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Y un día, el orden reinó en África
Sorpresivamente pese a su historia, Camerún se alzó con la Copa Africana de Naciones disputada en Gabón. Inicial y previamente fuera de los pronósticos como posible campeón, los leones volvieron a ser indomables. Con una convocatoria donde resonaban las ausencias de Joel Matip, Eric Maxim Choupo-Moting y Allan Nyom por motivos de elección individual, dando preferencia a sus clubes por encima de su selección tras un posible acuerdo (o no) con el seleccionador belga, Hugo Broos.
Bajo este clima difuso y desaconsejable de cara al inicio de una competición tan importante, Camerún aterrizó en tierras gabonesas con la sensación de disputar un torneo sin la presión de antaño y con la necesidad de preparación para los partidos decisivos de eliminatorias de cara al Mundial de Rusia, donde comparte zona nada más y nada menos que con Argelia, Nigeria y Zambia (sólo clasifica el primero del grupo).
El fútbol es impredecible y cada encuentro generaba más ilusión en un equipo que fue de menor a mayor gradualmente, con el guiño que a veces el azar caprichoso realiza. Tras un decoroso empate ante una Burkina Faso de la que se pueden esperar diversos rendimientos (esta vez excelso), los vestidos de verde se hallaban a 30 minutos de caer prácticamente eliminados ante la inferior pero rebelde Guinea Bissau. Con tantos de Sebastien Siani y Michael Ngadeu-Ngadjiu, comenzó a edificar de forma consistente una especie de epicidad que se vio reafirmada ante la organizadora Gabón cuando, en el último minuto, el arquero Fabrice Ondoa salvó milagrosamente su valla y la clasificación in extremis de su país. Invictos tras la igualdad sin goles, los leones se aseguraron el segundo lugar del grupo dejando atrás a los locales de Pierre-Emerick Aubameyang, ganando la partida obligatoria y empatando ante la bipolar Burkina Faso.
El orden dentro del juego y el sistema 4-2-3-1 que mutaba a 4-4-2 sin balón, vio reflejado el trabajo del entrenador belga, quien transmitió su perfil bajo y su trabajo a los jugadores, que finalmente ejecutaron de buena manera sus ideas (no son abundantes los casos de equipos tan bien ordenados y trabajados dentro de la África negra, donde impera lo individual sobre lo colectivo). Ese equilibrio y sacrificio llevó a los campeones a eliminar a dos de las máximas favoritas (Senegal por juego y Ghana por nombres propios). En cuartos de final ante los senegaleses, un penal fallado por Sadio Mané le dio el billete a semifinales tras una contienda donde el «saber sufrir» camerunés y la superioridad senegalesa fueron una constante por varios segmentos del encuentro. Con Ghana, ya en el penúltimo escalón, a falta de 20 minutos el gol de Ngadeu-Ngadjiu desequilibró el choque que acabó siendo sentenciado por Christian Bassogog en los segundos finales.
Otra final para Camerún, que volvía al hábitat que nunca debió abandonar tras varios conflictos entre plantilla, estrellas y la Federación. Egipto (llegó a la instancia cumbre tras la excelsa actuación de Essam El Hadary, su arquero de 44 años, en la tanda de penales ante ante Burkina Faso), con todo lo que conlleva su nombre en el continente, ya esperaba en la finalísima. El conjunto de Héctor Cúper, que basaba su juego en una sólida defensa y una transición defensa-ataque temible con Mohamed Salah y las apariciones por sorpresa entrelíneas de Mohamed Elneny. De esa forma, se pusieron en ventaja los faraones, pero su rival de turno no bajó los brazos y engendró así una remontada espectacular (nuevamente en la última media hora), otra victoria asombrosa ante una Egipto que desestimó todo tipo de «riesgo ofensivo» y escogió refugiarse en su propio campo tras el 1-0.
GRANDES EQUIPOS: CAMERÚN 1990
Para destacar en el campeón
El portero Ondoa, quien en su momento fue miembro de la cantera del Barcelona tras el empeño de Samuel Eto’o en que realice una prueba. Actualmente en el Sevilla Atlético (filial del Sevilla en la Segunda División española), ya es indiscutible en el arco de su país sin pesarle en absoluto la sombra de Carlos Kameni. Pese al fallo en la final, Ondoa demuestra regularidad basada en seguridad y grandes reflejos.
En defensa Adolf Teikeu fue un valuarte y, gracias a su gran rendimiento, Nicolás Nkolou se tuvo que conformar con solo participar de la final con gol incluido debido a una lesión del central de 26 años del Sochaux francés. El flanco izquierdo es de Ambroise Oyongo, que milita en el Montreal Impact de la Major League Soccer. Proyecciones sorpresivas e inteligentes y firmeza en la marca definen a este muy buen lateral.
