, la verdad, acepto aquí mi ignorancia, pienso en guerra, conflicto, violencia y adjetivos que lo ideal sería que no fueran necesarios en nuestro idioma. Pero ahí están.
Ya solo con eso uno piensa ‘bueno, tendrán muchos problemas, qué tiempo van a tener los niños para jugar fútbol, seguro que nada’. Muy lejos de la razón no debo andar. Ahora piensen que cuando los talibanes tomaron control de Afganistán, surgir para una niña o mujer en ese lugar desafió cualquier lógica. No se les permite educación y mucho menos autonomía. Lo tienen todo en contra.
Nadim no solo desafía la lógica sino que va más allá, le va ganando por goleada y aún así quiere seguir anotando goles. Salió muy joven de Afganistán, tristemente su padre fue fusilado por los talibanes, aunque junto a su familia no sabía qué había sucedido con él aparte de no haber llegado a casa una noche. Después de un tiempo buscando, descubrieron la verdad. Sabían que mujeres solas en ese país tenían los días de “libertad” contados. Con pasaportes pakistaníes falsos, salieron del país hacía Londres; por una y otra razón más bien terminaron de Dinamarca.
Nadia y sus hermanas ya conocían el fútbol. Aunque sea a escondidas, jugaban en el patio de casa con su padre. Al llegar a Dinamarca, viviendo en un campo de refugiados, exploraron la zona y hallaron el área de entrenamiento del club local Gug Boldklub. Fue la principal distracción que encontraron. Aunque no entrenaban con el equipo, practicaban siempre como recreación, una forma perfecta para divertirse aún conociendo la situación que vivían.
Después de un tiempo, las hermanas se animaron a pedir permiso al entrenador del equipo para ser parte del mismo. El DT aceptó y la carrera de Nadia despegó casi de la nada. Jugó su primer partido como defensa y convirtió tres goles. Descubrió rápidamente su verdadera vocación ofensiva y su facilidad para anotarse en la red.
Pronto, el entrenador recomendó que hiciera una prueba en el B52 Aalborg, uno de los mejores equipos del país, y ella fue. No se sorprenderán, amigos lectores, de que Nadia la rompió en la prueba. Volvió a casa feliz para darle la noticia a su madre, sólo para llevarse un nuevo golpe. Su mamá veía imposible costear los gastos del transporte para que ella pudiera continuar con su sueño. El dolor, esta vez, no duró demasiado. El club tenía tanta confianza en Nadia que decidió hacerse cargo de los traslados en tren.
Tuvo que esperar hasta los 18 años para poder nacionalizarse danesa debido a las leyes del país. Una vez conseguido esto, logró su primer contrato profesional con el IK Skovbakken, equipo que además la sedujo con la oportunidad de tener una mejor educación. Nadia y su familia se mudaron a la ciudad de Aarhus y, junto con su nueva profesión, conoció su pasión por ayudar. Con estudio, se propuso convertirse en cirujana.
Es definitivamente agradecida con la vida, ama el fútbol pero hasta cierto punto lo considera su pasatiempo. Quiere ser más, ayudar a la gente, darle a otros las oportunidades que de una u otra manera ella recibió. Así que se prepara para ello, vale mencionar que habla nueve idiomas: danés, inglés, alemán, persa, dari, urdu, hindú, arábigo y francés.
La selección de Dinamarca rápidamente se interesó por el fútbol de Nadia, pero había una piedra más en el camino: por las reglas de FIFA, para que una persona naturalizada pueda formar parte de una selección nacional, hace falta que la misma haya vivido al menos cinco años en el país. La Federación Danesa apeló dadas las circunstancias poco comunes de Nadia y la FIFA, justa como siempre (?), aceptó y permitió que Nadim continuara viviendo su sueño. Poco después tuvo su debut, lo que la convirtió en la primera persona nacionalizada que jugaba para una selección danesa, ya sea de hombres o mujeres.
Nadia ya ha participado de 74 partidos internacionales, en los que ha marcado 22 goles. Dos de ellos llegaron en la Eurocopa de Holanda, cuando arribó a la final. Estuvo 3 años en el Fortuna Hjorring de Dinamarca antes de llamar la atención del equipo estadounidense Sky Blue FC. Una aventura que poco después la llevó a un nuevo conjunto en tierras norteamericanas, el Portland Thorns, al que ayudó a conseguir un trofeo nada más y nada menos que saliendo goleadora de la temporada.
Es una mujer afgana, cercana a cumplir 30 años, que perdió a su padre quizás de la peor forma posible. Huyó de su país para entrar a una cultura e idioma que desconocía, escapó de una vida que pudo terminar en tragedia. Pero, con personalidad y esfuerzo, ha hecho de unas condiciones terribles, el mejor resultado (in)imaginable.
Tal vez esta sea la última ocasión en que leamos algo de Nadia, tal vez en unos años la veamos como la mejor jugadora del mundo. Después de todo, lo imposible es pan de cada día para ella.
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- AUTOR
- Adrián Pacheco
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