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Uruguay y la adaptabilidad de sus nuevos volantes
Los mediocampistas de hoy y los de ayer. En esa diferenciación se halla el estilo actual de Uruguay, que logró vencer en los últimos instantes de juego a Egipto. El gol de José María Giménez, con un gran cabezazo entre tres rivales, no hizo más que establecer una ventaja por la que los charrúas habían hecho méritos. Sin embargo, el partido fue una evidencia de que la transición de una gama de volantes a otra requiere adaptación. Y eso mismo puede demorar su tiempo o suceder de buenas a primeras.
El equipo sudamericano salió a jugar en Ekaterimburgo con Matías Vecino y Rodrigo Bentancur en la medular. Dos mediocentros que le aportan salida y que comienzan a tejer el juego del conjunto desde atrás. Aunque Uruguay fue un equipo plano, los componentes del doble pivote jugaban a una misma altura y sus pases eran, en un gran porcentaje, horizontales. Ambos volantes, que actúan en la Serie A, son similares, y se hacía menester la presencia de un jugador más vertical, alguien que se descolgara hacia campo rival y llegase al área.
Bentancur y Vecino no cuentan, entre sus características, esa virtud de desplegarse con asiduidad a territorio enemigo. Sólo Giorgian De Arrascaeta lograba recibir en tres cuartos, pero rara vez lograba girar para tener el arco de frente. El eficiente repliegue egipcio, con dos líneas de cuatro hombres que no dejaban espacios entre sí y disponían de ayudas constantes de los extremos a los laterales, quitó opciones a la Celeste. Nahitán Nández, un jugador que bien podría ser considerado una mixtura entre los centrocampistas agresivos y de corte de antes con los de buen pie y salida de hoy, no lograba ser una vía clara de ataque por derecha.
Progresivamente, Luis Suárez y Edinson Cavani abandonaron el centro del ataque y se ofrecieron como apoyo, con el objetivo de que el balón llegase hacia terreno enemigo con peligro. De todos modos, faltaba agilidad en la distribución, y ambos mediocentros cayeron en sendas imprecisiones que derivaron en contraataques de los norafricanos. El seleccionado sudamericano era dueño del balón, aunque no conseguía desordenar a Egipto. El equipo de Héctor Cúper cerraba espacios con acierto y, una vez con la pelota, procuraba asociarse mientras se adelantaba el bloque, mediante la conducción de Mohamed Elneny.
Sin que las condiciones del juego se modificaran, Tabárez realizó dos modificaciones al unísono en la segunda etapa y consiguió que Uruguay fuera algo más directo en sus ataques. Cristian Cebolla Rodríguez y Carlos Sánchez por Nández y De Arrascaeta. El hombre de Peñarol acompañó a los delanteros, que se encontraron mejor entre sí en la cercanía del área del arquero Ahmed El-Shenawy, mientras el futbolista de la liga mexicana se incorporó en algunas ocasiones por dentro y envió un centro perfecto en el gol.
La nueva camada de jugadores que los celestes tienen para su centro del campo contrasta con una que les dio grandes dividendos en la última década. Volantes como Walter Gargano, Diego Pérez o Egidio Arévalo Ríos se especializaban en el corte, mientras el conjunto dominaba las áreas como pocas selecciones alrededor del mundo. Actualmente, tanto los que jugaron en el debut mundialista como Lucas Torreira -o Federico Valverde en un futuro, ya que quedó fuera de la lista final de 23-, darán otro matiz de juego colectivo. Y eso, tras tantos años de un estilo, conlleva su adaptabilidad a otro, más cuando los cuatro hombres de la mitad del campo debutaron al mismo tiempo en la máxima cita.
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- AUTOR
- Nicolás Galliari
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