Historias
Viejos son los trapos
Últimamente, cuando un jugador pasa los 30 años, se acostumbra a decir de él que está viejo, que ya no puede jugar más y, posteriormente, todo lo que rodea al fútbol se encarga de desplazarlo, como si fuese una maquina de usar y tirar. Sin embargo, desde grandes ídolos hasta jugadores humildes del ascenso han desafiado esa idea con su mejor arma: divertirse en un campo de juego hasta que el cuerpo aguante.
Así podemos contar desde Francesco Totti o «El Conejo» Perez, quienes hoy en día siguen jugando con 40 años o más, hasta figuras como Alessandro Del Piero, Marco Materazzi, Robert Pires (entre otros), que se retiraron a la misma edad -41-.
Dentro de esta lista, los que predominan son arqueros. Faryd Mondragon es un recuerdo fresco. Con 43 años se convirtió en el arquero más veterano en jugar un Mundial cuando ingresó contra Japón, aplaudido por toda la hinchada colombiana. Peter Shilton, Dida, Van der Sar o Dino Zoff (de quien hablaremos detalladamente más adelante) son otros ejemplos de retiros veteranos, todos con más de 40 años.
La lista podría seguir, pero a continuación hablaremos de 4 ejemplos, desde Central Ballester hasta la Selección italiana, que demostraron cómo se juega al fútbol durante un largo tiempo.
“Volver a jugar me rejuveneció”
Juan Carlos Albarello nació el 17 de junio de 1967. Por ese entonces, Central Ballester todavía no existía como club, al menos no bajo ese nombre, sino por el de Central Argentino.
Albarello ostenta un récord en el fútbol argentino: ser el jugador de mayor edad en actividad. Debutó en 1984 con Armenio. Luego pasaría por varios equipos como Sol de América, Libertad de Clorinda, Juventud Unida, Comunicaciones, Colegiales y Central Ballester. Con este último consiguió el mayor logro en su carrera, el ascenso a la Primera C en 1996.
Un día de junio, Norberto Romano lo llamó y se sumó al plantel. Volver a las canchas, como dice él, “lo rejuveneció”.
-¿Por qué elegiste ser futbolista?
-Yo nací con una pelota de fútbol bajo el brazo. De chico participaba de otros deportes como el básquet, pero ya a los 14 años me decidí por el futbol.
-Cuando empezaste como profesional, ¿cómo era la relación entre los juveniles y los líderes?
-Cambió mucho. En mi época cuando un joven se integraba al plantel se lo trataba muy bien. Había códigos. Ahora que volví después de 20 años vi que cambió para bien, pero depende mucho del plantel. Acá (en Central Ballester) hay un grupo bien definido, cada jugador sea el más chico o el más grande cumple un rol. Hay respeto y como todo plantel nos divertimos.
-¿Cómo notaste los cambios en la preparación física a lo largo de tu carrera?
-Antes se trabajaba lo físico, pero ahora se mejoró y se hace todo más integrado, como reducidos o trabajos con pelota. Ahora tenemos gimnasio propio, pero antes no había o no se lo utilizaba tanto. Antes trabajábamos con un compañero del mismo peso para subir y bajar una pendiente, usábamos los arboles como referencia para el pique y reacción. Ahora tenes un gimnasio a disposición para trabajar cuando quieras.
-¿Cual fue tu motivación por volver a jugar?
-La motivación siempre está en uno. Aunque no estés jugando profesionalmente, siempre participas con compañeros o con ex amigos. Uno deja de jugar cuando el cuerpo no da más. Siempre doy gracias a Dios que con la edad que tengo siga jugando. Además siempre me mantuve en forma. Nunca tuve vicios, siempre me cuidé con la comida y los fines de semana era árbitro amateur en campeonatos de intercountrys.
-Cuando te retiraste, ¿pensaste alguna vez en volver o ya lo dabas como una etapa terminada?
-Sinceramente, lo daba como una etapa terminada. Tuve durante el transcurso de mi carrera varios técnicos que me decían que haga el curso para poder estar de ayudante de campo de algunos técnicos que tuve, pero nunca se me dio por hacerlo. Siempre seguí jugando, hace cuatro años jugaba el fútbol senior para Central Ballester y paralelamente hacía de referí sábado y domingo.
-¿Cómo se dio tu vuelta a Central Ballester?
-La vuelta fue con Beto Romano, que habíamos jugado juntos en Central. El año pasado fui a ver el último partido contra Juventud Unida, en cancha de JJ Urquiza. Nos encontramos, estuvimos hablando y en un momento me dice: “¿Cómo estás para volver a jugar?”. Yo le contesté: “Vos sabes como estoy yo”. “Bueno, después te llamo” me dijo él. Me lo tomé solo como un chiste. En junio me llama por teléfono y me dice: «Mañana te quiero a las 9 de la mañana entrenando con el plantel”. Ese día hasta las 4 AM no me podía dormir de los nervios que tenía. Al otro día fui y quedé. Fue una alegría inmensa.
-A día de hoy, ¿te ves jugando varios años más?
-La verdad que nunca me puse un límite de edad para retirarme. Siempre me mantuve. Por ejemplo, hoy hice gimnasio y después salgo a correr y sigo la rutina que nos dejó el preparador físico. Siento que volver a jugar me rejuveneció. Ahora quiero poner a Ballester bien alto otra vez. En mi época logramos un ascenso a la C, así que mi objetivo es dejarle otra estrella en el escudo.
Dino Zoff y la vejez como recompensa
Dino Zoff nació en Mariano del Friuli, un pequeño pueblo del norte de Italia. Allí se forjaría uno de los mejores arqueros que tuvo la Azzurra en toda su historia, dejando un legado imborrable.