Arnaud Sutchuin Djoum y Siani conforman la medular, uno es el ancla, el mediocentro posicional, y su compañero de zona el que ejecuta los ida y vuelta para conectar con los delanteros. Los atacantes brillaron gracias a su rendimiento personal, entendimiento colectivo e interacciones. No sorprendió el nivel de Benjamin Moukandjo, que es ya dueño y señor de la sección ofensiva de su equipo. Sin ver puerta con facilidad pero con un desequilibrio y entendimiento del juego excelso, tanto como asistidor como para generar espacios. Interpretó cada día su rol a la perfección. Bassogog sí fue una especie de revolución, ya que con sus 21 años y jugando en el Aaalborg danés, no se esperaba una explosión para este torneo pero, antagónicamente, demostró desfachatez y una velocidad con balón dominado endiablada. En la zona central del ataque se hallaban Robert Ndip Tambe (sorpresiva inclusión por su nivel en el Spartak Trnava eslovaco y titularidad al compartir puesto con Vincent Aboubakar, quien acabó siendo un gran revulsivo), y el gran Jacques Zoua (de aspecto físico parecido al de Lacina Traoré), que dominó con clarividencia y desparpajo cada situación en la que le tocó participar. Fueron un clásico sus ayudas al mediocampo durante el campeonato, bajando a recibir de espalda, ganando todos y cada uno de los duelos individuales por alto y bajo. Ocupó espacios y los generó a sus espaldas, exhibiendo devoluciones rápidas que desarbolaban al contrincante de turno y un poderío físico y sobre todo técnico asombroso.
A tener en cuenta
- Mencionado anteriormente, el trabajo y el orden-equilibrio de una gran mayoría de selecciones pocas veces visto en ediciones anteriores de la CAN. Equipos como Uganda, Guinea Bissau o Zimbabue dieron muestra de ello, basándose en sistemas simétricos para paliar la inferioridad perenne con las grandes selecciones y estrellas del fútbol mundial. Casos completamente opuestos, las desilusionantes Argelia o Costa de Marfil, quienes no sacaron provecho de sus jugadores de élite y mucho menos de un posible juego colectivo.
- El nivel del arbitraje rozó la perfección salvo algún caso aislado de error importante. Decisiones firmes, aplicando a la perfección el reglamento, acertados en las simulaciones y lo más importante: ajenos a todo tipo de presión al dirigir a los equipos mastodónticos, algo que acaece de forma reiterada en Eliminatorias. Gran noticia para el fútbol africano y mundial.
- Se produjo un caso inaudito. Una gran parte de los saques de esquina fue ejecutada de forma casi obscena (rasos al primer palo, o pasados al segundo llegando al saque de banda para el contrincante), todo lo contrario a los saques de falta cercanos al área (ya sea de forma directa o con destino a un compañero como centro). Muchos tiros libres acabaron en jugadas de gol o al menos de peligro (se siguen visualizando errores en los marcajes).
- El caso de José Antonio Camacho y Gabón tiene que tomarse como ejemplo para no volver a caer en el mismo fallo sempiterno del fútbol africano, donde predomina la oportunidad al gran nombre (que pudo ser en su momento y ya no lo es) por encima de entrenadores capacitados que no toman la chance como una aventura pasajera que contarán a sus nietos, sino como una oportunidad de enseñar y porqué no, de aprender. No existió el feedback Camacho-jugadores y, más allá del pobre resultado final (eliminación en primera fase siendo el organizador), el juego fue nulo, siendo el balón al espacio hacia Aubameyang la única salida al desastre colectivo.
- Más allá de los jugadores más reconocidos por todos los espectadores, hemos podido apuntar varios nombres de diversos participantes que sin duda nos han dejado perplejos: Denis Bouanga (Gabón-Tours, Francia), Zoua (Camerún-Kaiserslautern, Alemania), Zezinho (Levadiakos, Grecia), Nanissio (Felgueiras 1932, Portugal) y Piqueti (Guinea Bissau-Sporting Braga II, Portugal), Floyd Ayité (Togo-Fulham, Inglaterra), Junior Kabananga (Astana, Kazajistán) y Neeskens Kebano (RD Congo-Fulham, Inglaterra), Thomas Partey (Ghana-Atlético Madrid, España), Joseph Ochaya (KCCA, Uganda), Denis Onyango (Mamelodi Sundowns, Sudáfrica) y Tony Mawejje (Uganda-Thróttur, Islandia), Yves Bissouma (Mali-Lille, Francia), Henri Saivet (Senegal-Saint-Étienne, Francia), Kudakwashe Mahachi (Zimbabue-Golden Arrows, Sudáfrica) y Sofiane Hanni (Argelia-Anderlecht, Bélgica).
Once ideal
Los leones retomaron el mando y vuelven a ser los reyes de África, una generación que ilusiona de cara a Rusia 2018. Una CAN que nos dejó un gran sabor de boca por varios motivos pero cabe destacar la igualdad y el emparejamiento desde lo táctico de los equipos menores a los favoritos.
- AUTOR
- Nicolás Quiroga
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