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You will never smoke alone
En el centro de Copenhague existe un pequeño distrito de unos mil habitantes que comparten en comunidad ciertos ideales comunistas, cuentan con leyes y moneda propia y viven despojados de la propiedad privada. Se trata de Christiania, donde los turistas se acercan a disfrutar de sus calles pintorescas, está “permitido” el consumo de drogas blandas y en el que existe un pequeño equipo de fútbol, el Christiania SC, que sigue los lineamientos de ese reducido pero arraigado grupo de neo anarquistas con sus valores, costumbres e ideologías a flor de piel. “You will never smoke alone” es el lema oficial de estos seres divinos, emulando a los reds de Merseyside. Locura garantizada.
La Ciudad Libre de Christiania. Sí. Así como leen. “Ciudad Libre”. 34 hectáreas emplazadas en el centro del distrito de Copenhague, capital danesa, a solo un kilómetro del Parlamento, en el barrio de Christianhavn. No debe haber otro barrio así, tan cerca del centro y tan alejado a la vez de lo que ello representa. Casi mil personas actualmente viven en ese suburbio, considerado por los propios habitantes como un territorio independiente de Dinamarca y la Unión Europea. No por nada, a la salida de la ciudad hay un cartel que reza: “Usted está entrando a la Unión Europea”. Cuentan con una moneda propia -obviamente no reconocida en el resto del país- y tienen la particularidad de no pagarle al Estado un impuesto por rentas, aunque sí los servicios básicos de agua, electricidad y gas. Los aportes entre vecinos ayudan a coexistir como un Estado aparte con sus propias leyes, costumbres e ideologías, lo más parecido a una Gemeinschaft, como en algún momento se expresó el sociólogo Ferdinand Tonnies para diferenciarla de la Gesellschaft (sociedad actual) en las afueras del suburbio. Es difícil que ambas convivan al mismo tiempo y en el mismo espacio, por eso es un caso casi único en el mundo.
En tan solo un abrir y cerrar de ojos, uno pasa del ritmo frenético, materialista y en el que las relaciones interpersonales se dan estrictamente por un contrato social (yo necesito algo de alguien a cambio de una retribución similar), a una forma de vivir totalmente distinta: determinados lazos entre los habitantes, promoción del arte y el deporte como espacios de ocio, toma de decisiones descentralizadas en las que se buscan consensos y, lo más importante, tanto locales como turistas ingresan al barrio a explorar sus calles, sus negocios y su forma de vivir. También hay realidades que superan a cualquier ficción: al no existir un solo título de propiedad, las casas pertenecen a la Comuna, entonces se hallan varios casos en los que surgen intercambios de propiedades (vaya uno a saber de qué forma arreglan las diferencias entre los metrajes de una propiedad y otra) o también está latente la posibilidad de perder tu hogar. ¿Cómo? Simplemente mudándote a las afueras de esas 34 hectáreas y abandonando la comunidad.
Christiania nació luego del Mayo Francés del ’68, cuando un grupo de familias decidió “adueñarse” de unos terrenos que previamente estaban ocupados por fuerzas militares. Como nadie reclamó por ellos, se asentaron y luego de más de 50 años continúan dándole vida. Es cierto que en el medio han sucedido varias situaciones poco agradables y es que algunos gobiernos de turno, en especial los más liberales, vieron con cierto recelo el hecho de que exista un “Estado” dentro de Copenhague, nada menos que la ciudad más importante del país. Por eso es que a principios de siglo intentaron adjudicarse los terrenos de la comunidad y fue allí que distintos artistas reconocidos, ayudados también por defensores acérrimos de Christiania, conformaron un Fondo de Inversión para comprar esas edificaciones que terminaron por salvar a la Ciudad Libre con sus habitantes dentro. Eso sí, desde el Estado danés han reforzado los patrullajes por la zona evitando el consumo masivo de drogas blandas (marihuana y hachís), que se venden nada menos que en la calle principal del barrio llamada “Pusher Street” o mejor dicho, “La calle del dealer”.
