#Rusia2018xCR
Uruguay, no más
Se acabó. Terminó el sueño mundialista para Uruguay, en Rusia. Las cuatro victorias consecutivas, hilvanadas durante la fase de grupos -sin recibir goles- y la de octavos de final, ante la complicada Portugal de Cristiano Ronaldo, no resultaron argumento sólido para vencer a una Francia que, apoyada en la pelota parada y un yerro, accedió a las semifinales y espera por Brasil o Bélgica.
Le costó. La «banda oriental» no logró sentirse cómoda en ningún momento del partido. Paul Pogba, N’ Golo Kanté y Corentin Tolisso superpoblaron un mediocampo que tuvo, con el correr de los minutos y el asentamiento del resultado a favor, a las piernas de Lucas Torreira, Matías Vecino y Nahitán Nández corriendo de atrás el balón.
Fueron dos baldes de agua fría, dos golpes de esos que duelen, dos caídas de las que es difícil levantarse. En el ocaso del primer tiempo, Raphael Varane escapó de la marca de Martín Cáceres y, ante el inminente salto de tres hombres de camiseta celeste, se elevó en el cielo para darle velocidad y dirección a un balón ejecutado por Antoine Griezmann -de pelota parada-. Fue imposible de salvar por Fernando Muslera. Sí, ese amado y odiado balón detenido. Amigo durante mucho tiempo de la Copa del Mundo para los sudamericanos -los primeros cinco tantos en la competición tuvieron su génesis allí-, pero elemento de carácter verdugo en esta instancia definitiva.
¿A qué se dedicó Uruguay? Difícil, por lo mencionado anteriormente, por la jerarquía del rival y porque, sobre todo, le faltó el ancho de basto: Edinson Cavani. Arriba, Luis Suárez -que no dispuso de ocasión alguna de riesgo- tuvo que ingeneárselas con Christian Stuani para recibir un balón e intentar diagramar algo en ofensiva, ante un rival bien replegado, con líneas juntas y que, a diferencia del partido ante Argentina, no necesitó de un Kylian Mbappé en modo MVP.
¿Dispuso de alguna chance? Claro. Apenas tres minutos después del primer grito sagrado, el mismo Cáceres impactó, vía aérea, una «Telstar» que fue al corazón del área, pero con un final distinto: Hugo Lloris llegó a imponer su guante por sobre el balón y sí, se gritó como si hubiese entrado en puerta ajena.
En el complemento, Muslera fue el principal protagonista de la consumación de la derrota. A los 46 minutos, tuvo un pequeño/gran incidente con Griezmann, ejecutando un intento de amague ante el delantero, que le robó el balón que, producto de la fuerza del envío, terminó afuera.
Apenas 15 minutos más tarde, el punta del Atlético de Madrid remató de media distancia una pelota que parecía mansa, que iba al medio y cuyo destino final parecían las manos del arquero. Sin embargo, el propio efecto en la trayectoria, la poca fuerza en la postura de manos y el mal posicionamiento de un cuerpo que no fue sostén, hicieron que el envío pase le línea de cal y a sacar del medio.
Claro, la desazón es grande. La postal que queda será la de José María Giménez llorando sin consuelo, aún sin que Néstor Pitana dictamine el final del juego. Uruguay quedó afuera, pero cuenta con jóvenes valores para mirar con anhelo a Qatar 2022 y mejorar lo hecho en tierras comunistas.
Relacionado
- AUTOR
- Julián Barral
Comentarios