Su carrera profesional no tuvo un buen comienzo. A Dino le encantaba atajar, pero su estatura no lo favorecía. Hasta los 16 años medía 1,66 metro, cuatro centímetros menos que Lionel Messi hoy en día. Cuando fue a probarse al Inter y Juventus, lo rechazaron. Fue su abuela Adelaida quien empezó a darle ochos huevos diarios. En dos años, Dino Zoff llegaba al metro ochenta.
Debutó con 21 años en el Udinese para más tarde triunfar en el Napoli, donde se asentó como portero titular. En la Eurocopa de 1968, comenzó a ocupar el arco de la Selección y, apenas con 24, ya era campeón europeo con Italia. Pero su mejor momento profesional empezó en 1972, cuando con 30 años fichó por la Juve. Allí ganó 6 Scudettos, 2 Copas de Italia y la Copa de la UEFA 1977. Sin embargo, cuando todo era halago en Turín, en la Azzurra empezaban las dudas acerca de su titularidad. En 1978, las derrotas contra Holanda y Brasil por errores de Dino hicieron que el combinado quedara cuarto y fuera del Mundial en primera ronda. Con 36 años, los medios lo acusaron de estar viejo y acabado.
Zoff esperó 4 años para tomar revancha. España ’82 fue la competencia y Sarriá, el campo de batalla. Frente a Brasil, en uno de los mejores partidos de la historia de los Mundiales, el arquero mostró todo su repertorio. Su atajada frente a Oscar, en el minuto 90, fue la acción con la que respondió a todos los que dudaban de él. Lo siguiente fue la consumación del éxito: con 40 años Dino levantaba la Copa Mundial, siendo el jugador más longevo en ganar la competición.
El hombre récord
Si Uruguay es la cuna del fútbol, Robert Carmona es un mito para ese país. No será el más conocido ni el que tiene más títulos, pero lleva desde 2014 el récord Guinness al jugador profesional de mayor edad del mundo, y todo sucedió por su hija.
“Paseando con mi hija, se detuvo en una librería y encontró un libro Guinness. Me preguntó porqué no estaba ahí y me despertó curiosidad. Vi a un jugador de la UEFA, que era el más viejo dentro de los Guinness, con 43 años. Yo en ese momento tenía 47 y dije: ‘Si este golero con 43 es el más viejo del mundo, yo con 47 tengo que empezar a incursionar‘”, cuenta Carmona en una entrevista a Infobae en 2016.
“Entreno todos los días, hago bicicleta y pesas, troto entre seis y siete kilómetros. Cuando nos vamos de vacaciones, a mi esposa le digo que no puedo ir a tomar mate a la playa porque tengo que entrenar. Me siento mal si no entreno. Lo mismo con las comidas, nada de frituras ni cosas que no sean sanas” desvela el longevo jugador en una nota a El Gráfico.
Su carrera está plagada de equipos, aunque ninguno fue de élite. En Uruguay jugó en 18 conjuntos, entre selecciones del interior y clubes, mientras que en Estados Unidos estuvo en unos 9 o 10. “Estaríamos hablando de entre 25 y 28 equipos más o menos”, dice Carmona.
Hoy en día, reparte su trabajo en jugar en el Canadian de la segunda división uruguaya y su asociación civil “Hacele un gol a la vida”. Con ella, a través de charlas y conferencias en escuelas, iglesias y cárceles, transmite su experiencia de vida y valores: “cero alcohol, no a la discriminación y sí al ejercicio físico… Me parece injusto guardar en un cajón los logros y experiencias que me dio la vida”, finaliza Robert.
El inglés que no se cansaba
Antes de que Robert Carmona obtuviese el premio Guinness al jugador profesional más longevo, Stanley Matthews había sido su antecesor. Un hombre que dejo huella en el fútbol inglés, por jugar hasta los 50 años y por su peculiar personalidad, tanto dentro como fuera del campo.
Siempre ocupó la posición de extremo derecho y se destacaba por su rapidez y calidad a la hora de regatear rivales. Fue uno de los pioneros en el marketing del fútbol, cuando diseñó unos botines más ligeros que patrocinaba en los medios.
A la pregunta sobre cómo hizo para jugar tanto tiempo profesionalmente, Matthews señalaba dos aspectos: primero, un trabajo físico mucho más exigente que lo habitual en la época, y segundo, dormir doce horas diarias. Según él, ese era su secreto. En 1931 debutó con el Stoke City y en 1946, con 31 años, pasó al Blackpool. Allí hizo historia, llegando a dos finales de Copa y finalmente ganándola en 1953, la cual quedó en el recuerdo como “La final de Matthews”. Faltando 20 minutos, su equipo perdía 3-1 frente al Bolton Wanderers, hasta que Stanley apareció y con tres asistencias suyas lograron dar vuelta el partido y levantar la ansiada copa en Wembley.
Debido a jugar en años de posguerra, solamente participó en el Mundial de Brasil ’50, sin embargo jugó con la selección inglesa desde 1934 hasta 1956. Tuvo la particularidad de ganar el primer balón de oro a los 41 años y con 46 volvió al Stoke, marcando el gol que significó el ascenso a Primera Division. Su retiro terminó por todo lo alto, cuando fue llevado en andas por Ferenc Puskas y Lev Yashin, aplaudido por todo el estadio.
Con un humor inglés característico, el 28 de abril de 1965 anunció el punto final a su trayectoria diciendo: “Tal vez mi retirada fue algo prematura”. Ese mismo año fue nombrado Sir por la corona británica, con lo que demostró lo importante que fue para el fútbol de su país. Murió el 23 de febrero de 2000, pero su recuerdo sigue marcado a fuego en cada cancha que pisó.
- AUTOR
- Bruno Scavelli
Comentarios