Todo esto resulta un poco inverosímil, quizás más que un poco a decir verdad. Y eso que aún no se ha mencionado nada relacionado al fútbol, que es lo que en definitiva nos trae por estos lares. El fútbol es sin dudas un espacio que une y reúne historias, es de ahí de donde uno puede contar sus más graciosas anécdotas, de donde surgen los hitos más importantes, y de donde relucen estas hermosas situaciones que de solo ser contadas, te dan ganas de tomar el primer vuelo a Copenhague y chequear si realmente existe un barrio en el que el club representativo tiene como pilar al consumo legal de marihuana y a la vez luche incansablemente por los derechos igualitarios. “You will never smoke alone” y “Joint the club” son los lemas de este club 100% amateur, el Christiania Sports Club. El nombre ya delata una realidad, no es solo un equipo de fútbol, hay otras disciplinas que conviven con él, aunque la redonda termine siendo la más importante. Los colores también expresan un sentir y una forma de vivir, el rojo y el naranja se apoderan de las paredes del barrio, con diseños que rozan la perfección y le dan una superioridad estética al lugar.
Sin tapujos, los propios jugadores afirman que juegan al fútbol bajo los efectos del cannabis. Según dicen, los hace sentir más relajados y en definitiva eso se traduce en la disminución de amonestaciones y expulsiones. Más de un dirigente de nuestro fútbol vestido de traje y tomando las decisiones en la oficina de su club seguro se rasgue las vestiduras: “¿cómo puede ser que consuman drogas antes de disputar un partido?”. Lejos de entrar en la polémica, lo cierto es que ellos lo hacen y aparentemente no tienen mayores inconvenientes en decirlo. El punto es que el consumo de marihuana en Dinamarca no es legal, por eso está latente ese choque entre lo socialmente aceptado y lo estrictamente lícito. Y ni hablar de los hinchas, en el estadio entran alrededor de 1000 personas, por lo que el humo suele impedir la correcta visión del encuentro. Si uno decide presenciar algún partido, debería estar a tono con el contexto, de lo contrario solo será testigo de algo sumamente bizarro.
A lo máximo que puede aspirar este equipo es a jugar en la tercera división del fútbol local, sin embargo no están a la orden del día con tales objetivos. Prefieren quizás distenderse más que apostar a un proyecto futbolístico a mediano y largo plazo. Tal es así que en su sitio web de Facebook, las últimas fotos que no son de algún partido, hacen alusión a encuentros para consensuar decisiones destinadas al funcionamiento de la institución. A los christianitas sí les sienta bien enfrentarse al clásico rival: el equipo de la policía local de Copenhague. Entre redadas y retenes, se suelen enfrentar en el torneo que ambos disputan y suelen salir partidos bastante picantes. Es medio loco que le puedas meter un gol o un caño al tipo que dos días antes te quiso meter preso por tenencia, pero allí están, enfrentados por un partido de fútbol. En definitiva, y sin ánimos de ser tajante, podría decirse que mientras haya charuto, habrá fútbol y no al revés precisamente. Siguiendo un poco con esta línea, se lo ha visto al cantante de rap Snoop Dogg con la camiseta del Christiania SC en alguno de sus shows en Tivoli. Cabe destacar que los viste la reconocida marca Hummel, al igual que al Copenhague FC y a la selección nacional. Queda en ustedes adivinar cuál de las tres casacas es la más vendida a los turistas.
Para qué gastar fortuna en el Parque Tivoli, o comer Groeften en un restaurante céntrico por más de 60 euros, si se puede visitar el lugar donde alguna vez cantaron Patti Smith, Bob Dylan y hasta ha tocado la banda Metallica para degustar un buen plato de comida local en alguno de sus restaurantes, o bien comprar alguna artesanía en los negocios de la calle principal, o también, por qué no para el que le gusta, disfrutar de algún partido del Christiania SC vaya a saber uno bajo qué circunstancias. En fin, “joint the club”.
- AUTOR
- Juan Podestá
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